UCR, 127 años de historia

La negativa originaria a sacralizar el simplismo fue forjando una mentalidad y un estilo radical, que irrumpe como una expresión de los reclamos nacionales, populares, federales y democráticos y es una concepción basada en el respeto y lealtad profunda a la Constitución nacional como base, a la que aseguraba un irrenunciable compromiso de acompañamiento moral y ético, conducta sagrada para los correligionarios del partido.

El radicalismo, de la mano de su fundador Leandro Alem, determinó el rumbo del futuro de la Nación con una vocación emancipadora profunda en lo político, social y económico. La lucha era contra el golpismo que se manifestaba en la corrupción, el fraude y la violencia. Allí nace el partido centenario argentino con la frase de Alem cuando manifiesta que “El radicalismo es la causa de los desposeídos”.

Raúl Alfonsín definiría después al radicalismo expresando que, antes que una ideología, es una ética. La lucha contra los corruptos, la inmoralidad y la decadencia es el reaseguro de su protagonismo popular.

El radicalismo ha acompañado como partido político a nuestra Nación en una trayectoria que supera la mitad de su vida, con la convicción de que sus postulados son los más aptos para generar el entendimiento, la convivencia y el respeto a sus habitantes.

La perduración por 127 años se debe a que la UCR nació en la arena política con definiciones pragmáticas claras y principios doctrinales inmutables, que son la reserva moral partidaria.

Los auténticos radicales comulgan con un fondo deontológico: la prédica de la probidad, el renunciamiento a los privilegios personales y una total entrega a la patria, con la bandera del altruismo dentro de su ser, nacido el 26 de junio de 1891, el más longevo de la historia argentina.

Es el radicalismo de Yrigoyen defendiendo el voto popular, universal y obligatorio que diera como resultado la ley Saenz Peña y le permitiera ser el primer presidente elegido democráticamente. El de Alem rescatando el verdadero federalismo argentino. El de la reforma universitaria de 1918. El del expresidente Illia, caso único en la Argentina otorgando el 25% del presupuesto para la educación, la mejor inversión que puede hacer cualquier país del mundo para el futuro de su sociedad. La de Raúl Alfonsín que apostó su vida para terminar con las dictaduras militares y que tengamos 100 años de democracia con la que se cura, con la que se come y con la que se enseña.

La UCR republicana, del respeto de la independencia de las instituciones, de la defensa de la Constitución, que luchó para plasmar en nuestra carta magna la máxima reivindicación de la clase trabajadora, el artículo 14 bis de la Constitución. En definitiva, el partido que sintetiza una vocación de respeto por la justicia, la libertad y la búsqueda de un futuro promisorio para la sociedad argentina.

También es necesaria una autocrítica: debemos reconocer nuestras vergüenzas, el populismo instalado en la última década que habilitó la corrupción jamás vista en la historia de nuestro país, que permitió algunos infiltrados en el radicalismo como el exgobernador Saiz en Río Negro, con la mayor parte de su gabinete hoy rindiendo cuentas a la Justicia. Mancharon aquella propuesta de 1983 de un gobierno de manos limpias. Apostaron a su subsistencia política personal y decidieron sumarse al Frente para la Victoria, socios para el robo y la decadencia que llevara al país a la propuesta venezolana de Chávez y Maduro.

El radicalismo sigue padeciendo el reclamo ciudadano por el desastre de la Alianza del 2001, reflejada en la ineptitud del expresidente De La Rúa. Estas contradicciones del ideario motivaron que en la última elección presidencial el radicalismo no pudiera convocar votos para competir por la presidencia, por lo que la Convención Nacional reunida en Gualeguay, Entre Ríos, decide democráticamente integrar la actual coalición electoral, con el propósito de que el republicanismo democrático derrotara al populismo autoritario.

Esta es una parte de la historia del partido más longevo de Argentina, ejemplo de republicanismo que trasciende las fronteras del país y es espejo para Latinoamérica. El radicalismo está presente en cada provincia, ciudad, pueblo o paraje de nuestro territorio, porque en cada rincón del país sigue habiendo correligionarios que levantan la bandera de la moral y la honestidad como requisitos fundamentales para una nueva Argentina.

El radicalismo sigue apostando a la resurrección del espíritu cívico, al compromiso de elevar al pueblo a la dignidad del hombre libre, en un marco de una república fraterna. Hoy más que nunca, “Que se rompa, pero que no se doble”.

*Expresidente de Comité UCR (1983/85) y de UCR Línea Bariloche

El partido más longevo de la historia argentina es ejemplo de republicanismo que trasciende las fronteras del país y se constituye en espejo para Latinoamérica.

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El partido más longevo de la historia argentina es ejemplo de republicanismo que trasciende las fronteras del país y se constituye en espejo para Latinoamérica.

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