Willy Pregliasco, el físico de Bariloche que también es detective
Intervino como perito en unas 60 causas judiciales. En los ‘90 supo que quería salir del laboratorio para abocarse a la física forense. Hoy trabaja desde Bariloche.
“El rol es analizar qué se puede aportar de la física para entender. A veces, se entiende mucho; a veces poco. A veces, es frustrante porque el contexto muestra algo muy evidente, pero desde la física no podés aportar casi nada”. La frase corresponde a Rodolfo “Willy” Pregliasco, el físico que ha intervenido en alrededor de 60 casos para ayudar a la justicia a esclarecer crímenes.
Nació en Buenos Aires y se doctoró en Física en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero desembarcó en Bariloche allá por 1987. “Llevo más tiempo acá que allá”, afirma este investigador del Conicet del grupo de Física Forense del Centro Atómico Bariloche.
El primer caso que lo hizo pensar en salir del laboratorio para poner la física al servicio del sistema judicial fue la desaparición del estudiante Miguel Bru el 17 de agosto de 1993, tras haber sido detenido y torturado en una comisaría de La Plata.
Pero asegura que todo arrancó gracias al físico Ernesto Martínez que, hasta ese momento, recibía cientos de consultas relativas a reconstrucciones de accidentes de tránsito. “Él se dio cuenta del potencial de la física para resolver problemas que se discutían en la justicia. Cuando yo trabajaba en el laboratorio de Óptica, me pidió analizar el libro de la comisaría donde le dan entrada a Miguel Bru, que había sido borrado y sobreescrito. Fue una experiencia muy fuerte porque estaba usando lo que sabía para resolver un problema que me interesaba y que tenía impacto sobre la vida de las personas”, cuenta.
Después de esa pericia, llegó un pedido para intervenir en la causa por el crimen de Teresa Rodríguez en 1997, durante el desalojo de un piquete en el puente de acceso a Plaza Huincul, en Neuquén.

En este caso, Pregliasco analizó los audios recogidos en el lugar del hecho a fin de dilucidar de dónde provenían los 17 disparos. Hizo pruebas con petardos para identificar el origen del proyectil. “Si yo conozco un escenario y tengo grabado el sonido de un disparo, ese sonido tiene información del disparo en sí pero también de cómo ese sonido rebota en los objetos que están alrededor. Entonces, si conozco el escenario se puede, con suerte, deducir de dónde está emitido un sonido”, puntualizó.
La técnica pericial que se empleó en este caso fue difundida por una revista científica forense de Estados Unidos.
En general, convocan a la ciencia para analizar cosas que ya pasaron. Hace falta más consultar al sistema científico para enseñar políticas públicas a futuro”,
Rodolfo Pregliasco, físico e investigador del Conicet.
“En general, el sistema científico trabaja sobre sus propias preguntas. Lo que descubrimos con Martínez tempranamente fue que, en el camino de hacer pericias, podíamos generar información científica nueva. Generábamos productos de investigación al tratar de responder las preguntas que nos planteaba la justicia”, sostuvo.
La técnica que empleó para el caso de Teresa Rodríguez también motivó consultas por parte de la producción de la serie policial CSI Miami (Crime Scene Investigation) que incluso la incluyó en uno de sus episodios.
Violencia institucional
Poco después, llegó a Pregliasco la causa del 20 de diciembre del 2001 en Plaza de Mayo, los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en Avellaneda y la reconstrucción de la Masacre de Trelew en 1972, entre tantos otros.
“Nos empezaron a llamar por causas de violencia institucional y nos especializamos en eso. Es lo que más hicimos y lo que mejor sabemos hacer”, plantea.
En lo que va del año ya se estrenaron dos películas que hablan del trabajo de Pregliasco. El largometraje “Maelström 2001”, de Conicet Documenta, narra cómo se logró reconstruir la protesta social del 20 de diciembre del 2001 en Buenos Aires a fin de determinar la responsabilidad de los asesinatos provocados durante la represión policial.
“En esa causa organicé el material audiovisual: eran 160 videos en VHS y fotos con negativos. Se digitalizó todo, lo organicé en tiempo y espacio y, a partir de eso, pudimos hacer una reconstrucción. El objetivo de la pericia era saber si en los hechos de violencia de ese día, la policía estaba yendo atrás de la violencia o estaba generándola. El objetivo fue encontrar a los autores materiales de las cinco muertes de ese día”, relata.
El segundo documental “Y lo fuimos a buscar”, de Canal Abierto, cuenta la lucha de los familiares de la Masacre de Trelew para conseguir una condena en Estados Unidos para Roberto Guillermo Bravo.
Pregliasco visitó la Base Aeronaval Almirante Zar en Chubut donde, el 22 de agosto de 1972, 16 presos políticos fueron fusilados por oficiales militares que argumentaron un intento de fuga. Su pericia sobre las paredes del edificio en busca de rastros de proyectiles echó por tierra la versión oficial y resultó una prueba fundamental para la condena de quienes participaron del operativo.

Pregliasco reconstruyó el plano del lugar, estudió la pintura y el revoque de las paredes y analizó las trayectorias posibles de los disparos. “Nuestro aporte fue modesto, pero significativo desde el punto de vista histórico. Habían pasado 50 años de eso y sacamos resultados”, afirma.
La adrenalina de no saber
Cuando se le consulta sobre las diversas técnicas periciales, Pregliasco admite que, en general, la gente piensa en grandes recursos o en “supertecnología y muchos aparatos con lucecitas”. “El recurso conceptual más grande es la formación del investigador. Los investigadores tenemos una formación para la investigación científica que requiere el uso de la computadora, la programación, el manejo de datos experimentales, el análisis de grandes volúmenes de datos, el manejo de información contradictoria, documentar los procedimientos, generar modelos sobre eso”, explica.
“Uno usa la capacidad que ya está instalada en el sistema científico -agrega- y le da otro uso a los laboratorios. Entonces no es cierto que no cuesta y no necesito nada. Necesito que haya una comunidad científica”.
Admitió que al recibir una consulta, nunca sabe si podrá aportar alguna solución. “Pasar por esa incertidumbre original es lo más interesante del trabajo: la adrenalina, la búsqueda de ideas, el diseñar estrategias que además tienen que acabar en tiempo y forma. Porque no puedo ponerme a investigar 20 años un hecho. Necesito un resultado”.
Cuando se le consulta por los próximos años, asegura que no se quiere jubilar porque quiere seguir trabajando. “Quiero inspirar a otros científicos a que hagan cosas creativas con su carrera. Hay mucha gente que hace cosas muy creativas en en el sistema científico en general. Son todos bichos raros. Lo que me interesa es que cada vez sea más fácil la vida de estos bichos raros. Forman parte del ecosistema del ciencia y técnica y hay que aprender a protegerlos para que no desaparezcan”, concluye.
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