Teatro para sentir y respirar en El Bolsón

La representación de "Porteños" en El Bolsón es una prueba del alto nivel que ha alcanzado el teatro regional. La puesta del grupo teatral "Doblecara" constituye un esfuerzo sobresaliente.

EL BOLSON (AEB)- ¿Cuál es el deporte nacional de los argentinos? Sin dudas, filosofar desde una mesa de café. Allí donde se junten dos esclarecidos connacionales, debatirán largas horas sobre deportes, mujeres, política exterior, música y todo tema que se precie. Apelando al costumbrismo y esa manía por poner en palabras, acciones y sentimientos, los autores Manuel González Gil y Daniel Botti crearon la obra «Porteños» que el grupo teatral «Doblecara» de El Bolsón acaba de estrenar en la localidad.

La puesta escénica, hecha totalmente «a pulmón» merece los aplausos. Un bar, de principios del siglo XX, «Los Porteños», se corporiza en un escenario bolsonés donde cada detalle ha sido cuidado para dar la ilusión de atemporalidad. Con algunos sutiles cambios (los cuadros y las fotos de la pared, la aparición de un gramófono, una radio y un televisor), van desfilando las décadas de una Argentina convulsionada por los grandes hechos de la historia y la sencillez de los pequeños hechos cotidianos.

Como es lógico, el bar es atendido por «el gaita», un arquetípico mozo español que adquiere matices admirables en la interpretación del actor Carlos Manuel. Sensible, bajo la dura máscara del cascarrabias, inocentón y crédulo, el personaje es el nexo que aglutina a la «fauna variopinta» que concurre al bar.

El dúctil Daniel Farina, un maestro a la hora de crear personajes con facetas difíciles, se compenetra en el papel de «el tano», un italiano inmigrante que está en constante puja con «el ruso», un judío corporizado en la actuación de Marcelo Krass, quién logra algunos momentos muy altos de emotividad.

La mesa de café, donde el truco es el juego omnipresente, la completan un porteño «cajetilla», relacionado con «la flor y nata» de la sociedad, que cobra vida en la actuación de Juan Carlos Visintini y «el pibe», un eterno joven, enamoradizo e ingenuo que interpreta Francisco Arrien.

Josefina Garavelli, vistiendo ropa de época, es la re

ferencia obligada para que el público se ubique en tiempo y espacio.

La escuela 140 de El Bolsón presta el ámbito para el desarrollo de la obra. Una ingeniosa «caja negra» armada en medio del salón, brinda al espectador la ilusión de estar inmerso en el bar.

La obra es extensa y por momentos cae en la intrascendencia, pero el esfuerzo actoral de los integrantes de «Doblecara» permite salvar las situaciones para llegar a un final con público de pie y aplaudiendo con aprobación.

La iluminación y sonido de Maxi Quijano merecen un párrafo aparte. La justeza de los cambios de luces es fundamental a la hora de crear climas. Un spot que se enciende sobre el rostro de un actor que recuerda a Federico García Lorca o una luz que ilumina al «ruso», enojado con los yanquis que llegaron a la luna, marcan momentos de fuerte tensión dramática. La música, es el complemento ideal para marcar el paso de las décadas.

«Porteños» se estrenó en El Bolsón el jueves pasado y estará en cartelera todos los jueves, viernes y sábados del verano.

La propuesta de «Doblecara» sale airosa ante la aprobación del público y demuestra, una vez más que, en la región se respira y vive un teatro de primer nivel, con actores que se la juegan en cada escena.


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