Tangos, boleros y coplas con alma gitana
El español recorrió sus últimos CD con “Sintiendo América”
Verónica Bonacchi vbonacchi@rionegro.com.ar
La diferencia entre un buen recital y la sensación de haber presenciado un show de enorme calidad e irrepetible es la que marcó el sábado a la noche, en el club Pacífico de Neuquén, Diego “El Cigala” con su “Sintiendo América”. De ajustado traje negro, las manos cargadas de oro, el pelo largo y suelto, “El Cigala” ingresó al escenario sólo después de que su trío maravillara al público con una genial entrega de jazz. Y si la voz de “El Cigala” supo despertar aplausos continuados durante las dos horas que se extendió el recital, el trío no se quedó atrás. Cada descarga de Jaime Calabutch al piano, la alegría del cubano Yelsy Heredia en el contrabajo, el golpe certero de Isidro Suárez en percusión, y la guitarra milonguera del ex-Calamaro Diego García Gallardo (invitado a sumarse al trío en esta gira) fueron clases de música y de sentimiento también, que recibieron sus merecidos aplausos. “El Cigala” se dio el gusto –y nos dio el gusto– de pasearse por sus discos más célebres. Comenzó su recorrido por el más nuevo, “Cigala tangos”. Con esa reinterpretación tan flamenca y personal que hace, caminó con andar gitano por los porteños “Garganta con arena”, “Tomo y obligo”, “Los mareados”, “El día que me quieras”, “Soledad”, “Nostalgias” y “Alfonsina y el mar”. Lo de “El Cigala” no es el tango tal y como lo conocemos. Él los hace suyos y los devuelve como si fueran piezas nuevas, flamencas (sí flamencas) y sentidas. Con su voz profunda, arenosa; con su inconfundible fraseo y tonalidad gitanos, y con las manos que –quizás por su ADN gitano– hacen palma de manera instintiva, él transforma los tangos más conocidos en piezas absolutamente originales. El madrileño también se paseó por los temas de “Dos lágrimas” y del inmejorable disco “Lágrimas negras”, el que grabó en el 2002 junto al pianista cubano Bebo Valdés. “Vete de mí” (un verdadero hit en su versión), “Veinte años”, “Inolvidable”, “Nieblas del riachuelo”, “Corazón loco”, “Se me olvidó que te olvidé” , “La bien pagá”, “Dos gardenias” y, por supuesto, “Corazón loco”. El bolero, el son cubano, la copla, los tangos, las soleás y las bulerías. Todo convive en ese mismo envase. Y convive además con esa entrega y calidad que hace que todo el público se levante de su silla para despedir con aplausos al gitano y a su troupe y pedir, claro, un bis que luego serán dos. Un recital para el recuerdo. Y para aplaudir otra vez de pie.
El cantaor disfrutó de su repertorio, del acompañamiento y del público que festejó sus interpretaciones.
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