Por qué Odontología es una carrera “copada” por y para las mujeres

Esta profesión les permite regular los horarios y al mismo tiempo sacar partido de sus cualidades innatas sin perder de vista los intereses extralaborales.

Por qué Odontología es una carrera “copada” por y para las mujeres

Esta profesión les permite regular los horarios y al mismo tiempo sacar partido de sus cualidades innatas sin perder de vista los intereses extralaborales.

¿Vocación?

– De servicio.

¿Talento natural?

– De las manos, como los artesanos.

¿Intereses?

– Múltiples.

¿Sociabilidad?

– Comunicativo/a

El ping-pong que resume en cuatro respuestas las razones por las que Odontología es la carrera que mayormente “copan” las mujeres, aunque también se adapte muy bien a las expectativas de aquellos varones jóvenes que buscan una profesión que no los aparte de “vivir la vida” o de cultivar los afectos y las aficiones.

“Esto se hace por vocación. No se estudia porque es redituable o porque es más cómodo o que tiene otros aspectos que son placenteros; ¡no!”. Así empieza, sin necesidad de formularle preguntas, Eduardo Hugo Longo, odontólogo en ejercicio desde hace 41 años.

En el sillón de su consultorio se sientan pacientes no sólo de Roca, sino de toda la región: desde Neuquén a Bariloche, San Martín de los Andes o la region Sur rionegrina.

La recomendación: que los chicos del secundario hagan tests vocacionales.

La vocación ante todo

Aunque en su caso fue afortunado y nunca los necesitó, Eduardo Longo enfatiza sobre la importancia de que los estudiantes del secundario hagan sus tests vocacionales.

“Mi padre era odontólogo así que mamé la profesión desde muy chiquito. De cualquier manera él siempre me dijo que no siguiera su mismo camino”.

“Me desanimó totalmente, no le hice caso y ya desde el primer año del secundario yo ya tenia inclinación por odontología”.

Con campaña en contra y todo, la odontología le rodeó por los cuatro costados, pues también su esposa lo es, aunque está ya retirada, lo mismo que una hija, un hijo y hasta su hermanastro. Un verdadero clan.

Su elección por la odontología no sólo se ha traducido en horas de pie haciendo consultorio, sino también como forma de participación social en reiteradas funciones dentro de entidades intermedias de la profesión como la Federación y el Colegio de Odontólogos y la Caja de Jubilaciones.

De tal palo…

“Estaba muy convencido. Otras carreras ni por asomo; me gustaba el trabajo de atender al paciente. Lo veía a mi papá con la chaquetilla almidonada -porque antes se almidonaban- y le daba el aspecto de un señor, de un profesor… Eso me animó desde muy chiquito a llevar esta carrera”.

P. Materialmente hablando y en otros aspectos, ¿qué da la odontología?

R. “Muchas posibilidades porque es una carrera que la podés manejar. Vos querés atender lunes, miércoles y viernes… lo cual te permite dejar un tiempo libre como para desarrollar otras actividades. Lo podés hacer. Te permite regular tus horarios e, incluso, -en gran medida- tus urgencias”.

Esa maniobrabilidad no obstante se aprende con la práctica profesional -aclara Eduardo-. “Tenés que ser inteligente al trabajar y no hacer, por ejemplo, los viernes ninguna cirugía grande, cosa que el paciente te llame el sábado o domingo por una molestia. Y los lunes tampoco programar una cirugía importante porque esos días vienen las urgencias del fin de semana”.

Ventajas para la mujer

“Esta profesión, no sé si te das cuenta es copada por las mujeres… Hombres estudian mucho pero creo que las mujeres son más porque para la mujer es excepcional porque no tenés urgencias. (En cambio) si sos médico te llaman a cualquier hora y tenés que salir porque por el juramento hipocrático que hiciste, tenés que atenderlo al paciente sí o sí”.

“En el caso nuestro, nadie se muere por un dolor de muelas, eso es importante… Por supuesto que si vos me llamás dolorido a las tres de la mañana yo te vengo a atender… Pero las urgencias son mínimas en odontología. Esa es una de las ventajas”.

“Podés ajustar todo. Inclusive ya a la edad mía, mejor todavía. Porque no tengo chicos en el colegio, no tengo que tomarme las vacaciones de invierno o las de verano junto con la mayoría de la gente”.

En las repisas, fotos de familia y recuerdos de viaje dan cuenta de los otros “amores” de Eduardo Longo.

Los talentos naturales

Como profesional con décadas de ejercicio activo, la experiencia acumulada por Eduardo Longo le ha dejado enseñanzas que no están en la bibliografía de la carrera. Y también la autoconfianza suficiente como para superar ciertos estereotipos del discurso universitario.

“Es importante en nuestra carrera la biología, te tiene que gustar la anatomía y contar con una cierta practicidad en tus manos. Tenés que ser un poquito artesano”.

“Si yo veo un odontólogo mover las manos, sé si es uno bueno o malo. Porque los movimientos y las cosas que vamos a hacer dentro de la boca, son tan pequeñísimas que tienen sus detalles”.

“El intelecto pasa a un segundo plano de lo que es la manualidad. Con poca parte intelectual podés lograr una buena odontología. No se necesita ser súper inteligente para ser odontólogo, ni para ninguna profesión yo creo” -dice- desmitificador.

Las dificultades propias de la carrera

P. ¿En el transcurso de la carrera cuáles son los puntos complicados?

R. “Lo complicado es el primer año, que es cuando tenés que rendir Anatomía e Histología. Ese es el primer escollo”.

“Anatomía es todo el cuerpo. En odontología se da cabeza y cuello pero también el cuerpo entero. Cabeza y cuello es eliminatorio: donde te hacen una pregunta de cabeza y cuello y no la sabés, te echan del examen, así es”.

“Pero si te preguntan sobre el fémur, sobre el radio y te equivocás algo, es comprensible y te podemos salvar”.

“Y la Histología es el estudio de los tejidos, que es difícil porque tenés que mirar a través de un microscopio y detectar qué celulas hay, qué tejido están viendo…”

“El segundo escollo es partir del tercer año -o del segundo me parece en esta facultad (por la de Allen)- que ya empiezan con pacientes… Es el asunto de que hay sangrado, tenés que ver bocas sucias, claro…”

P. ¿O sea que hay que tener estómago?

R. “Un poco de estómago. Nosotros teníamos unas amigas que sacaron la medalla de oro en la facultad pero se desmayaron a la primera extracción que hicieron” recuerda con una sonrisa.

La aprensión a ver sangre puede ser un escollo para los que estén pensando en la carrera de Odontología.

Un poco de arquitectos, de ingenieros, de sicólogos

“Después cuando entrás en la parte de clínica, que ya estás atendiendo pacientes, es hermoso. Es mucho más entretenido, !te da una satisfacción espectacular¡”.

P. ¿Por el servicio?

R. “Por el servicio que das, por ejemplo cuando ponés una prótesis y que te queda bien estéticamente, entonces te sentís como un arquitecto”.

“Somos ingenieros, arquitectos… Cuando hacemos un puente -que es un tramo que tenemos que reemplazar- siempre tenemos que hacer la suma de los ‘periodontos’ (que es la suma de las raíces) y entonces si reponemos una pieza, tienen que ser dos raíces para reponer una. Eso es como cuando hacés un puente, por ejemplo sobre Paso Córdoba… Los ingenieros dijeron tiene que llevar tres pilotes o cuatro pilotes. Y esto es lo mismo”.

“Y la arquitectura es la parte bella, donde vos tenés que saber discernir y tener buena idea de la estética porque mucha gente no la tiene. Entonces le podés exigir a tu mecánico dental -que es el que hace la prótesis- todos los detalles”.

Un paciente con la boca abierta es el momento que Eduardo aprovecha y habla. Sencillamente porque le gusta.

Lo comunicativo

P. ¿Y la relación con el paciente?

R. “Es muy linda porque llegamos a ser un poco sicólogos. Cuando el paciente se sienta en el sillón empieza a contarte cosas”.

“Normalmente mucho yo no los dejo hablar porque les cierro la boca o mejor dicho, les abro la boca -se ríe- y trabajo; entonces sí, yo hablo…me permito hablar ahí, en el minuto que te tengo con el torno en la boca. Y me gusta la profesión porque puedo hablar. En otras profesiones no podés hablar porque te copa el paciente o el discurso te copa a vos”.

La ética y el deber de consolar

“En la odontología hay una cierta relación con el paciente, que pasa a ser como de tu familia… Esa es una de las cosas que mi padre me enseñó: ‘vos cuando entra el paciente no tenés que verlo como signo pesos; si no ver la afección que él tiene o el trauma que trae, con el dolor o porque se le cayó un diente…”.

“Primero ves el problema, tratás de solucionarlo y después sí hacer el presupuesto… Y es un apostolado por la manera de tratar al paciente. El viene diciendo: -’Tengo la boca hecha pedazos’. Entonces tenés que animarlo un poquito -por eso te digo que somos sicólogos-; mirá no, tenés bastante roto pero este otro diente está perfecto, hermoso”.

Fotos: Hebe Rajneri


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