Swing Timers y una cuestión de amor

Swing Timers -Mauricio Percan en clarinete, el pianista Juan Carlos Cirigliano, Roberto Césari en batería y el contrabajista Jorge «Negro» González, con quien «Río Negro» dialogó en el Tortoni, histórico café jazzero- presentó «Tributo a Cortázar» en el Rosedal de Palermo y durante el 10° Festival Internacional de Jazz de Punta del Este, el 5 de enero.

El disco, producido por Javier Maluéndez para El Pie Records en colaboración con la Dirección de Música de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, corona una trayectoria de medio siglo que comenzó en el desaparecido local El Faro, en La Boca, se afirmó en La Cebolla que estaba en Perú cerca de Av. de Mayo, pasó por Excelsior, Splendid, El Mundo y muchas otras radios que ya no están en el dial.

«Excelsior era top por entonces, tenía orquesta estable, fue la primera radio donde tocamos», rememora el «Negro» González. «Salvo las emisoras estatales, en el mundo, al jazz hay que buscarlo con lupa; casi no hay posibilidades de difundir música no comercial. Pero, siempre hay un circuito que nos sigue. Buenos Aires tiene una actividad musical enorme, posee más de setenta teatros y un montón de canales que el público conoce, como FM Urquiza que pasa prácticamente todo el día jazz. Tengo amigos que la sintonizan y no les interesa escuchar otra. Antes había más opciones e incluso la música popular tenía un nivel más elevado, se cuidaba más. También había mucho más trabajo que ahora…».

«En 'Tributo…', de parte nuestra, hay una cuestión de amor, de un interés bueno por lo musical, con las limitaciones que tenemos como cualquiera* un disco es un documento, queda para quien tenga ganas de oírlo. Además, corremos con ventaja. Respecto de la música comercial, la nuestra no tiene vencimiento. Es ahora igual a dentro de quince años, que hace treinta o cincuenta. No envejece. Se puede guardar hasta que llegue un oído interesado. No se echa a perder. En ese aspecto es como la clásica».

– ¿Cómo surgió la idea de homenajear a Cortázar?

– Para los músicos argentinos de jazz, Julio Cortázar tiene una significación especialísima. Primero, era un fanático de este género, lo consumía y estaba metido hasta tal punto que algunos críticos dicen que escribe como si tocara jazz. Cosa que no me extraña. Si no se hubiera dedicado a escribir, se habría convertido en músico. Lo fue en forma amateur; para él, nada más. El año pasado, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad nos convocó para rendirle homenaje en la pequeña plaza que lleva su nombre, donde interpretamos temas que nombra en su libro «Rayuela». Algunos los tocábamos habitualmente, otros los conocíamos y unos pocos, no. Después de ese concierto, Rodolfo García…

– Ex baterista de Almendra, de Víctor Heredia.

– Que está en la Dirección de Música, nos consultó sobre nuestro interés de grabar ese material, elegido de algún modo por Cortázar. Contestamos que sí, revimos las obras, las grabamos y agregamos su voz en la pista trece. Lo hicimos en un tiempo récord, quince horas. Una locura.

– Lo grabaron en vivo.

– Casi. Repetimos muy pocas cosas. Preferimos no reiterar demasiado los temas porque se van deteriorando, empeoran. Conviene que queden frescos y si hay algún error pequeño, lo dejamos, no tiene importancia. Si hacemos dos tomas, generalmente elegimos la primera. Varios quedaron de una sola. Facundo Rodríguez (ingeniero de grabación y mezcla) nos dejó hacer, ser a nuestro modo, un tipo abierto que hizo las cosas inteligentemente. El texto final en la voz de Julio es hermoso, corto, durísimo a la vez, nos lo mostró García y lo aceptamos sin dudar.

– Parece escrito por estos días.

– Eso también nos gustó. Buscamos una crónica que escribió y grabó, después de un concierto de Louis Armstrong, pero estaba en pésimo estado, inaudible en algunos pasajes. «Album con fotos» está perfecta y se relaciona con la Argentina, con América Latina, con una posición política, con el presente… Cortázar tiene una manera de escribir muy profunda, sin vueltas, sin dobleces; madurez claridad, apunta perfecto al lugar donde quiere llegar y no falla. El orden de las obras está dado por las tonalidades y las velocidades rítmicas; dos muy tranquilos o rápidos seguidos no sorprenden al oyente que se va relajando y pierde atención. Para mantenerlo atento, alternamos fuertes, pianos y diferentes ritmos. Eso lo tenemos en cuenta siempre, no sólo en este disco. Nosotros hacemos una música que no requiere preparación; puede gustar o no, pero no hace falta explicarla. Por experiencia, sabemos cómo reacciona la gente.

Los temas que cita Cortázar son muy dispares en cuanto a autores, épocas e intérpretes. Los hay de Armstrong, de Duke Ellington, Thelonius Monk, hay beep bop y jazz tradicional que adaptamos a nuestro estilo para que no sea un collage. Creo que lo conseguimos, estamos contentos. Este compacto tiene una frescura que no siempre se consigue. Manolo Juárez lo ha ponderado mucho, ha dicho que constituimos un ejemplo digno de imitar en la música popular de nuestro país, porque amalgamamos talento con alto sentido profesional; Hermenegildo Sábat, un apasionado del clarinete, dice que está enloquecido con él; Eduardo Lagos me dijo lo mismo.

Eduardo Rouillet

Nota asociada: Cincuenta años de historia

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