Folclore a la escuela

la peña

jorge vergara jvergara@rionegro.com.ar

Las distancias entre el folclore y las nuevas generaciones parecen ser cada vez más grandes. Es que poco o nada se hizo para acercar el género, tal vez el más propio de todos nosotros, a los chicos, a aquellos que tendrán que preservar su existencia. Y no son cuestiones terminantes las que digo, pero los más jóvenes en su gran mayoría están completamente alejados del folclore, a tal punto que apenas si conocen a alguno de sus exponentes y de casualidad. Pero no es responsabilidad de ellos ni mucho menos. En todo caso, como siempre dijimos, es un poco desde la misma casa que debe comenzar la tarea de inculcar esta música, no como imposición, sino como parte de la divulgación cultural que nos corresponde en una cuestión que sin dudas debemos preservar. No se trata de que el folclore pase a ser la música de preferencia de los más jóvenes, simplemente se trata de que la conozcan y también sean difusores, intentar que les guste, que la canten, que la bailen, pero no en desmedro de otro género. Pueden convivir en los gustos de las personas diversos géneros, pero para lograr eso hay que fomentarlo, mostrarles, hacerlos escuchar. Y debo admitir que un buen gesto en ese sentido es una iniciativa de Yamila Cafrune, exponente de esas que llevan el folclore en la sangre, que decidió mediante un libro llegar a la escuela. Por eso decidió llamarlo “El folclore va la escuela”. Refleja las culturas de diferentes regiones geográficas de Argentina a través de sus cantos, ritmos y danzas, vinculados con la historia y los personajes que forjaron el país. Según información de la agencia Telam, el libro tiene trece capítulos y cuenta con propuestas didácticas para las escuelas de nivel inicial y primario que busca fomentar el sentido de pertenencia cultural y de argentinidad en los chicos. Según se explica, el texto viene acompañado por un CD, cuyas canciones “la mayoría de los cuales son interpretadas por Yamila- funcionan como disparadoras de actividades para diferentes temas que reúne el manual escolar”. Yamila Cafrune, mujer de apellido muy ligado al folclore, explicó que el libro surgió luego del espectáculo “El Folclore va a la escuela” –que comenzó en el 2009 con el objetivo de difundir costumbres y creencias– porque “notamos que en las grandes ciudades los niños están un poco alejados del folclore, no motu proprio sino por desconocimiento”. “De qué manera podíamos hacer algo nosotros, desde el escenario, para colaborar a que los chicos conozcan más sobre nuestro folclore”, se preguntó. “Va más allá de lo que pretendía. Imaginaba que iba a dirigirse a los chicos. Y esto es para los maestros, lo cual es mucho mejor”, relató Cafrune sobre el manual que realizó a la par de su marido, Esteban Sarlenga. “Tal vez, con el tiempo, (los niños) no recuerden una clase determinada o un contenido específico, pero una canción, una representación o cualquier manifestación artística quedará en la memoria para siempre”. Éste es el “conocimiento y los valores que queremos enseñar”, dijo. “Al himno los chicos no lo cantan porque hacerlo es “vergonzoso”. Yo quisiera que revaloricen las ceremonias nacionales, que no tengan vergüenza, que cada uno de los actos hagan nacer el sentido de pertenencia y amor a la patria”. Es un gran paso que alguien haya convertido en libro la iniciativa de ir a la escuela con el folclore y ojalá le sigan otras más, que lleguen a las aulas y enseñen que hay música más allá de la tele, más allá de las radios y que el folclore no se agota con dos festivales de verano. Es mucho más e invita a sumar para seguir creciendo.


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