Nuevas miradas ahondan sobre la educación en la Patagonia norte

Investigadores de diversas disciplinas e instituciones de Bariloche, Cipolletti y Roca se unieron para trabajar en proyectos que profundizan estudios del aprendizaje y sobre cómo abordarlo.

A nivel global, desde hace años, se plantea la necesidad de que se realicen cambios en la educación. Y no se trata sólo de “ir al ritmo” de los avances tecnológicos, sino de cuestiones más básicas aún. Tanto en ámbitos de educación formal como no formal (museos, por ejemplo) se está considerando la importancia de tomar el bagaje de experiencias y conocimientos con el que llega el alumno o el visitante, a la hora de planificar la experiencia educativa.

Para identificar los cambios necesarios, se debe investigar. Y en la región, existe el grupo de Investigación en Desarrollo Cognitivo, Aprendizaje y Comunicación (IdeayCo), conformado por profesionales de distintas disciplinas, provenientes de instituciones de Conicet y la Universidad Nacional del Comahue, de Cipolletti, Roca y Bariloche.

Una de sus líneas de trabajo busca conocer cómo los niños se aproximan y dan sentido a herramientas como el dibujo, la escritura y el número, que son centrales para su participación en una cultura alfabetizada.

En la Patagonia norte

Entre los muchos proyectos del grupo, en un trabajo publicado el año pasado y realizado en escuelas en zonas céntricas, periféricas y rurales del distrito de Bariloche, las investigadoras abrieron las puertas a los chicos para que desarrollaran sus propias narraciones escritas en las que pudieran recuperar y compartir su experiencia. Encontraron importantes diferencias en los temas y modos de narrar entre las distintas entidades educativas. También, detectaron dificultades en las áreas formales como la ortografía, especialmente en escuelas periféricas; pero como destacan las investigadoras del grupo: “Si obviás los errores formales, ves la historia en el texto, el entorno cultural del niño, ves un pequeño escritor”.

Para profundizar, “Eureka” se comunicó con Nora Scheuer (Instituto Patagónico de Estudios en Humanidades y Ciencias Sociales), doctora en psicología y psicopedagoga, quien es una de las coordinadoras de estos grupos de investigación.

P- ¿Considera que cierta carga de prejuicios, aunque sea inconsciente, sigue influyendo en pedagogos y docentes en el modo de abordar la educación y las diferencias sociales y culturales?

R- Contribuciones tan diversas como las del pedagogo brasileño Freire y las de los psicólogos norteamericanos Olson y Bruner plantean a los educadores el desafío de ver a los estudiantes como personas con experiencia, conocimiento y proyectos.

Ese reconocimiento puede verse dificultado cuando el mundo de los estudiantes es representado como carenciado e incluso atemorizante. Nuestras investigaciones muestran que educadores en este tipo de situación suelen hablar de sus alumnos como “ellos” (subrayando la otredad) y caracterizarlos por lo que “no” tienen, saben, hacen, logran (la imposibilidad). Esa visión estigmatizante genera en alumnos, familias y los propios docentes un malestar emocional que limita el aprendizaje.

La conexión escuela – vida cotidiana, la formación docente continua y la flexibilización de la estructura escolar pueden contribuir a revisar esas posiciones tan arraigadas y desarrollar nuevas formas de enseñanza, que reconozcan a los estudiantes como personas interesantes y capaces de desarrollarse.

P- ¿Cuán cerca o lejos considera que estamos en el país de alcanzar un cambio significativo en educación?

R- No hay acuerdo acerca de qué es un cambio significativo en educación, ya que un proyecto educativo moviliza un proyecto social, cultural y político. En dos libros escritos por el equipo, planteamos que cambiar las formas de enseñar y aprender requiere revisar nuestros supuestos básicos sobre qué es el conocimiento, cómo se adquiere y cómo se transmite. Por sobre todo, entender que el conocimiento no se imprime en las personas, sino que aprender pone en juego procesos activos de transformar lo que ya se conoce.

Además, el cambio educativo no constituye un punto fijo. Cuanto más avancemos, más desafíos tendremos, debido a que: 1) en ese proceso agudizamos nuestra sensibilidad y revisamos nuestras metas y 2) el mundo “superdiverso” actual es extraordinariamente dinámico y complejo.

La lucidez de los chicos respecto de si mismos

“Los chicos –dice la doctora Nora Scheuer– experimentan su aprendizaje con una conciencia mucho mayor de la que sospechamos los mayores. En el dibujo C. (de 5 años) nos cuenta que empezó a ‘escribir, escribir’ a los cuatro años, pero que antes dibujaba. Cuando le pedimos que nos muestre en la hoja cómo escribiría cuando recién empezaba, y luego cómo lo haría año tras año, arma una historia de extraordinaria lucidez. Se percata de que las escrituras iniciales no son completas: sólo registran lo que más claramente suena en la palabra hablada. Si bien en ese momento escribía en imprenta, cuando le preguntamos ‘cómo vas a escribir el año que viene’, nos sorprende incursionando en la cursiva”.

“Los cambios operan a múltiples escalas y direcciones entre lo global y lo local. Por eso, no pueden producirse unilateralmente desde un ministerio”.

Nora Scheuer

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“Los cambios operan a múltiples escalas y direcciones entre lo global y lo local. Por eso, no pueden producirse unilateralmente desde un ministerio”.

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