Sundance presenta una conmovedora declaración sobre la eutanasia
El documental “How to die in Oregon” (Cómo morir en Oregon) está en competencia en el festival de cine independiente que se realiza hasta el domingo en la estación de invierno Park City, en las montañas de Utah (oeste).
Son estadounidenses, enfermos en fase terminal y han decidido recurrir a la eutanasia tal y como los autoriza la ley. A través de testimonios, el cineasta Peter Richardson lanzó en Sundance una emotiva y modesta declaración a favor de una muerte “digna”.
El documental “How to die in Oregon” (Cómo morir en Oregon) está en competencia en el festival de cine independiente que se realiza hasta el domingo en la estación de invierno Park City, en las montañas de Utah (oeste).
En 1994, el estado de Oregon (oeste) fue el primero en Estados Unidos en legalizar la eutanasia para algunas enfermedades en fase terminal. Desde entonces, más de 500 ciudadanos del estado han decidido terminar su vida con asistencia médica.
Roger Sagner, afectado de un cáncer generalizado, es uno de ellos. Y el documental de Richardson comienza con las imágenes de sus últimos momentos, cuando está a punto de tomarse la mezcla que le inducirá el coma y provocará luego su muerte. Pero no hay tristeza en estas imágenes.
El anciano, rodeado de sus seres queridos, perfectamente lúcido y cansado de los asuntos legales que le presenta la voluntaria que le acompaña en esta etapa -”¿Está seguro de su decisión?”, “¿Sabe usted lo que significa tomar la medicina?”- Y él responde rápido: “¡Tráeme la maldita bebida esa!”.
Y antes de acostarse a esperar la muerte no olvida agradecer a los electores de Oregon: “Me dieron el honor de que se me conceda el derecho a elegir mi muerte”.
“Yo sabía, cuando hacía la película, que si me llegaban imágenes de alguien poniendo en práctica la ley, o si yo podía rodarlas, yo las pondría al inicio del filme”, dijo a la AFP Peter Richardson.
“No quería que la estructura narrativa hiciera de la muerte el punto final de la película. Eso me hubiese parecido manipulador y desubicado. Esta escena tal como está, no es ni macabra ni sangrienta ni fantástica sino apaciguada”, agregó.
Una de las principales cualidades del documental es sin duda su pudor y su negativa a caer en el voyeurismo.
Lo que deseaba el cineasta era “contar la experiencia directa de personas que hubiesen decidido beneficiarse de la ley Death with Dignity (Morir con Dignidad). Queríamos mantenernos en los hechos y no en la teoría. En la experiencia personal y no en la política”, dijo.
El documental sigue particularmente el destino de Cody Curtis, una mujer de 54 años que padece de cáncer al estómago.
Con una fuerza y honestidad impresionante, Curtis cuenta durante más de un año sus estados de ánimo, sus temores, a veces sus esperanzas y finalmente su determinación a tomar el medicamento mortal.
El cineasta reconoce haber tenido por momentos vergüenza de filmar estos instantes tan íntimos. “Pero me decía que yo estaba ahí porque me habían invitado estas personas. Ellos querían contar su historia. Ellos sabían que sus experiencias y sus historias podrían reconfortar a otras personas”, agregó.
El documental da seguimiento también a la lucha de una viuda del estado de Washington, cuyo marido murió tras una terrible etapa de sufrimiento, para que se apruebe la eutanasia en su estado. Una lucha que terminó en victoria en 2008.
Al día de hoy, solo un puñado de países en el mundo han legalizado la eutanasia, entre ellos Bélgica y Holanda, mientras en Francia el Senado acaba de votar en contra.
En Estados Unidos, el estado de Montana (noroeste) decidirá esta primavera boreal la eventual legalización de la eutanasia, acordada recientemente por la justicia, mientras que Vermont podría adoptar próximamente una ley similar a la que está en vigor en Oregon.
AFP
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