Teatro Negro de Praga: un legado ancestral en Neuquén
La Compañía del Teatro Negro de Praga trae hoy a Neuquén un espectáculo cuyas raíces se amarran en la antigua China legendaria. Le insuflan nueva vida en la era cibernética y reeditan la misma seducción en el espectador. "La bicicleta voladora" habla de fascinación, del amor y de las alas del deseo. Fundada en 1961, la compañía checa se convirtió en el más destacado representante artístico de su país en el mundo. La función será en el cine Español, a las 21.30.
NEUQUEN (AN).- Es la historia fantástica de un joven inventor que en 1867 quedó de tal forma fascinado por las alas de los pájaros, que ignoró la oportunidad de elevarse en las alas del amor. Al final, esa será la única manera de superar la gravedad a través de su propio poder. En pocas líneas expusimos la síntesis argumental de la obra «La bicicleta voladora» que trae hoy, a las 21.30, al cine Español la compañía checoslovaca Teatro Negro de Praga, para volver a jugar con los delirios y la fantasía.
El grupo checo utiliza la técnica de la caja que es muy antigua. Así se usa un gabinete negro para ocultar los movimientos que harán aparecer inexplicables los comportamientos de objetos a la vista del espectador.
Se señala respecto a este elenco, que Jiri Srnec, el creador del grupo, trasladó esa técnica a la totalidad del escenario, utilizando titiriteros completamente recubiertos de terciopelo negro que mueven los objetos en una calle de luz blanca y a la vez articula este juego con mimos y bailarines actores.
Desde su fundación en 1961, se los destaca a los teatrantes checos entre los exponentes de expresiones más prestigiosas dentro del género. Fueron apuntalando su tránsito por las tablas y al mismo tiempo por el mundo, con la participación en 44 festivales internacionales y en 155 giras internacionales que incluyeron países de Europa, América, Africa y Australia.
En escena se moverán, entre personajes y actores invisibles de negro, once personas, bajo la dirección de Srnec, quien a la vez es responsable del libreto y de la música. La compañía llega con un equipo técnico entre los que se encuentran en la faz plástica Zdenek Vlach, en el vestuario Sárka Hejnová y en la instrumentación Ladislav Popelka. A ellos hay que sumar cuatro especialistas que se encargan de luminotecnia y sonido. En total una veintena de personas se han debido mover para esta empresa de acercar un espectáculo internacional a la capital neuquina.
La estructura de la puesta está armada en actos. Los cinco primeros llevan por nombres «El descubrimiento del monumento», «La bebida del amor», «La fiebre», «El taller del inventor» y «El cambio de identidad».
En el segundo tramo, después de un intervalo, el público verá los cinco restantes que lo completan: «El jardín restaurante», «El viaje», «El imperio del amor», «El taller del inventor» y «La boda en el aire».
Para dar vida a este discurrir, aplican los últimos recursos, que sobre la ya primitiva técnica de la cámara negra, han sabido ir sacándole provecho.
Porque como el mismo director Jiri Srnec sostiene, la forma primitiva de este principio se conocía ya en la China antigua y más tarde era aplicada en los espectáculos de los magos. También fue aprovechado, aunque parcialmente, en la cinematografía (Mélies) y en el arte teatral (Stanislavski).
El director checoslovaco asegura que el efecto del truco no es una finalidad, sino un instrumento para lograr una metáfora escénica y mímica, realizada con un ritmo organizado musicalmente, a través del movimiento de los objetos y actores.
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