Tecnología y contenidos modernos, el desafío actual de la educación

Cerca de la mitad de los alumnos que abandonan el ciclo superior de la escuela secundaria en América Latina no lo hace por cuestiones de pobreza, sino que las causas están en realidad más vinculadas con problemas del sistema escolar y la propuesta educativa, señala el estudio del Sistema de Información de Tendencias Educativas de América Latina (SITEAL).

Este es el desafío hoy del sistema educativo en una región desigual y heterogénea: achicar las brechas sociales para distribuir el conocimiento de forma más equitativa, en un proceso con mayor calidad de enseñanza, contenidos actualizados y la incorporación de la tecnología que se acerque a las necesidades de los jóvenes.

Cada miércoles y jueves, Florencia carga en su mochila la netbook que le entregaron en la escuela para trabajar en su aula de segundo grado de la primaria.

Lo mismo hace Tomás, ya en la secundaria. La netbook que recibió por el plan estatal Conectar Igualdad le permite diseñar gráficos, armar trabajos especiales con variedad de recursos y chatear con sus compañeros en un programa cerrado diseñado especialmente para escuelas.

La tecnología suma, nunca resta. “Hoy no es una opción incluir la tecnología, no es un plus, forma parte del bagaje de la educación y del mínimo conocimiento para ser ciudadano del siglo XXI”, señaló a dpa María Teresa Lugo, coordinadora de proyectos TIC y Educación del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE) de la UNESCO.

Lugo reconoció no obstante que en Argentina el equipamiento se concentra en sectores medios de zonas urbanas, y que el problema de la conectividad se agrava a medida que las escuelas se alejan de las grandes ciudades.

El plan Conectar Igualdad distribuyó 2,1 millones de netbooks a alumnos secundarios y de escuelas técnicas, abarcando hasta el momento un 60 por ciento de esa población escolar, precisó a dpa el secretario de Educación argentino, Jaime Perczyk.

“El objetivo es reducir la brecha digital y tecnológica entre sectores que pueden comprar una computadora y los que no pueden comprar”, subrayó el viceministro. El programa uno a uno (una netbook para cada alumno) está acompañado por la capacitación y formación de los maestros y profesores, y una adaptación de la currícula y sus contenidos.

“El desafío es cambiar el paradigma educativo, que la netbook no sirva para poner en la pantalla lo mismo que en un papel”, sostuvo Perczyk.

El debate podría centrarse entre “digitalizar la escuela o escolarizar lo digital”, lanzó la experta en educación de la UNESCO, quien advirtió de las dificultades para dotar a los maestros y profesores de herramientas para enseñar mediante el uso de tecnología.

Y apuntó contra los marcos normativos vigentes que chocan con la nueva tendencia: “Los jóvenes viven conectados y les pedimos que se desconecten al ingresar a la escuela”. “Se podría hacer un uso pedagógico del celular, ya que se está dejando de lado una enorme capacidad instalada y la familiaridad de uso” que tienen los menores con el teléfono móvil, sugirió Lugo.

Otra vía para evitar la masividad del sistema educativo en un escenario tan heterogéneo como es cada país de la región podría ser contextualizar el contenido curricular, hablar el mismo lenguaje, tener una propuesta educativa de fondo, propuso.

“El tema es captar el interés de los alumnos, que hoy tienen una enorme capacidad para hacer muchas cosas a la vez, transformar las relaciones pedagógicas”, afirmó el viceministro de Educación.

En el aula, la realidad es la que manda. “Cada día puedo enseñar menos, a esta altura del año ya enseñaba a multiplicar y dividir por dos dígitos, y ahora no logro que los niños se concentren para poder avanzar”, lamentó Gisela, una maestra de cuarto grado de primaria.

“Tengo que adaptar los contenidos a cada uno, agotar todos los recursos para que entiendan cada tema antes de llegar al límite de reprobarlos y que tengan que repetir el año”, precisó.

En su escuela, ubicada en la localidad de San Fernando, en los suburbios de Buenos Aires, no hay clases de computación ni gabinete psicopedagógico.

La tecnología está lejos y los docentes no están tampoco preparados para enseñar con estos nuevos recursos. Mucho tiempo de clase se destina a recalcar los valores porque cuesta cada vez más mantener la disciplina.

“No hay problemas muy distintos a los que había en otras décadas”, sostiene pese a ello el viceministro de Educación. “Es otra juventud, otro mundo, un marco más democrático con más derechos y valores”.

dpa


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