¿Son seguros los pubs que se hacen discotecas en Cipolletti?

Tienen poco espacio y las salidas de emergencia son difíciles de detectar

CIPOLLETTI (AC).- Son las 2.45 del viernes. Se abren las puertas del lugar y una enorme ola de calor expulsa su interior, golpea en un rostro que no tarda en soltar algunas gotas de sudor. Adentro no hay lugar para nada, es casi imposible maniobrar el cuerpo, algunos intentan bailar pero sólo logran mover la cabeza. Así es una noche de fin de semana en casi todos los pubs de Cipolletti.

Los fines de semana estos lugares se vuelven una masa humana compacta, amorfa y asfixiante. Todos en su interior se debaten por ganar un poco de comodidad, avanzar un par de pasos. Por momentos el salir a divertirse muta en tedio, discusiones y algún que otro «encontronazo».

La tragedia ocurrida en «República Cromagnon» fue como un resplandor que abrió muchos ojos, que desencadenó preocupación y hasta cierto temor. Como el de un muchachito que no pasaba las dos décadas de edad cuando, el mismo viernes, le decía a uno de sus amigos cambiando las facciones de su rostro: «loco, acá si hay un incendio pasa una tragedia. ¿Dónde está la salida de emergencia?», preguntaba.

En ese pub la salida de emergencia es imperceptible. Desde la vereda sólo es una puerta blanca, como cualquier otra. Que comunica, como en otros sitios, con la cocina, y tiene generalmente varias funciones -sacar bolsas de basura, botellas, mesas y sillas-, menos ser segunda salida.

Hallar una salida de emergencia en la mayoría de los pubs locales es tan difícil como encontrar comodidad un sábado por la noche. No están señalizadas y, para colmo, algunas se mantienen obstruidas o cerradas. Entonces, la conclusión es la misma que la del muchachito rubio.

La noche continúa a un ritmo vertiginoso, se acelera la música y el lugar -muchos d ellos- toma la forma de un boliche. La atmósfera es como la de una hoguera, el oxígeno comienza a escasear y aquel «pibe» potencia su impresión. Claro, el problema principal se ha perpetuado. En estos locales siempre ingresa más gente de la que es debido, y de lo que permite la ordenanza vigente. Pero además se vuelven bailables cuando no poseen las condiciones aptas para hacerlo. «Podrían parar, que no entre más gente», es una frase habitual que se escucha mezclada con fastidio.

En varios de ellos el problema toma ribetes peligrosos, porque el enorme y saturado número de cliente puede llegar a ser una trampa mortal. «¿Que sucedería si se desatara un incendio de magnitudes importantes?», se le alcanza a escuchar a otro joven ante de tomar un sorbo refrescante de cerveza. En varios de los comercios quedarían personas atrapadas, sin avizorar una vía de escape.

¿Cómo explicar esta carencia en materia de seguridad? Basta con recordar que algunos de estos lugares, antes de transformarse en pubs, tuvieron otra «utilidad». Uno de ellos, paradójicamente, a fines de los '90 funcionaba como un jardín maternal. Se les cambió el «esqueleto», se los reacondicionó y se los hizo trabajar. En otros pasar y acceder -por ejemplo- a la barra es una odisea, porque los lugares se estrechan de tal forma que pasan a ser un pasillo.

Cipolletti es de las ciudades con mayor «noche» en el Valle. Cada fin de semana recibe oleadas de «visitantes» desde diferentes localidades cercanas. Número que se incrementa considerablemente durante la época estival, cuando retorna el grueso de los jóvenes que estudian en otras ciudades.

Hace algunos días un músico afincado en San Martín de los Andes le decía a «Río Negro», entre preocupado, enojado y veraz: «Acá en Argentina siempre pasa lo mismo. Tiene que suceder un desastre para que las autoridades actúen, y cuando lo hacen afectan a otros».

El artista estaba de gira por el Valle, no pudo tocar en Neuquén por la prohibición del intendente Horacio Quiroga de realizar recitales en lugares cerrados, y por eso cruzó el puente para hacerlo en un pub de Cipolletti.


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