Sólo promesas para Fabiana

ROCA (AR).- «Yo quiero un techo, ya no me sirve que me traigan comida porque se la comen las lauchas». Con este testimonio desolador, Fabiana Goroso dejó entrever su desesperación ante la difícil situación que le toca vivir: sin trabajo, sin techo, y con un manojo de promesas del gobierno que se hacen agua a medida que pasan los días.

El lunes de la semana pasada, Goroso recibió la visita de la legisladora María Inés García y el ministro de la Familia, Oscar Idoeta, quien se comprometió personalmente a buscarle una nueva vivienda para que su familia se mudara en menos de una semana. La casa prometida se ubicaría cerca del hospital para evitar las complicaciones de traslado que surgieran una vez que Fabiana se sometiera a una operación cardíaca que está obligada a realizarse.

Sin embargo, como muchas veces pasa en éstos casos, la promesa quedó flotando en el aire y la familia no volvió a tener noticias.»El ministro me dijo que iba a venir el domingo pasado a traerme frazadas, colchones y comida, pero no volvió», señaló Goroso.

Fabiana tiene cuatro hijos y sufre de una grave aflicción al corazón que le impide trabajar para mantener sus hijos. Vive en una zona inhóspita del sur de Roca y su vecino más cercano se encuentra a más de un kilómetro. Hace unos meses, la precaria vivienda en la que habita se inundó a raíz de un temporal y perdió las chapas que hacían las veces de techo.

Una vez conocida su situación a través de los medios, el gobierno municipal se ofreció a otorgarle ayuda, pero poca fue la colaboración que efectivamente llegó.

No le repararon el techo ni le dieron chapas nuevas. Fabiana tuvo que arreglárselas con lo que tenía, fijando las chapas viejas, llenas de agujeros, con ladrillos. «Cuando llueve se moja todo y entra mucho frío por el techo, encima tampoco tengo leña. Por eso ahora estoy con angina», cuenta, con lo que le queda de voz, Fabiana.

Para colmo de males, la casa se llenó de ratas atraídas por el olor de la mercadería que vecinos solidarios acercaron a la familia y por más que la sufrida madre intenta combatirlas, no logra erradicarlas. De todas maneras, ella no puede realizar ningún tipo de esfuerzo físico porque su nariz comienza enseguida a sangrar.

«Lo único que espero es que el ministro se acuerde de mí y me pueda dar la casa que me prometió, porque mis hijos y yo no podemos seguir viviendo en éstas condiciones», comenta desolada Fabiana.


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