“Soy chiquita pero resistente… no me vencerán”

Una patota de izquierdistas defensores de la dictadura que desde hace medio siglo somete a Cuba, le impidió el jueves -a pura prepotencia- a Hilda Molina presentar su libro “Mi verdad” en la Feria del Libro. La actitud ratificó en ella la convicción de seguir luchando por la libertad en la isla.

HILDA MOLINA, médica cubana perseguida por el castrismo

CARLOS TORRENGO carlostorrengo@yahoo.com.ar

– ¿Cómo se siente con lo que le acaba de suceder en la Feria? – En lo personal, bien. Lo que lamento es que esta gente, gente joven, gente que por esa juventud, por todo lo que implica ser joven en el sentido de tener la posibilidad de estar compenetrado de una idea digna de la libertad, de la justicia… que esta gente me haya tratado así. Bueno, no es agradable. Duele… sí duele. Pero ellos tienen sus puntos de vista, su ideología, y está bien. Mire: me hubiese gustado intercambiar opiniones con ellos. Yo no me negaba a debatir sobre lo que pasa en Cuba. Incluso estaba previsto responder preguntas. Ellos tienen sus ideas, yo las mías. Bueno, defendámoslas con argumentos, no con gritos, con insultos. Yo no comparto las ideas de ellos, pero las respeto. Reclamo el mismo trato para mis puntos de vista. – ¿Ratifica que este tipo de agresiones hacia usted están organizadas por la Embajada de Cuba en Argentina? – Sí señor, claro, por la Embajada. Seguramente que entre los que estaban allí había gente de la embajada… monitoreando, si usted quiere, lo que habían planeado y llevaron a cabo. Los tentáculos del sistema montado en Cuba son muy largos, muy muy largos. Y funcionan con muchos recursos. Yo siempre digo que en Cuba a la gente le falta de todo y pasa muchas necesidades, pero al sistema no le faltan recursos para perseguir, para amenazar a todos los que lo enfrentan, lo critican… en fin, a todos los que reclaman en favor de la libertad, en defensa de la dignidad… para pegarles, para encarcelarlos; para todo eso el sistema siempre tiene recursos. Para defender agresivamente todo eso, siempre hay recursos… – Recursos a los que no es ajeno el propio sistema capitalista, ¿no le parece? – Sí, claro, eso también sucede. A los negocios no les interesa, a los inversionistas no les interesa si en Cuba hay o no libertad. Por supuesto, no les interesa. Pero mire, en relación a lo que sucede en Cuba hay… hay mucha confusión… – Los inversores nunca se confunden en esta materia. La Ford, por darle un solo caso, hizo negocios con Hitler. – No, no lo digo por ellos… Es cierto: van donde les conviene sin importarles cómo está la libertad en ese lugar. Me refiero más bien a mucha gente que sin conocer bien lo que sucede en Cuba, adhiere, cree en el mito de Revolución cubana. Están convencidos de que Cuba es un paraíso… pero no lo es. Mucha de la gente que impidió la presentación de mi libro, también es posible que forme parte de esa confusión. – ¿Usted cree que pueden ignorar lo que sucede en Cuba en materia de libertad? – Muchos no lo pueden ignorar, pero hay quizá otros que están confundidos, adoctrinados. Lástima, gente joven. Hubiese sido bueno debatir con ellos, serenamente, con argumentos. – Hace varios años, le escuché decir a Huber Matos que tras su liberación, luego de estar 20 años en las mazmorras del régimen castrista, notó que una de las palabras que más molestaba a los hermanos Castro a la hora de contar lo que sucede en la isla en materia de libertad, era la palabra decepción. Usted, en la explicación del título de su libro utiliza la misma palabra: “Mi verdad. De la Revolución cubana a la decepción. Historia de una luchadora”. Hábleme de esa palabra en relación a usted y a la Revolución. – Bueno, con Huber hemos sentido lo mismo: decepción en cuanto a lo que en un momento dado sentimos por la Revolución y en lo que ésta derivó con el tiempo. Él es algo mayor que yo… – Orilla los 90, si es que no los pasó… – Yo soy una “niña” a su lado: tengo 66. Él lucho en la sierras, junto a Fidel, y yo al momento de triunfar la Revolución tenía 15 años. Y a mí me fascinó Fidel, sus discursos cargados de fuerza, de emoción, de ideas de libertad… La Revolución había sido hecha por hombres y mujeres que entregaron todo por derrotar a la dictadura de Batista… – Alguna vez dijo que los discursos de Fidel en aquel tiempo iniciático de la Revolución, los escuchaba en términos del Evangelio. ¿Ahí abrazó el comunismo? – Fue cuando comencé a estudiar medicina. Pero con el tiempo me fui dando cuenta del sistema cerrado, acrítico, un espacio donde lo propio, lo que pertenecía incluso a la esfera más privada de uno, era definido, controlado por el poder. Me defendí dedicándome de lleno, a entrega total, a la medicina… pero el sistema ahogaba y ahoga y yo comencé a ser crítica… y bueno, lo demás es conocido. – ¿Cómo es su relación con su seguridad en relación a cómo la ha perseguido el régimen castrista y cómo -al menos según usted- procura silenciarla incluso aquí, en Argentina? – Yo me siento muy bien en Argentina, muy apoyada por la gente, por quienes creen que la libertad es un valor que tenemos que defender. Debo mucho a Argentina, es muy digna conmigo. Lo sucedido ahora en la Feria del Libro no empaña esta relación tan linda que tengo con Argentina. – Vuelvo a lo de su seguridad. ¿Tiene miedo? – No, no. Tampoco hago alarde de valentía. Simplemente saco fuerzas, tengo fuerzas desde la lucha en la que estoy desde hace años. No me van a vencer. Soy chiquita pero resistente…no me vencerán. ¿Sabe qué le molesta a los Castro de mí? – ¿Que no se rinde? – ¡Sí, sí! No me van a rendir. Y eso les molesta… les perturba que yo siga y siga diciendo lo que pasa en Cuba. ¿Sabe qué les molesta? ¡Que no son mis dueños! Me pueden perseguir, pero no son mis dueños…Yo no soy su esclava. No me pueden esclavizar porque no me siento una esclava de ellos. Me generan actos como los de la Feria, me inventan cosas en procura de denigrarme… – ¿Qué cosas? – Por ejemplo que estoy ejerciendo clandestinamente la medicina en la Argentina. Pero todo sistema autoritario, todo régimen que persigue la libertad, siempre procura descalificar al opositor. Nunca debate argumentos, descalifica de hecho, invalida de hecho. – ¿Qué lectura hace de esa cultura? – Que expresa una debilidad del régimen. A la hora de explicarse ante las denuncias por la falta de libertad, por perseguir opositores, por negarles el derecho a expresarse, bueno… miente, distorsiona la realidad, evita hablar de lo concreto, de la naturaleza de su política. Miente siempre, miente. Y esa es su debilidad: tiene que perseguir, meter preso por años a quienes lo critican, decir que uno es esto o aquello, que siempre es algo “terrible”. Pero en Cuba, la gente está terminando con su supervivencia. – ¿Qué quiere decir eso? – Claro, la gente ha estado por décadas viviendo en lo que yo llamo supervivencia en relación al poder de los hermanos Castro. Supervivencia porque se vivió y vive con miedo al sistema. El sistema controla y la gente calló y calla. Durante años hizo de su esfera privada el único lugar donde sentirse consigo mismo, pero siempre teniendo en cuenta que el sistema está ahí, siempre ahí. Pero se está perdiendo el miedo… sí, sí… Lo demuestran, por tomar un caso, las Damas de Blanco. Las apalean, las castigan, las hostigan… las patotas del régimen siempre están sobre ellas, pero ellas siguen y siguen. – Alguna vez le escuché decir que la salida del régimen de cara a la Cuba sin los hermanos Castro, quizá se dé por convergencia de sistemas, mixtura de capitalismo y socialismo, vulgarmente definido. Caso China, por ejemplo. ¿Sigue pensando así? – Me parece que es una alternativa, sí, sí, una alternativa. Me parece incluso que es una sugerencia que desde el exterior se le viene haciendo a los Castro.


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