«Tenemos que andar como delincuentes»

A las escasas estaciones de servicio en la zona y las largas distancias, muchas veces se le suma la falta de combustible en algunos centros de expendio. Esto lleva a los pobladores a tener que trasladarse a distintas localidades para poder conseguir nafta y gasoil.

«Tenemos que andar escondiéndonos de la policía como si fuéramos delincuentes. Y lo único que hacemos es transportar cada 20 días o un mes, 20 o 30 litros de combustible para poder vivir», señaló indignado un vecino del Pilquiniyeu del Limay, un paraje ubicado a unos 120 kilómetros al norte de Comallo. El hombre, quien pidió reserva de identidad de su nombre, agregó que «muchas veces llegamos a Comallo y no hay combustible y tenemos que hacer otros 100 kilómetros hasta Jacobacci, con el riesgo que implica estar expuesto a los controles que hace la policía».

Las distancias, la crudeza del clima y el calamitoso estado de las rutas y caminos, llevan a muchos pobladores de permanecer durante largos meses en sus lugares de origen. Sobre todo en época invernal donde el kerosén se convierte en un elemento muy preciado para poder calefaccionarse o hacen funcionar las lámparas o faroles que utilizan para alumbrar sus viviendas. La mayoría de los campesinos y pobladores de la zona rural transporta nafta o gasoil en bidones plásticos o de chapa de 20 ó 30 litros de capacidad. A excepción de la Comisión de Fomento de Río Chico que tiene un «chulengo» (tanques montados sobre ruedas para el transporte del combustible), permitido para tal fin, los comisionados de los otros parajes lo hacen en tambores de 200 litros.

Los infractores deben pagar multan que van de acuerdo a la cantidad de combustible decomisado. (AJ)


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