Supercopa: lo que ponen en juego Boca y River en un partido único

Tendrá como escenario el estadio Malvinas Argentinas, en Mendoza, hoy a las 21.10.

La derrota en la noche mendocina resultará cara para cualquiera. Será difícil de digerir, el observar como el “enemigo” futbolístico levanta la copa entre los fuegos artificiales, pasará a ser una pesadilla, que puede convertirse en un letal golpe al ciclo de Galllardo como DT riverplatense o la dulce actualidad boquense. Algo es seguro, nada será igual tras el festejo uno u otro.

Hay un mandato ‘futbolero’ que reza que “poco importan los antecedentes y la campaña de cada equipo antes de un clásico” y hay innumerable ejemplos que de así es, pero mañana en Mendoza la actualidad de Boca y River pesará y mucho en el campo de juego por el dispar presente de ambos.

Una cifra tiene mayor significado que el exceso de palabras y la misma es el 23, porque esa la cantidad de puntos que separan a Boca (46) de River (23) en una Superliga que se encamina a un casi seguro festejo boquense.

Esa diferencia es un hierro candente en el corazón riverplatense. Observar la tabla de posiciones de la Superliga y ver a Boca como sólido líder y advertir a River 18vo. y hasta lejos de la clasificación a las copas internacionales es una ignominia y por eso esta super final le sienta mejor al “Millonario”.

Este River, lleno de dudas fubolísticas, bajos rendimientos y una moral liviana como un copo del algodón, espera esta definición como la posibilidad de salvar este pobrísimo presente, en donde sólo su participación en la Copa Libertadores, le permite emerger de un denso sopor.

El triunfo a River no le permitirá salvar el año, pero para el DT Marcelo Gallardo y sus dirigidos esta es la inmejorable chance dar un giro de 360 grados a esta realidad que apenas les permitió gozar de tres victorias en las pasadas 16 fechas de la Superliga.

Por el lado de Bocal la final merece como mínimo el calificativo de “incomoda”. En las huestes “xeneizes” todo es felicidad, los nubarrones son esporádicos, la única incognita que parece asomar en el horizonte del equipo de Guillermo Barros Schelotto es la cantidad de fecha antes del final del certamen en que dará la vuelta olímpica.

Para este Boca, triunfador, opulento, lleno de confianza, con escasas dudas tácticas, más allá de relevantes ausencias, como las de Fernando Gago y Darío Benedetto, este encontronazo con el rival de siempre es como “una piedra en el zapato” y sería una mayúscula mácula en esta victorioso presente.


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