Comercio Exterior: Argentina perdió una nueva oportunidad

El gobierno no supo aprovechar el “viento de cola” que llegó desde el exterior. Una gran porción del crecimiento de las exportaciones argentinas se explica por el incremento en los precios mientras que el volumen transado consigna una tasa mucho menor.

ECONOMÍA NACIONAL

Uno de los grandes pergaminos que exhibe el gobierno cada vez que tiene oportunidad, es el crecimiento del sector exportador durante la “década ganada”.

El argumento se basa en los datos del Intercambio Comercial Argentino brindados por el Indec. La serie efectivamente muestra que durante el período 2001-2011 y sólo con el paréntesis de la crisis global de 2009, se produjo un importante crecimiento de las ventas argentinas al mundo (ver gráfico). Mientras que apenas entrados al Siglo XXI nuestro país exportaba bienes y servicios por 26.500 millones de dólares, finalizado el año 2011 ese valor se había multiplicado por tres alcanzando los 84.000 millones.

La performance del comercio exterior durante ese periodo, arrojó saldos comerciales promedio superiores a los 10.000 millones de dólares.

Gran parte del crecimiento económico experimentado en el mismo lapso, se explica por la disponibilidad de dólares producto del superávit comercial. Se trató de una oportunidad única e histórica, en la que nuestro país contó con recursos que potencialmente le permitirían comenzar con una transformación de la matriz exportadora, focalizando en la recuperación de la industria no solo a nivel interno, sino como generadora de valor exportable.

Así lo siguen presentando desde el gobierno nacional, convencidos de que ese proceso efectivamente tuvo lugar gracias a las bondades de la política económica aplicada por el modelo nacional y popular.

Sin embargo, ciertos aspectos de las mismas estadísticas proporcionadas por el organismo estatal, permiten analizar la dinámica comercial argentina de los últimos trece años desde otra perspectiva. Sin desconocer el crecimiento de las exportaciones en la última década, las conclusiones a las que se arriba son muy distintas si en lugar de analizar las mismas en valor, se las desglosa teniendo en cuenta la incidencia en el crecimiento del factor precios y del factor cantidades. Si a ello se agrega la descomposición por rubros, y se focaliza en aquellos en que Argentina tuvo históricamente ventajas comparativas, se observa que el resultado de los últimos seis años, no es tan exitoso como se pretende.

Viento de cola

Cuando en la primera parte de la gestión kirchnerista, lo números de la economía comenzaron a mostrarse positivos y la recuperación económica tendió a consolidarse, muchos de los detractores del oficialismo alzaron la voz señalando que Argentina estaba siendo impulsada por el “viento de cola”. Se referían a los buenos precios internacionales para las commodities, y a un buen contexto global que entre otras cosas proporcionaba un importante crecimiento para la demanda de los productos argentinos. Casi diez años después, los datos oficiales parecen confirmar que algo de cierto de todo esto había.

Un estudio presentado por la consultora Econométrica en base a la estadística oficial, da cuenta de que una gran porción del crecimiento en las exportaciones argentinas se explica por el incremento en los precios, y que el volumen transado por nuestro país ha crecido en menor cuantía que los mismos.

Sabido es que el valor final obtenido por las ventas al exterior, es el resultado del producto entre las cantidades transadas y su precio. Sin embargo mientras que las cantidades producidas tienen estrecha relación con la capacidad del país para fomentar políticas sostenidas que permitan incrementar la inversión, el desarrollo y la productividad; los precios de los bienes que Argentina comercia, se establecen de manera exógena en el mercado internacional, sin que nuestro país pueda hacer nada para influir en los mismos.

Por esa razón, el verdadero éxito de la política comercial debiera potenciar la capacidad de producción de bienes, evitando los altibajos de la incidencia positiva o negativa de los precios internacionales producen sobre el valor total exportado.

En este sentido, si se analizan las tasas de variación anual promedio de las exportaciones, se observa que el periodo 2002-2007 se caracterizó por un crecimiento muy por encima de la media de los últimos quince años (periodo 1998-2013). Fueron estos años, los del mandato de Néstor Kirchner, los que presentaron un crecimiento exponencial de las ventas en valor. La tasa anual de crecimiento promedio de las exportaciones alcanzó el 16,9%, si se considera el valor total de las mismas. Pero al desglosar ese crecimiento entre precio y cantidad, el avance se debió en un 10,9% al primero y solo en un 5,4% al segundo. El dato confirma que el viento de cola de los precios fue un factor crucial en la dinámica del crecimiento.

Si se compara además, la performance Argentina con respecto a la registrada en el resto de América Latina y el mundo, se observa que mientras las cantidades exportadas crecieron un 29,8% en el periodo 2002-2007 en nuestro país, en América del Sur y Central las cantidades vendidas crecieron un 45%, en Asia un 86,6% y a nivel global un 42,7%. Otro dato que demuestra que el avance de las exportaciones nacionales durante la primera parte de la década ganada, se produjo en un contexto de formidable crecimiento económico global que favoreció también a la Argentina. Permite también pensar que el crecimiento en las ventas pudo haber sido aún mayor al registrado.

La paradoja se produce al analizar el periodo 2007-2013, cuando las tasas de crecimiento promedio de las ventas al exterior caen notablemente. Cierto es, que este periodo incluye la crisis económica global del año 2009 desatada a raíz de la explosión de la burbuja del sistema de crédito hipotecario en EE.UU., que indudablemente afectó el nivel de demanda global para nuestras exportaciones, y naturalmente influye a la baja en las tasas de crecimiento de las ventas. Aún así, los números demuestran que en la segunda mitad de la década kirchnerista, la dinámica exportadora decayó notablemente en comparación con la primera etapa del mismo gobierno. En este periodo, el valor de las exportaciones creció en promedio a una tasa anual del 6,5%. Pero al analizar ese crecimiento diferenciado precio y cantidad, se observa que el crecimiento aportado por los precios alcanza el 6,4%, mientras que las cantidades apenas crecieron en promedio un 0,1%.

Para entender el porqué del quiebre en la tendencia, hay que considerar que precisamente el 2007 marcó el inicio de la etapa más dura de política populista en el país. A partir de este año se sucedieron el conflicto con la patronal del campo por las retenciones móviles, la intervención del Indec, el incremento exponencial del gasto público y la aceleración de la inflación a tasas de dos dígitos. El incremento de los costos en pesos a un ritmo muy superior al de los precios internacionales de las commodities, sumado al progresivo atraso cambiario desde 2007 en adelante, son buenos argumentos para explicar el cambio observado en las ventas al exterior.

Un condimento extra, son las restricciones aplicadas desde 2011 a la importación de bienes y servicios, en busca de evitar la sangría de dólares al exterior. La reciprocidad es un elemento clave en las transacciones comerciales internacionales, y los países (incluso Argentina) adhieren a la teoría del “igual trato”, que las obliga a conceder los mismos beneficios a todos los estados con los que comercian. Pero el concepto también funciona al revés: cuando un país decide restringir la entrada de productos desde otro país, es muy probable que ese país y sus socios comerciales decidan, como represalia comercial, dejar de comprarle. Otra posible explicación del freno experimentado en las ventas al extranjero durante el último periodo.

La matriz exportadora

Para poder tener una noción acabada de la dinámica comercial, es un buen ejercicio analizar la matriz exportadora, dividiendo las ventas al exterior en los distintos rubros de bienes que les dan origen. El formidable crecimiento del comercio durante el periodo 2003-2007 se presentaba como una oportunidad histórica de cambiar la composición de las exportaciones argentinas, históricamente basadas en la producción primaria y las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA), permitiendo el crecimiento y desarrollo de los sectores productores de Manufacturas de Origen Industrial (MOI). Tal fue el argumento de justificación para la implementación de las retenciones a la exportación de granos. El sector agropecuario es el más dinámico de la economía argentina desde la época del modelo agroexportador de Sarmiento a fines del Siglo XIX. El clima y la geografía le otorgan a nuestro país ventajas comparativas respecto al resto del mundo para la producción de granos y carne, lo que permite contar con costos competitivos a nivel global. El objetivo era entonces generar una transferencia de recursos desde el agro hacia la industria. Históricamente este sector se caracterizó por tener altos costos en relación al resto del mundo y ser dependiente de la importación de insumos, lo que le impedía ser competitivo al exportar.

Una vez más, el plan pareció ser efectivo en el período 2002-2007, cuando las MOI exportadas crecieron en volumen a un promedio del 9,1% anual mientras que las cantidades de MOA lo hicieron a una tasa promedio del 6,7%.

Sin embargo atravesado el umbral del año 2007, se evidencia que el desarrollo obtenido en el sector industrial no se consolidó lo suficiente como para compensar la caída registrada en las cantidades exportadas desde el sector primario.

En el período 2007-2013 las cantidades exportadas de productos primarios cayeron a una tasa promedio anual del -0,9% y las de MOA lo hicieron a una tasa promedio anual del -2,2%. En este periodo, el crecimiento de las exportaciones agropecuarias solo se explica por el inmejorable nivel de precios internacionales para los granos y sus derivados.

Distintos factores sirven para explicar la caída en el nivel de cantidades exportadas desde el sector primario. Las más relevantes tienen relación directa con la política comercial aplicada por el gobierno de Cristina: retenciones, atraso cambiario, instrumentación de autorizaciones de exportación, e incremento de costos internos.

Nuevamente una parte importante del discurso oficial durante la última década choca de frente con la cruda realidad: pese a que la Presidenta no se cansa de recalcar que la última década es el mejor periodo de la historia para los exportadores, no se logró en ese lapso el desarrollo adecuado del sector industrial exportador, ni se fortaleció mediante las políticas adecuadas el sector agropecuario, exportador por excelencia.

A quién le vendemos

Si hay un país que verdaderamente pasó a jugar en las grandes ligas en la última década es nuestro hermano mayor, Brasil. El gigante americano logró acoplarse por producción, competitividad y crecimiento, a los cuatro países emergentes más grandes a nivel global a saber: Rusia, India, Sudáfrica y China, conformando lo que se ha dado a conocer como el grupo de los “BRICS”. Toda una oportunidad para Argentina, siendo que se trata de nuestro principal socio comercial. El sentido común indica que la estrategia argentina debiera ser “colgarse” del éxito brasilero y usarlo de trampolín para hacer crecer la inserción en los países donde nuestro vecino llega y nosotros no.

Los números muestran que si bien Brasil sigue siendo el destino principal de las exportaciones argentinas, no existe un crecimiento significativo de la participación brasilera en el total de las ventas argentinas al exterior. En el año 2002 el 18,8% de los productos exportados tenían como destino el país carioca. Llegado el 2013 la participación llega al 21,2%. Poco, si se piensa en la relación bilateral como un elemento estratégico de salida al mundo.

Al mismo tiempo, el crecimiento de China como destino de los productos argentinos es destacable. En los últimos diez años, el país asiático pasó del quinto al segundo lugar como principal destino de las exportaciones nacionales, llegando en 2013 a tener una participación del 7,2%.

Diego Penizzotto diegopenizzotto@rionegro.com.ar


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