Sexualidad en las ideas libertarias

Por Mabel Bellucci

A finales del siglo XIX en el Río de la Plata, la retórica libertaria -en su forma y contenido- fue irruptora y solitaria en un medio que fortaleció la sujeción del cuerpo y que invocó a la plenitud del estado reproductivo en el interior de la estrucutra familiar. De esta manera, los efectos «desviados» de la sexualidad (prostitución, estupro, enfermedades venéreas, etc.) significaron la contracara del placer, al constituirse el Río de la Plata en uno de los centros más fértiles de las organizaciones de trata de blancas. Por lo tanto, provino una urgente voluntad por cientificar la sexualidad. Es más: se abordaría como un objeto de preocupación pública que merecía una respuesta racional y disciplinadora.

Al historiar la sexualidad de principios de siglo en nuestro país, emergía un doble juego en las conductas sociales: convivieron el silenciamiento del cuerpo (vaciamiento de placer) en el orden privado con la venta del mismo en el orden público (la explotación organizada de la prostitución). El anarquismo -por su originalidad de propuestas- adquirió un lugar protagónico en la lucha por la transformación de nuestra moral victoriana, tratándose, entonces, de entender la problemática femenina y su sexualidad. Bajo una mirada actual, significaría una corriente antecesora del feminismo local de los años sesenta, si bien se desconoce sus aportes sustantivos.

Mientras el prostíbulo representó un permiso a la sexualidad desinhibida, el hogar fue el espacio de la identidad procreadora. Con todas estas variables combinadas, el ideario anarquista libró igualmente una batalla: la búsqueda de nuevos horizontes a través de la promesa de la libertad amatoria presidida por la presencia de afectos reales y la lealtad recíproca de los cónyuges, sin las trabas concretas de una prole numerosa. La historiadora Dora Barrancos describe dos momentos en este devenir del principio libertario sobre el derecho al cuerpo, a la sexualidad y a la libre decisión reproductiva.

I) De 1890 a l920 se vinculó la temática de la sexualidad con el movimiento eugenésico y anticoncepcional francés. No obstante, no todos los grupos libertarios coincidían en el uso de los métodos voluntarios de reproducción.

II) Después de los años «20 se fue unificando desde el anarquismo la posición sobre la planificación familiar.

Entre las cuestiones más significativas que abordó el anarquismo activista se vertebraron en torno de estos planteos:

Libertad de amar

La construcción de un nuevo orden social bajo la premisa de libertad encierra la promesa de la libertad amatoria. Es una búsqueda para establecer relaciones equitativas entre los sexos dentro y fuera de la familia. Así, se derribó el doble código sexual del modelo familiar burgués imperante. Los únicos límites entendidos para la libertad de amar partían de la libertad ajena o aquellos aceptados por cada individuo. Desde la perspectiva anarquista existieron posiciones encontradas en torno de la libertad amatoria, la cual debió irrumpir antes, después o simultáneamente, con el triunfo pleno de la revolución social y la implantación del comunismo libertario.

Unión libre

Al matrimonio se lo definía como un contrato basado en la subordinación femenina y con una ausencia de afecto real. Una alternativa a este modelo fue la unión libre, la cual se fundaba en el amor y la igualdad entre los sexos, sin la intervención de los poderes públicos o religiosos. A través de esta forma vincular desapareció la familia burguesa, tanto la nuclear como la extensa. Más aún: la verdadera sería la familia universal, compuesta por todos los partidarios del amor a la especie.

La Federación Libertaria de los Grupos Sociales Anarquistas, en 1899, declaró: «Guerra a la mentira matrimonial. Es una forma de contrato mercantil legitimado por la unión sin amor, que determina delitos de hipocresía y de violencia».

Métodos anticonceptivos

Las técnicas contraconcepcionales artificiales más difundidas a principios de este siglo podrían ser enumeradas de la siguiente manera:

I) Mécanicos: preservativos, esponjas, pesario, obturador, borla.

II) Químicos: óvulos, irrigaciones vaginales, cremas, pomadas.

III) Quirúrgicos: esterilización mediante operaciones quirúrgicas.

IV) Radiográficos: esterilización mediante rayos X.

V) Semiológicos: inyección del líquido seminal en la mujer.

VI) Fisiológicos: método preventivo de Ogini y Knaus basado en los períodos de esterilidad y fecundidad de la mujer.

La prostitución

Era un fantasma que preocupaba a distintos sectores de la sociedad argentina: educadores, legisladores, exponentes de la Iglesia Católica, así como vanguardias obreras. Partiendo de lugares diferentes, convergían en argumentos similares: bajo una posición paternalista, notaban que la prostitución era una consecuencia directa de la falta de educación e imposibilidad de conseguir trabajos y oficios dignos. Ahora, es obvio que esta reprobación no se manifiesta de la misma manera. Los anarquistas partían de un diagnóstico de situación relacionado con la desigualdad de oportunidades en el mundo público entre ambos sexos. Para su erradicación definitiva, propusieron una toma de conciencia generalizada en torno de la cosificación del que estaba expuesto el cuerpo femenino. Paso seguido estimularon su ingreso al mundo fabril. Ello permitiría integrarse a una clase, más la consabida participación sindical y en las luchas sociales.

Se infiere entonces que la prostitución no representó un tema más en la agenda libertaria. Todo lo contrario: fue una preocupación recurrente que se expresó con fuerza entre las filas activistas. Por ejemplo: en el IV Congreso de la FOA, en 1904, pasó a ser «el» punto de tratamiento junto con las medidas de presión tomadas por la dirigencia obrera. Asimismo, se condenó a aquellos cuadros anarquistas que en sus vidas personales recurrían o necesitaban de la prostitución. No existirían mediatizaciones posibles, a diferencia de los socialistas que proponían normas y reglamentaciones públicas para regular su ejercicio.

Las prácticas anticonceptivas naturales más frecuentes de la época eran la abstinencia momentánea, la separación definitiva de los cuerpos, la negativa de la mujer, el «coitus interruptus» y el aborto. En realidad, el autocontrol sexual era considerado el método adecuado, no solamente por los resultados obtenidos sino también porque la razón triunfó sobre el instinto. En el horizonte mental de esos tiempos, la recurrencia en las prácticas sexuales de los cónyuges se consideraba «extraña», ya que era inhabitual que una mujer mantuviera una vida amorosa regular y se entregara libremente por decisión propia. Por otro lado, el placer desenfrenado podía alterar su capacidad maternal. En líneas generales, la autorregulación sexual era una decisión no siempre consensuada dentro de la pareja. Había licencias para los hombres, mientras que para ellas la abstinencia era considerada una virtuosidad. Esta idealización del autocontrol partió de los comunitarios utópicos de principio del siglo XIX y nutrió el proceso retórico de los grupos más radicalizados de la época.


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