Se impone el baile que busca romper estereotipos sexistas

El twerking es una disciplina que combina el twist y jerk. Subir, bajar y rotar la cadera son los movimientos básicos.

“Barre el piso con el pelo, que te llegue hasta el suelo”, canta Tomasa del Real y el grupo se retuerce al ritmo de Tatiana Zalazar, quien enseña a bailar twerk en un gimnasio ubicado en el Bajo neuquino. Los cuerpos se contraen y se expanden frente al espejo. Las rodillas se flexionan y los cachetes vibran. La basculación de la pelvis es pegadiza. El perreo, un sacudón insurgente, gana velocidad.

“Si antes era revolucionario que una mujer trabajara, como será que se ponga a mover el culo. Nos ven y hacen comentarios como que “nos estamos regalando”, porque vivimos en una sociedad que condena todo el tiempo lo que hace una mujer”, explica la profesora antes de arrancar la clase.

El twerking es una disciplina que combina dos movimientos twist (rotar, retorcer) y jerk (sacudidas). Se considera que proviene de las danzas africanas.

“Lo que se hace es rebotar la cadera para arriba y para abajo, porque todo sale desde la cadera. Si vos no sabes hacer el movimiento de cadera probablemente la cola no te rebote, y no tiene que ver con si sos más o menos voluptuosa o más flaca, es saber rotar la cadera y tener siempre el flex de las rodillas. Ahí vas a poder hacer lo que vendría a ser la basculación de subir y bajar y que te rebote la cola en ese movimiento. Lo otro es poder rotar la cadera para un lado y para el otro y cuando vos le das velocidad la cola se empieza a mover sola”, señala Tatiana.

En una búsqueda rápida de Google lo primero que aparece relacionado al tema es el episodio que involucró a la futbolista noruega Ada Hegerberg. Este mes recibió el primer Balón de Oro femenino de la historia y en esa oportunidad el anfitrión de la gala, Martín Solveig, le preguntó: “¿sabes hacer twerking?”. Ella contestó ofuscada “no” y se fue. Ese único fragmento se hizo viral. Muy poco circuló el discurso de Ada, dirigido a las jóvenes, que terminó con la frase: “crean en ustedes, no paren nunca.” Solveig resumió todos los prejuicios que existen sobre las personas que lo practican: retuercen la cola, un parte del cuerpo de dudosa moralidad para la cultura patriarcal, y se mueven para seducir a otros (siempre varones).

En este clima de época, donde los estereotipos sexistas son cuestionados, el twerk se resignifica, especialmente para las mujeres e identidades disidentes, como un estallido burbujeante de irreverencia. Ha ganado popularidad y es muy común ver coreografías no sólo en Youtube e Instagram si no también en la calle y en las marchas (ver aparte). No hay un atuendo específico para bailar, pero si se estila el short o culote, con medias de red y rodilleras. Hay quienes se maquillan con glitter.

Short o culote con medias de red y rodilleras es lo que se suele usar para el twerking.
Florencia Salto

“Es tanto el mambo que te genera que te libera un montón. No estás bailando para los demás, estás bailando para vos, para sentirte cómoda con vos misma”.

Tatiana Zalazar es profesora de twerk en el gimnasio Attraversiamo.

“Es una danza más que te aumenta mucho la autoestima. Empezás a aceptar tu cuerpo, acá se viene a bailar y a disfrutar”.

Mabel Aguirre tiene su estudio en avenida Olascoaga 309

Mabel Aguirre fue una de las primeras en bailarlo en la zona. Tiene su propio estudio de danza. “Yo doy reguetón. Vi videos en Youtube con mi hija y arranqué”, afirma. Agrega: “yo soy instructora de aerobics y musculación, el twerk es una danza más y no es tan simple como lo ven algunos: “mover el poto y nada más”. Las chicas se quedan porque ven que su cuerpo trabaja, vienen, prueban y se dan cuenta que su cuerpo trabaja muchísimo y eso es lo que le gusta”.

“Lo que habilita el twerk es poder sentirte segura con una misma, ir descubriendo que tenés partes del cuerpo que no movías y que ahora se están moviendo un montón. Yo no doy mis clases solas las doy con mi hermana (Keila). En un comienzo tenía alrededor de cuatro alumnas, hoy tengo casi treinta. No todas son chicas, hay un chico y dos pibes trans”, cuenta Tatiana.

Hace hincapié en que no se necesita un modelo de cuerpo para practicarlo. “Las personas conocidas del twerk son personas fitness. Cuando empezás a entrenar las piernas se ponen más duras, ganas resistencia, pero no es una cuestión de estándares”, sostiene. De hecho colocó un cartel al costado del espejo en el que lo deja claro: “en la clase de twerk no nos burlamos de nadie.”

“Empecé twerk porque me encanta bailar y nunca me sentí cómoda y en este espacio, con mi cuerpo gordo, puedo moverme y no siento que me están juzgando”, asegura Vero al finalizar la clase de Tatiana y Keila, en una ronda en la vereda. “En varios lugares que he ido las chicas como que te excluían, acá es diferente”, aporta Azul.

Para Pamela el twerking es un fiesta: “poder bailar en la calle, poder intervenir una marcha, está genial.” “Empecé para manejar mis niveles de ansiedad, como para destrabar desde el cuerpo algo que no estaba pudiendo destrabar en la cabeza, me pareció un espacio re piola como para soltar”, indica Eliot. Mateo lo siente como un lugar de contención muy grande: “estos humanos no quiero que se extingan”.

“Durante la adolescencia lo percibí como la heterosexualización de los cuerpos, me perturbó y nunca más pude bailar, entonces fue un embole durante muchos años querer salir a bailar conmigo. Acá como que me estoy reapropiando de eso”, plantea Flor. Brenda relata que hacía funcional hasta que se animó: “me decían que no porque soy mamá, me crié en un ambiente súper machista y entonces crecí con eso.” Hace pocas semanas pudo ponerse una bikini. Como dice el dicho: el perreo hasta el suelo y el autoestima hasta el cielo.

El twerking ha ganado popularidad y es muy común ver coreografías en Youtube e Instagram, pero también en las calles y en las marchas.

Flow Altas Wachas

Es un grupo de danza reconocido a nivel nacional por bailar twerk. Estefi Spark lo integra y es referente en la disciplina.

Se considera un baile proveniente de las danzas africanas, ya que los movimientos de caderas tienen reminiscencias que las evocan.

Los puntos de encuentro con el feminismo y las disidencias

El cartel de la profe Tati que se luce en el salón del gimnasio.

Datos

“Es tanto el mambo que te genera que te libera un montón. No estás bailando para los demás, estás bailando para vos, para sentirte cómoda con vos misma”.
“Es una danza más que te aumenta mucho la autoestima. Empezás a aceptar tu cuerpo, acá se viene a bailar y a disfrutar”.
El twerking ha ganado popularidad y es muy común ver coreografías en Youtube e Instagram, pero también en las calles y en las marchas.
Se considera un baile proveniente de las danzas africanas, ya que los movimientos de caderas tienen reminiscencias que las evocan.
Hay una legendaria frase que pertenece al acervo feminista y se le atribuye a la anarquista Emma Goldman: “Si no puedo bailar, no es mi revolución”. Practicar twerk reivindica de algún modo ese lema: no hay transformación sin disfrute.
Tatiana baila en intervenciones callejeras. Así lo hizo en la última marcha del orgullo LGBTI que se realizó en Neuquén capital. El perreo en las movilizaciones o actos públicos incomoda, porque saca del clóset a los cachetes y convoca a todas las corporalidades a sacudirse con alegría. No es exclusiva de quienes cumplen con los estándares de belleza hegemónicos.
“Al twerk no sólo lo bailan las mujeres hay personas no binarias, varones trans, hombres, lesbianas”, apunta Keila, hermana de Tatiana.
Vero, quien asiste a sus clases, suma: “Acá no sólo te aceptan por lo que sos, sino que se hace de lo que sos algo político, es una apuesta política y me siento de esa manera con ellas”.
Para Tatiana es difícil llegar a los hombres. Plantea: “Se inhiben de mover la cadera, les cuesta el triple. Los van a ver bailar y los van a criticar diciéndole: “cómo vas a estar haciendo actividades de mujer”, cuando en realidad las actividades no tienen género. Si nos empezamos a deconstruir tenemos un mundo mucho más amplio para disfrutar, pero bueno para mí fue un proceso largo y supongo que para otras personas puede llegar a ser mucho más largo”.

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