«Tenemos un automovilismo que no escapa de la crisis del país»

El multiple campeón Juan M. Traverso estuvo por unas horas en la región con la misión de promocionar la apertura del certamen de TC-2000, que se producirá el 31 de marzo en el autódromo de Roca. Habló de sus dos pasiones, como son Argentina y el automovilismo. Reconoció que su retiro está muy cerca.

«A mi país no lo dejo ni loco». Textual del multiple campeón argentino Juan María Traverso, quien visitó por unas horas la región para promocionar la apertura del certamen anual del TC-2000, que se producirá el 31 de marzo en el autódromo roquense. Fiel a su estilo, no se guardó nada.

De muy buen ánimo, se explayó en cada respuesta, sin esquivarle el bulto a nada.

«Ya estoy «viejito». Duermo una siesta y una hora antes de la conferencia de prensa, lo espero», expresó Traverso cuando se le solicitó la entrevista.

Cumplió al pie de la letra. Bajó al hall del hotel donde se hospedó por unas horas, saludó, pidió un «cortado», agua mineral y, entre varios cigarrillos, dejó en claro sus dos pasiones, como son Argentina -como país- y el automovilismo.

-Qué momento difícil.

-Nosotros tenemos un automovilismo que no escapa de la crisis del país, del resto de las cosas. La industria nacional, producto de como vivimos la última década, casi desapareció.

-¿Y los «fierros»?

-Es igual; dejó de tener los artesanos de antes, que eran los que preparaban y desarrollaban todo. Pasaron a ser proveedores o importadores. El TC-2000 tiene un auto con un reglamento y desarrollo que podría competir con cualquier categoría de Europa, por tecnología, rendimiento y presupuesto. En la Argentina de hoy esto no encaja; por eso el esfuerzo por reestructurarse en todo lo que se pudo. Vamos a tener veintitrés autos como mínimo, de los treinta o treinta y cinco originales. Igual, está condenada a desaparecer, a ser reemplazada por una categoría que se llame igual, pero acorde con el país.

-¿Estamos en un país complicado?

-Pegamos un salto hacia atrás muy grande. Retrocedimos en el tiempo de una manera espeluznante. Tal es así que los jóvenes, y acá hablo de mis hijos, no vivieron este tipo de cosas. Están desorientados, no entienden nada, preguntan qué pasa. Uno vivió un par de veces esto; entonces cuando hablo de estos temas sugiero ir al archivo de los diarios y ver las crisis que hubo hace treinta años. Vamos a encontrar muchas cosas que marcan el retroceso.

-Lo apuntado incide en lo deportivo.

-Sin dudas. El automovilismo dejó de fabricar una cantidad de elementos que era más cómodo o barato traerlos desde afuera. No se puede seguir importando y cambiar todo en veinticuatro horas, es imposible. Creo que tenemos por delante algo distinto. Estarán presentes el ingenio y la capacidad del técnico argentino con los elementos que tenga a mano. Se viene un cambio muy grande.

-¿Pensó en irse del país?

-Tengo cincuenta y un años, soy un fanático de Argentina. Siempre comento que tenemos un territorio que es la envidia de casi todo el mundo. No me entra en la cabeza irme. No sabría qué hacer aunque tuviera los medios y menos cómo vivir. Me da mucha bronca lo que pasa. Mi hija mayor ya se fue. Ahora se casa la otra, que se recibió en economía con promedios fantásticos, y también se va. No ven claro el futuro. Es donde quedo descolocado. Estoy perdiendo a mi familia. Lo mismo que millones de argentinos, pienso que no hice nada para que el país esté así. No soy responsable de esta crisis.

-¿Le ofrecieron militar en política?

-Yo no podría hacer política por mi forma de ser. Hasta ahora no putié (sic) y no sé por qué. Tengo pocos amigos políticos. Soy conocido de Carlos Menem, pero no soy menemista, no compartí, ni apoyé, ni aprobé lo que hizo. Lo conocí allá por los setenta. Nunca hablé de política ni con el ni con nadie. Si hubiera algo que defienda lo que comento, si pudiera ser útil, lo haría, pero no sé qué. Algo que defienda el nacionalismo.

-¿Por eso los colores del auto de TC?

-Sí. Como es mi último año, hablando con los amigos, surgió la idea. Unos lo querían violeta, otros con los colores de la petrolera, yo con la bandera. Les pedimos a los auspiciantes que nos acompañaran. Lo hicimos y encontramos una respuesta fantástica. En la primera estuvimos sin publicidad, ahora veremos cómo las integramos, pero sin alterar la bandera. Somos un grupo de empresarios que apostamos a quedarnos en la Argentina. Salió así, sin especulaciones. Quiero vivir acá, que mis hijos vuelvan a la Argentina. La salida a la crisis no es Ezeiza. Voy a luchar para que sea de esa forma, no sé si eso es actuar en política.

-¿Extrañaba el TC?

-Dejé la categoría por pensar de una forma distinta de los técnicos; no consideraba coherente el reglamento. Me fui a disgusto, obligado. Hoy es diferente. Es el último año, voy a correr, a divertirme. Y si hubiera otras categorías, mejor. Estaría todos los días arriba de un auto. Es la verdad, es lo que más me gusta.

-¿Sigue el «fuego sagrado»?

-Sí, igual que el primer día, si no ya hubiera largado. Claro que me sigo calentando. Igual, el retiro está muy cerca.

-¿Por qué?

-Llevo treinta años arriba de los autos. Pasó demasiado tiempo; en definitiva, tuve suerte. El automovilismo me dio más de lo que pensaba y de lo que yo le di.

Hasta el final de la charla, fue un monólogo del «Flaco» Traverso.

Afirmó que «no tengo cuentas pendientes, ni qué intentar, salvo correr el domingo y tratar de ganar. Igual, un triunfo no me cambia nada. La realidad, después de tantos años, en algunos aspectos me cuesta. Corrí con varias generaciones. Fui el común denominador en la lucha con «Pirín» Gradassi, (Jorge) Cupeiro, (Gastón) Perkins, (Juan Manuel) Bordeu. Después pasé por (Luis Rubén) Di Palma, «Cocho» López, (Silvio) Oltra, «Tito» Bessone, y así llegué a los (Omar) Martínez, (Norberto) Fontana y (Gabriel) Ponce de León. Hay una diferencia grande de años».

Y fue muy sincero cuando afirmó que «yo corro con la experiencia, mi oficio, pero me cuesta en algunos aspectos. Por supuesto que tengo maniobras aisladas bárbaras, como cuando lo pasé a Silva en «El Zonda» de San Juan. Antes eran permanentes, ahora no. Los reglamentos técnicos le dieron más importancia al auto que al piloto. Entonces, sino tenés un gran auto, no podés ganar. Antes se ganaba a pesar de no tener el mejor coche, te la rebuscabas con manejo. El piloto tenía más posibilidades…».

Un Traverso auténtico, ciento por ciento. Tal vez, uno de los pilotos argentinos de una generación diferente. De ésos que no aparecen todos los días, un grande de verdad.

Raúl Bernal

rbernal@rionegro.com.ar


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