Parto respetado

Cada nacimiento es único e irrepetible. Cada uno tiene el momento correcto, no el programado, aún después de las 40 semanas. La mamá y su bebé, están preparados y lo saben. Pero lo que parece una verdad antigua e irrefutable muchas veces choca con el contexto en el que las mujeres traen sus hijos al mundo.

Victoria Rivero es doula y junto a Ana Orellano coordina un espacio de preparación para el parto respetado, que brinda acompañamiento y contención a mujeres que están gestando. Define al parto respetado como el “nacimiento del bebé tal como la mujer decida que sea”, donde ella y su bebé recuperan el protagonismo y los médicos sólo intervienen cuando es necesario.

“Estamos perfectamente diseñadas para parir, nuestro cuerpo es sabio, sabemos qué hacer en cada momento, incluso lo hacemos sin usar la razón, es algo que sale instintivamente y es algo que no podemos controlar. Por eso parto respetado es aquel en el que la mujer logra sentirse tan cómoda y segura de sí misma -y de su cuerpo-, que se conecta con ese instinto más primitivo”, agrega.

Rivero afirma que el parto debería ser respetado en cualquier lugar, sea una institución de salud o una casa porque a diferencia de otros países tenemos una ley que garantiza los derechos de la mujer y el niño al momento de parir y nacer. Pero considera que son pocas las instituciones donde se garantizan estos derechos mínimos. “Si reunimos diez mujeres y les pedimos que relaten sus partos, la mayoría tiene un recuerdo negativo y por eso muchas mujeres deciden alejarse de las instituciones y buscar otras alternativas como por ejemplo un parto planificado en domicilio”, indica.

“El parto lo desencadena el bebé. Si es una mamá sana, un bebé sano, una gestación que pasó por los controles habituales y todo está bien, no hay necesidad de apurar. Cuando comienzan las intervenciones, una lleva a la otra y ahí empiezan las complicaciones. Por eso es importante respetar el momento en que el bebé decida nacer, sin ninguna ‘ayudita’ o intervención por parte del profesional de la salud”, enfatiza.

Las mujeres que acuden a espacios más alternativos llegan buscando algo que no logran recibir en las instituciones; y ella piensa que básicamente es información sobre los derechos que tenemos al parir, con los pros y los contras de cada maniobra que se realiza. Sostiene que ninguna práctica es inocua, que cada una tiene su consecuencia y por eso informar es una obligación hacia la mujer y su compañero.

“Nuestro mensaje no es que no hay que acudir a las instituciones sino que para poder saber qué queremos y qué no queremos es fundamental estar informados, es el primer paso para decidir cómo queremos que nazcan nuestros hijos”, dice. Reconoce que hay profesionales que tienen una postura crítica con respecto al funcionamiento del sistema de salud y que plantean la necesidad de un cambio. “A partir de la información, de exigir nuestros derechos, y de denunciar cuando esos derechos no se respetan, se van a empezar a notar las transformaciones necesarias en las instituciones médicas”, señala.

TESTIMONIOS en primera persona

1) Natalia, madre de un bebé de 1 mes. Tras una cesárea tuvo parto natural en una institución.

Era mi tercer embarazo pero mi pareja era primeriza. Mis experiencias de parto anteriores (el primero fue natural pero el segundo fue una cesárea que ahora considero injustificada) estaban llenas de cosas no decididas y quería que esta fuera diferente. Yo quería en casa y mi pareja no estaba seguro, entonces acordamos algo intermedio: hacer todo el trabajo de parto en casa y la atención concreta del parto en una institución de salud.

Si bien está la ley de parto respetado, no todos los profesionales tienen la actitud de darte a elegir o de informarte de las opciones. Si no estás informada, sólo podés dejarte llevar. En mi caso, el profesional nos escuchó mucho y respetó las decisiones que fuimos tomando.

Llegamos a la instancia del parto, seguros y tranquilos, sabiendo que habíamos elegido al profesional adecuado y sintiéndonos protagonistas… esperando que el parto se desencadene.

Entiendo que hay prácticas médicas que se realizan para preservar la salud del bebé y la mamá pero también hay otras que no.

Mis tres embarazos fueron saludables pero han sido largos. Mi último bebé nació a las 41 semanas y media, con el consentimiento del ginecólogo que estaba al tanto de todo y que había realizado todos los controles. En el transcurso fuimos esperando, el acompañamiento de la doula en ese tiempo fue invalorable. Y así llegamos a la institución. El trabajo de parto más intensivo duró cuatro horas pero durante ese lapso me respetaron mucho, no me pusieron sonda, no me rompieron bolsa, cortamos el cordón cuando dejó de latir y me dieron la placenta. Fueron todas decisiones que nosotros habíamos tomado.

2) Juan, junto a Lorena, es padre de una beba de 40 días que nació en la casa.

A partir de nuestras creencias y nuestro modo de vida nosotros decidimos que el parto fuera domiciliario. Además sabemos que hay un 90% de cesáreas injustificadas y conocemos casos de violencia obstétrica. Para nosotros nuestra hija es alguien lleno de luz y queríamos que llegara al mundo de esa forma y no en una institución, en medio de gritos o con mi pareja acostada en una camilla.

Todo el embarazo lo seguimos con la obstetra que iba a atender el parto en casa, consultamos a otra de una institución y también fuimos al hospital. O sea, nosotros eramos los raritos pero hacíamos tres controles mensuales, tres controles diferentes para estar tranquilos.

El curso de preparto me sirvió mucho para incorporar toda esa información porque no la tenía y que nos permitió el día del parto reaccionar con calma y a ella hacer todo el trabajo. Cuando mi pareja rompió bolsa yo ya sabía de qué color tenía que ser el líquido para quedarme tranquilo o salir al hospital, cómo tenía que respirar para manejar el dolor y las contracciones, cómo controlar los tiempos. Habíamos leído mucho, visto películas, hecho cursos… no era una locura, era posible. La humanidad ha evolucionado así, ha venido pariendo hace millones de años, mientras que el parto institucionalizado tiene menos de 100 años.

A cada lugar que vamos, cuando contamos que nuestra hija nació en casa, nos miran como delirados pero todo lo contrario, estábamos súper concientes e informados.

Ella rompió bolsa a las 2 de la mañana, controlamos el líquido y venía todo bien. Ahí pensé para dentro ‘vamos al hospital’ pero no lo dije y enseguida me empecé a controlar. Después de dos horas llegaron las contracciones más fuertes; pasó el mediodía y la beba terminó naciendo a las 5 de la tarde. Lo fuimos transcurriendo, en eje, ella y yo. Todo el trabajo duro lo hizo ella y la obstetra le dijo: ‘hiciste todo lo que tenías que hacer para tener un parto perfecto’. Ella practica yoga, o sea que lo de la respiración lo tenía incorporado y eso le permitió llevarlo muy bien mental y físicamente. No nos colapsamos. Estuvimos todo el tiempo junto a nuestra obstetra Cecilia y a dos amigas de mi compañera. Fue todo íntimo, muy tranquilo y maravilloso.

ACTIVIDADES

Charla debate sobre parto respetado.

Sábado 20 de mayo, 16 hs, en Espacio Gestar, Rodhe 585, Roca. Hay que reservar lugar en forma previa.


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