Su estampa y su suela

La mirada y la estampa cargada de bohemia. Ami-go de sus amigos y forma-dor de grupos que construía con la argamasa de las cosas simples. Ese era el 'Pato'.

El mismo que hace casi 40 años se metió en la piel roja del hincha de Independiente, cuando un muy jo-ven Julio Humberto Grondona lo fue a buscar a la vereda de enfrente (o sea Racing) para que se transforme en un símbolo, tanto como jugador o como técnico.

«Gracias señor Pastoriza, por todo lo que nos da. Esta hinchada le agradece, le agradece hasta el final…» fue el grito de devoción y agradecimiento que los hijos de la 'Doble Visera' le tributaron a este rosarino después de que el 'rojo', con el 'Pato' sentado en el banco, culminara en Japón y ante el Liverpool inglés, uno de los ciclos más brillantes en la historia del club. Fue hace ya 20 años.

Hoy la realidad supera con brutal indiferencia, la fuerza del corazón. La arrolla sin piedad. El 'Pato' ya no está. Se fue con el buzo puesto. La muerte lo encontró en la búsqueda de la mística perdida. Luchando por reflotar el desvanecido 'orgullo nacio-nal', que el egoismo y la incapacidad dirigencial se encargaron de materializar.

No se refugió en el panel televisivo a hablar de tácticas, que se caen como un castillo de naipes ante un caño o un quiebre de cintura; ni en una columna de opinión, recordando los viejos buenos tiempos.

A los 62 años se fue con las botas puestas. Con las suelas gastadas de tanto fútbol para que 'su' Independiente, vuelva a ocupar el lugar que nunca debió dejar.

Walter Rodríguez

Nota asociada: Murió el 'Pato', el hombre que vivía demasiado  

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