Su silla de ruedas ocupa lugar y no puede estudiar 22-4-03

José tiene el apoyo de muchos de sus compañeros, pero este año será muy difícil que pueda viajar a Roca. NEUQUEN (AN).- «Hasta el momento no quise usar la palabra discriminación, pero ahora no sé qué pensar». José Eduardo Sáez, de 26 años, es un alumno brillante de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional del Comahue (UNC). Tiene 9 de promedio. Sobrelleva una enfermedad que provoca el deterioro progresivo de la musculatura: el Síndrome de Werdining Hossman, una afección que lo relegó al uso permanente de una silla de ruedas. Desde que comenzó la carrera, hace tres años, tuvo que lidiar con los problemas de traslado entre Neuquén y Roca para cursar las materias. Las empresas de transporte que contrató se escudaron que su traslado genera pérdidas económicas y dejaron de llevarlo. Es que para viajar debían desmontar dos de las butacas y así crear un espacio para que entre la silla de ruedas. Obligado por la situación, el año pasado terminó de cursar materias de tercer año alquilando para si solo una camioneta chica que manejaba un desocupado. Llegó a pagar 360 pesos por mes, pero cuando el chofer consiguió otro empleo, se quedó sin la posibilidad de seguir viajando a Roca. Al costo del viaje, se suma el hecho de que la mamá de José -Nilse- es la única fuente de ingresos de la familia. Los gastos se hacen muy pesados, dado que el chico recibe una atención médica especializada, con el consiguiente gasto en medicamentos El año pasado, el muchacho sólo obtuvo tres cuotas de una beca provincial por un monto de 1.000 pesos, que no llegaron a cubrir ni la mitad de los gastos de traslado hasta la facultad de Derecho y Ciencias Sociales. La expectativa este año pasa por acceder a un beneficio similar pero el presidente del Consejo Provincial de Educación, Mario Pilatti, ya les advirtió que «no sabía cuándo iban a salir las becas», en las que se inscribió nuevamente. Sin embargo, si este beneficio le fuera otorgado, no sería suficiente para pagar los gastos de transporte. Necesitaría de una cifra mayor. Cuando se iniciaron las clases este año, José consideró la posibilidad de acudir a un remís para seguir viajando ante la negativa de los transportistas. «Pero me presupuestaron 110 pesos por viaje, una cifra que no puedo pagar. Este año tendría que viajar entre tres y cuatro veces por semana; es decir, casi 350 pesos en cinco días, lo que suma más de un tercio de la beca sólo en este lapso», lamenta José. Para el estudiante neuquino «discriminación» no es una palabra de uso frecuente, pero a la vista de los acontecimientos no piensa en otra cosa. «El reclamo que hago no es solamente por mí. Hay muchas personas que se encuentran en condiciones similares», indica el joven. Los únicos que se acercaron para darle algún tipo de solución a sus problemas han sido un puñado de compañeros que lo alientan a seguir con la carrera, y le acercan las fichas de estudio de algunas materias. «Pero hay materias que se pueden cursar solamente con la modalidad presencial; hay que estar en el aula sí o sí», explica. La mamá de José Eduardo -así lo llama ella- comentó que «la ley provincial de protección al discapacitado asegura la atención médica y la educación en un contexto de armonía; algo que en este caso y en otros tantos no se está cumpliendo». Madre e hijo no piensan bajar los brazos.


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