«Taquicardia», un atractivo diario musical

Fernanda Martínez nació en Bahía Blanca, se crió aquí y grabó un disco en México. Peripecias de una "mochilera"

NEUQUEN (AN)- Fernanda había sido mesera, masoterapeuta, artesana, y «melómana», además de una suerte de camina-mundo incansable, inclaudicable. Pero, hasta que sucedió, nunca había pensando en dedicarse a la música, menos en grabar un disco. Pero lo hizo, y «Taquicardia» es su primogénito musical.

Fernando Martínez es una mujer de 31 años con porte y aura de muchachita, que nació en Bahía Blanca Blanca y se crió en Neuquén. Un alma libre que recorrió gran parte de la silueta de sudamérica a pura «mochila», y se topó con el ángel de la música casi de casualidad, en realidad, por un deseo que nació en forma intempestiva, cuasi irracional.

«Me acuerdo que fue a fines del '98. Yo estaba en Buenos Aires, y de repente me dieron unas ganas inexplicables de comprarme una guitarra. Lo hice, y desde ese momento jamás dejé de tocar», relata en fraseos centroamericanos.

Así de inexplicable fue la carrera meteórica que comenzó a gestarse sin que ella se percatara. De pronto se vio formando un grupo étnico -«Sale con fritas»- en San Martín de los Andes, y a mediados de 2000 apareció «Nómades», un contrato con un cadena de pubs irlandeses afincados en Capital Federal. Más tarde, un disco de trabajo.

A partir de 2001: D. F, Morelos, Michoacán, Querétaro, Texcoco, Puebla, Guanajuato, Guadalajara…México, nuevo hogar le abría los brazos, mostraba sus bellezas… Y algo más.

«Llegué a México de vacaciones, porque quería conocer sus playas, la península del Yucatán, Cancún, Chiapas. Todo lo que hacen los turistas. Pero resulta que me conecté con varios artistas y me terminé quedando».

«Taquicardia» es un disco parido desde la independencia, todas letras y composiciones de su autoría, con varios músicos invitados, y grabado en el estudio Santa Betula de Morelia -Micachán-, propiedad del músico Porfirio Almazán, una de las primeras manos que se le tendieron, solidarias, a Fernanda.

Antes de afincarse definitivamente en el universo alocado del Distrito Federal, Fernanda recorrió Brasil, Bolivia Perú y Uruguay. Caminando, en dos y cuatro ruedas, a «dedo», con la mirada perdida, de noche, en un cielo escenográfico, paraísos y no tanto.

«Yo no buscaba mucho con la música, todo se dio así (chasquea los dedos), de repente. En realidad, sólo quería viajar conocer etnias, culturas y comunidades diferentes. Pero lo que menos quería era terminar en el D.F, y fijate, ahí vivo».

-Es inusual tu llegada a la música, y sobre todo que en tan poco tiempo hayas grabado un disco.

-Sí, recuerdo que con mi primera guitarra también compré esos libritos para aprender a tocar las cosas básicas. Uno de Charly, otro de Los piojos y Los Redondos. Es muy loco.

-Y, ¿de dónde nacieron las canciones?

-Siempre escribí poesías… Pues, este disco salió de los viajes, de los lugares que visité, es un diario. De los miedos, de amores y desamores, es una pequeña arritmia, que luego se transformó en rítmica. Una extensión del sentimiento.

-Fue todo bastante rápido y espontáneo.

-Sumamente espontáneo, «Taquicardia» surgió así, un popurrí de lugares por los que «vagué».

Y el acento argento-mexicano quedó vagando en el aire.


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