«Constitución Argentina, letra muerta y el peligro de convivencia sin reglas»

La Constitución de la Nación Argentina es la piedra fundamental sobre la cual se construyó y se construye nuestra sociedad. La Carta Magna de nuestra Nación, es el pacto social que ha suscripto cada uno de los ciudadanos de nuestra república, por medio de sus representantes, tendientes a conformar un Estado de Derecho que vele por el interés colectivo, y no por un interés individual y sectorial.

En la misma, la sociedad en su conjunto delega el poder del uso de la fuerza, monopolizándola en el estado, como una forma de evitar que los conflictos sociales e individuales importen conducirnos a la anarquía y al desgobierno.

La Constitución de la Nación Argentina, en su art. 14 establece los derechos de los habitantes de la Nación, entre los cuales enumera el derecho a la propiedad, la libre circulación por el territorio argentino.

En su artículo 17 establece que la propiedad es inviolable y no pueden ser privados de ella sino en virtud de sentencia fundada en ley.

En ella encontramos, no sólo los derechos que como ciudadanos nos corresponden, sino también encontramos las garantías de que esos derechos serán respetados y crea las instituciones que velarán por que eso ocurra.

Es por ello, que en la forma de gobierno, los pilares fundamentales están en el Poder Judicial, quien va a dirimir los conflictos que se susciten, el Poder Ejecutivo quien está a cargo de la administración y del cual depende la Policía, y el Poder Legislativo quien sanciona las normas. Toda esta estructura que conforma el estado, importa la existencia de las instituciones democráticas. Y el respeto de esas instituciones es lo que sostiene al Estado y a la sociedad.

En nuestro caso se ha roto el contrato social fundacional, que permite reglar las relaciones entre los ciudadanos de un país. Estamos ante la triste realidad de instalar la anarquía en nuestra provincia, es decir la ausencia del poder público.

En los acontecimientos recientes, ocurridos en la sociedad neuquina, hemos visto que todas estas instituciones, todos los derechos y garantías consagrados, han sido violentados. Todos los valores que dieron origen a la sociedad se han invertido. No se respeta la propiedad privada, se violentan derechos esenciales, no se respeta las decisiones judiciales.

Pero lo que realmente más preocupa es que el monopolio de la fuerza, que en toda sociedad civilizada se encuentra a cargo exclusivo del estado, guardián de todos los derechos, hoy ya no es exclusiva en Neuquén.

El uso de la fuerza se ha visto legitimado en grupos de personas quienes directamente desobedecen una orden judicial y atacan a quien tiene la obligación de cumplirla.

Toman propiedades por la fuerza y/o en el anonimato, requieren infundiendo temor a la población y a las autoridades.

Pero, también vemos a estas autoridades, que ante las necesidades que presenta la sociedad, tardan en dar respuesta, y cuando las dan, buscan un fin totalmente electoralista, que le lleva a dar órdenes y contraórdenes, que ofuscan aún más a la sociedad.

En este contexto vemos a la sociedad neuquina enfrentadas entre quienes tienen una vivienda y quienes no la tienen, vemos a la sociedad neuquina carente de respeto, no sólo de las instituciones sino de valores humanos elementales, donde no importa el medio con que se obtiene un derecho sino el fin, sin importar las consecuencias.

Vemos convalidar tomas, cortes de ruta, políticos corruptos, vemos utilizar la fuerza en forma ilegítima, vemos a la propia justicia resolver de acuerdo a intereses sectoriales, vemos desmembrarse a la sociedad sin respetar los derechos y garantías consagrados en la Constitución. Estamos en el umbral de la vigencia de la ley del más fuerte.

Juan Mario López

LE 7.748.282

Neuquén


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