Temible mundo
RÍO NEGRO
ADRIÁN PECOLLO adrianpecollo@rionegro.com.ar
El oficialismo ingresó al peor de los mundos. Quedó sumergido en la furia de la presidenta Cristina Fernández cuando descifró que los saqueos de Bariloche conformaron el nuevo plan de desestabilización y asignó responsabilidad del desmadre a la desintegración del Frente para la Victoria. Situó, otra vez, la carga lejos de la Casa Rosada. Conjetura con responsables directos, pero culpa a los mandos rionegrinos de que sus riñas propagaron las dificultades. Condenó al ostracismo al intendente Omar Goye e inquietó al gobernador Alberto Weretilneck y al senador Miguel Pichetto. “Saben –dramatizó la presidenta– que pusieron en juego al gobierno nacional. Bariloche está en Río Negro, el problema es de ustedes. Goye es inviable”, sentenció el miércoles ante los rionegrinos. La poca defensa intentada del jefe andino fue infructuosa. El viernes, Goye reabrió cambios en su gabinete, pero todo ya es inútil. Su misión está concluida porque la ira presidencial se asentó en él. Las opciones para su salida se analizan. En Casa Rosada, Pichetto habrá pensado qué extraña valoración de Cristina. Ella lo conminó hace un año a que se alinee con el vicegobernador en defensa de la institucionalidad y ahora no duda en eyectar a Goye cuando un conflicto de Bariloche llegó a su despacho. Puro libreto kirchnerista. La mandataria entiende que no hay sucesos casuales y ubica lo ocurrido en Río Negro en su lógica y repetida muestra de desestabilización. Exhibe un informe reservado que liga a la anárquica Cooperativa 1º de Mayo de Bariloche con la Federación de Organizaciones de Base (FOB), partícipe en los saqueos de Rosario. Esa agrupación se concentró el viernes frente a la Casa de Río Negro. Otras conexiones hilvanadas alcanzaron a los gremios mercantiles, gastronómicos y camioneros. Relativizan esas visiones, pero el gobernador y el senador saben que su futuro está ligado al cumplimiento de lo pedido. “El 2015 está lejos y para el año que viene, vos, Miguel, seguro que serás el candidato y Alberto acompañará con el segundo. Arreglen o quedo en libertad de acción. Y haré lo que hizo Néstor y termino apoyando a otro, como a (Miguel) Saiz”, fue la provocación presidencial. En ese entorno, Weretilneck y Pichetto minimizaron discordias y sobreactuaron un reciente entendimiento legislativo, que sólo sirvió para un trabajoso respaldo a la renegociación petrolera. En realidad, el presupuesto hubiera perdido una docena de artículos si no fuera por el voto favorable del bloque radical. La obstrucción pichettista sí fue expuesta por el intendente Martín Soria, lo que provocó la reacción del senador y reveló las grietas justicialistas. ¿Por qué Soria fue convocado? ¿Se trató de un reconocimiento, fue otro destinatario del cuestionamiento o fue avispado del ultimátum para la unidad oficial? Todas esas razones alentaron el convite. El primer remiendo exigido está en el plano político-institucional de Bariloche. El proceso será en el primer trimestre y deberán acordar un candidato, todo un desafío porque el Frente concurrió con dos postulaciones en el 2011: Goye por el PJ y el hoy concejal Carlos Valeri por el Frente Grande. La titular del Concejo, María Martini, es la principal opción, pero otra mirada se concentra en Julio Arrieta, precandidato en la interna, apoyado por Pichetto, y que perdió ante Goye. Falta que el jefe comunal resigne su lugar y, por eso, se prevé una cumbre dirigencial para esta semana. Igual, el empecinamiento de Weretilneck radica en la identificación de los saqueadores, forzando vínculos partidarios y gremiales. Acusó con generalidades y prometió “nombres” que aún no pudo cumplir por la rusticidad de su pesquisa. ¿Servirá a la Justicia? Los detenidos fueron liberados a las pocas horas. Esta situación aportó al discurso nacional. “En Bariloche no hay ningún detenido luego de lo que ha pasado, que era robo en poblado y en banda. Según el Código Penal, de 5 a 15 años”, vapuleó, desde su atril. En el mundo judicial callan, salvo que se desligaron con que no había lugar donde mantener esas detenciones. El contexto ha logrado que Weretilneck quede desorientado. Mal momento frente a la reorientación necesaria, con éstos u otros hombres. El ministro Ernesto Paillalef revisa su teoría después de la colisión de su andar con el mandamiento del gobernador. El contraste fue palpable cuando llamó y negoció con la defenestrada Cooperativa 1º de Mayo, a la que Weretilneck asocia con el delito. El funcionario ignoró ese listado y le prometió el pago de un subsidio pendiente de 40.000 pesos. Negaría después ese compromiso por disposición superior. Esa cooperativa siempre consiguió buenos tratos con los gobiernos provinciales y municipales, actualmente disponía de contratos de provisión para el Plan Calor. El papel policial también quedó en revisión. La profesionalización y la reforma pregonada son un camino acertado, pero su deficiente equipamiento y capacitación quedó en patética evidencia ante los desbordes. El retrato de los uniformados desguarnecidos es una imagen para desterrar, pero la esencia no debería abandonarse en la urgencia. Los policías no tenían escudos ni bastones, pero mantenían sus armas (que guardaron). La fuerza se protegió lastimosamente con piedras. Era una organización desvalida. Pero la anterior respondía dramáticamente con balas y el resultado se medía en vidas. Así, hace algo más de dos años tres muertos se registraron en Bariloche. Claro está que la transmutación policial no será sencilla pero, por lo menos, no habría que extraviar la dirección iniciada. El extravío, entre la protección de la vida o de los bienes, fue llamativo en los últimos días. La resistencia también está en la historia reciente. Miles de barilochenses se movilizaron en el 2010 para proteger aquella “seguridad”, el entonces gobernador Saiz consideró que los sucesos habían sido “magnificados” por los medios y la corporación policial se reunió en la Jefatura para vitorear al ministro Diego Larreguy y al secretario Víctor Cufré. Sorprendieron, esencialmente, censuras de la dirigencia del Frente. Ocurre que más allá de los comunicados del partido y las posturas del bloque justicialista, cuesta hallar en el archivo del 2010 condenas tan duras por aquella represión frente a las expuestas recientemente. “Está afectada por la situación de su esposo”, justificó Pichetto en Casa Rosada cuando Weretilneck aludió al descarnado cuestionamiento de la diputada Silvina García Larraburu. Su marido es propietario de la cadena Todo, que sufrió destrozos y robos en los saqueos. En el gobierno tampoco existió claridad en comunicar cuál era la prioridad en el bien protegido. ¿Será carencia de convicción? La Nación aportó a su interés. Desoyó en el 2010 el pedido de Gendarmería, pero la envío rápidamente cuando la televisión propagaba el descontrol en la ciudad lacustre. Respondió frente a su riesgo. El secretario Sergio Berni encabezó el despliegue nacional y su informe fue lapidario en referencia a la seguridad provincial. Amagó irse con sus gendarmes al confrontar con su par rionegrino, Miguel Bermejo, y el jefe policial, Ariel Gallinger, porque advirtió rodeos en poner bajo el mando de la Gendarmería a los uniformados rionegrinos. Esas inquinas se notarían en el crítico pensamiento de la presidenta. Otro oficialismo se engendró el miércoles tras el escarnio presidencial. Luego, los tres –Weretilneck, Pichetto y Soria– se juntaron y comenzaron con la tarea de desandar posiciones encontradas. El escollo mayor estará en el ordenamiento de la dirigencia intermedia, ávida de revancha y de intereses contrapuestos. Hay algo positivo. La política volvió a hablar y conversan entre ellos.
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