«Soy fatalmente argentino»

Tomás Eloy Martínez fue un fantástico conversador. Sus entrevistas son también un viaje inesperado. En esta breve recopilación se destacan sus puntos de vista acerca de los latinoamericanos, Evita, la Argentina, su visión de los Estados Unidos y de la literatura en Buenos Aires.

El cadáver y el libro de Evita

«El cadáver de Evita es el primer desaparecido de la historia argentina. Durante 15 años nadie supo en dónde estaba. El drama fue tan grande que su madre (Juana Ibarguren) clamaba de despacho en despacho pidiendo que se lo devolvieran. Y murió en 1970 sin poder averiguar nada. No sabía -nadie o casi nadie lo sabía- si la habían incinerado, si lo habían fondeado en el fondo del Río de la Plata. Si la habían enterrado en Europa… A diferencia de los cadáveres desaparecidos durante la última dictadura, que ruegan por ser enterrados, el cadáver de Evita pide ser ofrecido a la veneración. De algún modo, en ´Santa Evita´ hay una especie de conversión del cuerpo muerto en un cuerpo político».

«Me tomé un año sabático para escribirla (´Santa Evita´). Mi mujer me mantenía con sus clases, lo llamó ´la beca Santa Evita´. Estábamos llenos de deudas, debíamos 10.000 dólares al editor de Seix Barral y, cuando terminé, dijimos: ´Si al menos nos alcanzara para pagar…´. No sabía… Escribes en definitiva para ti mismo, no para el lector, para encontrarte contigo mismo, como un modo de reconocerte en lo que desconoces. La escritura es un juego en el que apuestas por el descubrimiento de la vida que hay en ti y no sabes que está ahí».

 

Estados Unidos

«En los Estados Unidos son muy respetuosos de la privacidad. A veces, exageradamente. Son un pueblo muy solidario en el terreno práctico. Por ejemplo, si a uno se le rompe una manguera, allá habrá tres vecinos tratando de ayudarlo a arreglarla. Pero si uno está reprimido, no hay quien le dé una mano. Ésa es la diferencia central. Estoy metido todo el tiempo en problemas de mi país, en efecto, porque escribo sobre mi país o sobre sus dramas. En mi trabajo hablo de eso muchísimas veces. Pero estar inmerso es distinto de cuando la cosa se torna meramente práctica, una cuestión meramente laboral. Cuando hay una cuestión afectiva hay un compromiso grueso del ser, en la cual uno está obligado a cuestionarse infinitamente. Y yo prefiero cuestionarme a solas que cuestionarme en grupos».

 

Los latinoamericanos

«Somos productores de imaginación. En ese sentido, siempre he sostenido que los latinoamericanos -y, muy particularmente, los del Sur; y en esto sumo también a México, los argentinos, los chilenos, los uruguayos y los mexicanos- que no podemos nunca dialogar de igual a igual en términos de tecnología o en materia de discusión científica, sí lo podemos hacer en el terreno de la imaginación. Tenemos más imaginación, tenemos más riqueza literaria, tenemos un lenguaje mucho más rico. Y ahí es donde somos mejores».

 

«Argentina es el país que amo; mi hogar; el país cuyo lenguaje entiendo mejor. Soy fatalmente argentino. Pero me costaría mucho aprender a escribir en Argentina. Yo encuentro aquí [Estados Unidos] mi tono».

«Sí. ´Soy fatalmente argentino´ significa que nacer en cualquier parte es una especie de fatalidad. Uno no toma decisiones. No sé si hubiera elegido otra cosa. No lo creo. Realmente, hubiera elegido el mismo destino que tengo. Pero siempre se trata de una fatalidad, de una imposición ajena. Uno no decide dónde nace».

«Respecto de dónde escribir, o cómo escribir, Argentina, por largas décadas de autoritarismo -y Buenos Aires en particular- es una ciudad muy represora. Todo el tiempo está diciéndole a uno lo que tiene que hacer, cómo lo tiene que hacer y echándole en cara si uno defrauda a la gente. Yo creo que la carrera de un escritor, como la de cualquier ser humano, se compone de los errores, y de ellos se aprende. Los errores nos salvan».

«En los Estados Unidos son muy respetuosos de la privacidad. A veces, exageradamente. Son un pueblo muy solidario en el terreno práctico. Por ejemplo, si a uno se le rompe una manguera, allá habrá tres vecinos tratando de ayudarlo a arreglarla. Pero si uno está reprimido, no hay quien le dé una mano. Ésa es la diferencia central. Estoy metido todo el tiempo en problemas de mi país, en efecto, porque escribo sobre mi país o sobre sus dramas. En mi trabajo hablo de eso muchísimas veces. Pero estar inmerso es distinto de cuando la cosa se torna meramente práctica, una cuestión meramente laboral. Cuando hay una cuestión afectiva hay un compromiso grueso del ser, en la cual uno está obligado a cuestionarse infinitamente. Y yo prefiero cuestionarme a solas que cuestionarme en grupos».

 

Los latinoamericanos

«Somos productores de imaginación. En ese sentido, siempre he sostenido que los latinoamericanos -y, muy particularmente, los del Sur; y en esto sumo también a México, los argentinos, los chilenos, los uruguayos y los mexicanos- que no podemos nunca dialogar de igual a igual en términos de tecnología o en materia de discusión científica, sí lo podemos hacer en el terreno de la imaginación. Tenemos más imaginación, tenemos más riqueza literaria, tenemos un lenguaje mucho más rico. Y ahí es donde somos mejores».

 

«Argentina es el país que amo; mi hogar; el país cuyo lenguaje entiendo mejor. Soy fatalmente argentino. Pero me costaría mucho aprender a escribir en Argentina. Yo encuentro aquí [Estados Unidos] mi tono».

«Sí. ´Soy fatalmente argentino´ significa que nacer en cualquier parte es una especie de fatalidad. Uno no toma decisiones. No sé si hubiera elegido otra cosa. No lo creo. Realmente, hubiera elegido el mismo destino que tengo. Pero siempre se trata de una fatalidad, de una imposición ajena. Uno no decide dónde nace».

«Respecto de dónde escribir, o cómo escribir, Argentina, por largas décadas de autoritarismo -y Buenos Aires en particular- es una ciudad muy represora. Todo el tiempo está diciéndole a uno lo que tiene que hacer, cómo lo tiene que hacer y echándole en cara si uno defrauda a la gente. Yo creo que la carrera de un escritor, como la de cualquier ser humano, se compone de los errores, y de ellos se aprende. Los errores nos salvan».

«Argentina es el país que amo; mi hogar; el país cuyo lenguaje entiendo mejor. Soy fatalmente argentino. Pero me costaría mucho aprender a escribir en Argentina. Yo encuentro aquí [Estados Unidos] mi tono».

«Sí. ´Soy fatalmente argentino´ significa que nacer en cualquier parte es una especie de fatalidad. Uno no toma decisiones. No sé si hubiera elegido otra cosa. No lo creo. Realmente, hubiera elegido el mismo destino que tengo. Pero siempre se trata de una fatalidad, de una imposición ajena. Uno no decide dónde nace».

«Respecto de dónde escribir, o cómo escribir, Argentina, por largas décadas de autoritarismo -y Buenos Aires en particular- es una ciudad muy represora. Todo el tiempo está diciéndole a uno lo que tiene que hacer, cómo lo tiene que hacer y echándole en cara si uno defrauda a la gente. Yo creo que la carrera de un escritor, como la de cualquier ser humano, se compone de los errores, y de ellos se aprende. Los errores nos salvan».


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios