¡Suelta la cuerda!

Hace ya 12 años que Pearl Jam editó unos de sus discos más emblemáticos: "VS". Fue en los años de la movida grunge, hoy en el recuerdo. Un disco imprescindible para entender un momento de la historia del rock en los '90.

Si 20 años no es nada para el tango, 12 tampoco deberían serlo para el rock. Pero las cosas van tan rápido. Este minúsculo punto del universo ha establecido sus propios horarios: caprichosos, desfasados e incoherentes.

Todos corren, todos van hacía algún sitio. Los músicos, en especial los de los géneros pop y rock, protagonizan un torneo que tiene como premio mayor el estrellato. Y los deportistas y los actores de cine ya no pueden dormir pensando en la fama. No importa si «fama» no es sinónimo de «talento» o » realización».

¿Y a qué iba esto? A que en menos de 12 años fue enterrada y beatificada la movida «grunge». Lo cual no sería una lástima si no fuera porque en el camino se quedaron acumulando polvo algunos buenos discos de aquella época.

Tal vez a los discos les pasa como a los libros: en ciertos momentos se habla mucho de ellos, incluso se venden, pero en realidad no se leen. Recordar un disco es un consuelo frente al olvido permanente. Además, implica poner una fuerte dosis de romanticismo sobre la mesa.

Doce años atrás, Pearl Jam sacaba al mercado su CD más emblemático, el que transformó a esta banda, por entonces joven y despreocupada, en un ícono de una generación y del inevitable juego de mercado que conlleva el éxito. Fiesta a la que también asistió Nirvana con su conocido desenlace.

No es la intención de este artículo hablar de la movida de Seattle, ni desarrollar una biografía de la banda que días atrás anunció que a fines de este año volverá al ruedo con un nuevo larga duración.

Hablemos de «VS». El cuadernillo de presentación es de por sí un guiño. Un microlaberinto que desnuda a la banda parte por parte.

Entre otros muchos detalles, la letra de una de las mejores canciones del disco, «Indifference», no aparece entre sus páginas. Nos quedamos apenas, y no es poco, con l voz furiosa de Eddie Vedder relatando sus convicciones de poeta en llamas.

La literatura de los temas está fragmentada. A veces se los encuentra completos, en otras faltan segmentos que luego interpreta Vedder como si nada fuera materia establecida. Hay una construcción estética a partir de la casualidad y lo caótico que le otorga extrema vitalidad a este aspecto del CD. La gráfica juvenil, alternativa, el espacio de las hojas poblado de ideas, fotografías e imágenes son otros elementos creativos que revelan una posición frente a la vida.

«VS» es un disco equilibrado. Hecho con paisajes bastos y cambiantes. La ecuación ha sido desde en

tonces muy copiada por otros grupos. Al sonido tímido que abre varios de los temas le siguen el preámbulo y, de inmediato, la tormenta que nos llevará al principio del camino.

Curiosamente «VS» no podría definirse como un disco lleno de hits o del que pueda enarbolarse una canción como la gran referente de su producción. Posee sobresalientes composiciones pero ninguna de ellas tiene la disimulada intención de terminar convirtiéndose en el jingle de un comercial de celulares o gaseosas.

Hay algo premeditado en todo esto. Las variaciones constantes de las bases rítmicas del grupo (Dave Abbruzzese, batería y Jeff Ament, bajo), la vocalización ambivalente, intensa y no pocas veces desgarradora de su líder, las letras ambiguas, extrañas, poderosas, y una especial brusquedad expresiva que desemboca una y otra vez en el virtuosismo de sus guitarras (Stone Gossard y Mike McCready), componen en total una obra absolutamente impensada para un mercado predecible.

«VS» significó un hito y 12 años después puede considerárselo como un hecho artístico que se alimenta todavía de sí mismo. «VS» nació siendo una leyenda.

Si bien «Animal» y «Daughter» son dos de sus canciones más difundidas y representan cabalmente la amplitud de un grupo que utilizaba el rock como punto de partida para recorrer un espectro compositivo, que iba del folk a la balada casi pop, pasando por el punk bien '70. «Drop the leash» podría ser considerada como un himno de su tiempo.

La poesía intrincada que ha caracterizado al grupo desde su nacimiento se vuelve aquí un manifiesto no exento de cinismo.

«Almas atormentadas únanse/ nos tenemos a nosotros esta noche/ yo soy el combustible/ ustedes son mi amigos/ estoy perdido/ no soy un guía pero estoy a su lado, de su lado/ soy un joven amante/ fue su idea, yo demostré ser un hombre/ encontraré por mi mismo una casa/ encontraremos un camino/ encontraremos nuestro camino/ suelta la cuerda, suelta la cuerda/ somos jóvenes, suelta la cuerda/ somos jóvenes, suelta la cuerda/ disfruta de tu juventud», canta el viejo Eddie y nos emociona hasta las lágrimas.

Luego pasaron los años, las disputas por el valor de las entradas, los discos piratas, los porcentajes, las peleas internas, los rumores de separación, el desgano, los espacios en blanco. En fin, lo que suele llegar cuando nos hacemos adultos y empezamos a preguntarnos ¿qué era lo que soñamos una vez?

Claudio Andrade


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