Explosión, caos, esperanza… y silencio

“Se escuchó como una explosión”. Así, confundido y sin saber todavía lo que pasaba, lo pudo explicar el hombre, de mameluco y con las manos engrasadas. Estaba terminando el laburo del día y tenía anotado mentalmente cruzarse a comprar antes de las 20. Nunca lo pudo hacer. Las puertas de su casa, empapelada con glorias del Turismo Carretera, fueron de las primeras en abrirse a los que llegaban desesperados buscando ayudar o un refugio.

El día se terminaba y los mensajes comenzaron a circular. “Algo pasó en La Coope del Oeste”, recuerdo que me escribió un colega. A las 19:45 del jueves 25 de octubre de 2012, una columna del edificio que usaba el supermercado la Cooperativa Obrera, de Godoy y Ortega y Gasset, cedió y el techo se vino abajo. Juan, Tiago y Fedra Yáñez, Evans Aguilar y Lorena Ockier, Carlos Arrigoni e Ida Martínez no salieron con vida. Otras 20 personas, entre ellos Claudio Yáñez, tío de Juan y Tiago y padre de Fedra, fueron rescatados de los escombros en las horas posteriores al desplome.

En los primeros minutos las calles cercanas eran una locura. Las sirenas estaban conectadas en directo. Algunas efectivos sueltos intentaban contener una marea de vecinos, curiosos y rescatistas que iban haciendo número. El súper del barrio se había derrumbado y cualquiera podía estar ahí adentro.

Rápidamente todo se fue ordenando. Las ambulancias, decenas de ellas, se encolumnaron. Los rescatistas y los voluntarios trataban de tener el control de la situación. Se tomaron todas las medidas de rescate y poco a poco se aseguró el lugar. De pronto hubo vallas, cámaras, periodistas y un cordón de seguridad. Se pidió silencio. Todos colaboraban. Alguien estalló en llanto, quería saber dónde estaba su madre.

Nadie sabía esa madrugada cuántas personas estaban atrapadas. El periodismo hace una estimación. Los que no encuentran a sus familiares todavía confían en que, asustados, estén en otro lugar sin responder llamados. Pasan las horas, pero no pierden la esperanza de hallarlos con vida. Recuerdan otros casos y rezan.

Apoyados unos en otros. Consolándose de pie y en la calle. Después en las instalaciones del BPN y más tarde en una carpa, fueron esperando juntos las novedades. Las malas noticias iban llegando con cuentagotas. El desconsuelo confirmaba íntimamente la tragedia. Las especulaciones, con el correr del tiempo se fueron convirtiendo en horribles verdades.

Sábado a la tarde. Casi 48 horas después no había más esperanzas. Algunos tuvieron que velar a sus familiares mientras guardaban un resto de esperanza en los rescatistas. Ese sueño nunca llegó. Lentamente fueron dejando el pavimento de Godoy inundados en lágrimas. En un silencio de dolor. Silencio que acompañó los reclamos de justicia.

Federico Aringoli

federico@rionegro.com.ar

El derrumbe en la Cooperativa Obrera


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios