Tenían todo, perdieron todo… menos la fe de resurgir

Trabajan para ponerse de pie cuanto antes, pero necesitan ayuda.

César Izza

Marcos arrastra problemas de salud, pero sigue adelante con las reparaciones en su vivienda de la calle Mitre.

ROCA (AR).- “No te da ganas de venir y ver esto, destruido, pero por suerte con mi señora, si nos caemos sabemos levantarnos”, dice Marcos Parra, sin perder por un instante la calma ni el buen ánimo. Sí se lo nota cansado, agobiado. Y no es para menos. Porque Marcos y su mujer, Margarita, saben lo que es “tenerlo todo”, un techo, una casa, comida, ropa limpia y calzado. Lo que se necesita para sobrevivir y que se puede conquistar con una vida de trabajo, dignamente. Y también saben lo que es perderlo todo. En un instante. El 16 de marzo pasado, por la tarde, un incendio voraz y temerario arrancó con fuerza desde el interior de la casa y arrasó con todo a su paso. Aparentemente, un cortocircuito originó el desastre. El fuego se trepó por las paredes y se aferró con fiereza al cielorraso. Invadió la pequeña cocina, se coló por la única habitación de la casa, y en cuestión de minutos las llamas devoraron “los esfuerzos de toda una vida”. “Pensé que era una joda. Habíamos ido con mi señora al hospital porque su hija había tenido familia y a la beba le daban el alta, porque había estado en terapia intensiva, cuando la llamaron y le dijeron: ‘Margarita, andá para tu casa que se está incendiando’. Pensamos que era una broma… no sé. Pero quién hace esas bromas… Así que nos vinimos como tiro y cuando llegamos… no lo podíamos creer. Ya estaban los Bomberos, todo el mundo… No había nada para hacer”. Marcos rememora, tramo a tramo, esa nefasta tarde mientras rasquetea, como puede, las paredes para sacar los restos de revoque quemado. El escenario es increíble. Sólo los pisos y las paredes desnudas quedaron en pie. “Hago lo que puedo. Estoy enfermo, tengo una hernia que se me hizo después de una operación que tuve en el hospital hace como 5 años… quedé mal y tengo la panza abierta, con una bolsita. No puedo hacer esfuerzos pero si no levanto la casa otra vez, quién lo va a hacer”, dice, mientras muestra palmo a palmo los estragos que hizo el fuego. Su casa está en calle Mitre 2318. No hay en su mirada ni un rastro de dolor, de congoja. Al menos, parece. Pero sí de ganas por volver a poner su casa en condiciones para volver cuanto antes. “Ya está”, dice resignado, “qué le vamos a hacer. Por suerte, con mi señora, si caemos sabemos levantarnos”. Hoy, con toda su familia viven en casa de su suegra en J.J. Gómez. Aquella tarde de mediados de marzo, rememora Marcos, “llegué y lo único que quería era entrar para tratar de sacar las cosas de los chicos, teníamos todas las cosas del bebé que nació, el televisor, una computadora nueva que compramos para que la hija de mi señora termine la secundaria. Recién pagamos la segunda cuota creo… pero no pudimos salvar nada”, se lamenta Marcos. Él es albañil pero está sin trabajo y su mujer es empleada por horas en una confitería. En el patio, aún se siente el olor a la quema reciente. Debajo de un parral quedó una mesa. Un viejo radiograbador, que alguien les regaló, les sirve para sobrellevar un poco mejor las largas mañanas de trabajo. Más allá, un sillón quemado, latas ennegrecidas, una caja de libros que los bomberos lograron arrebatarle al fuego y no mucho más. “Ahí quedó un lavarropas… pero no sé si anda, no creo”, dice Marcos. Un colchón de dos plazas, con las huellas de haber salido del fuego, está apoyado contra la pared, pero de la cama no quedaron siquiera rastros. “Necesitamos de todo”, dice el hombre, ante la consulta. Pero “lo más urgente que precisamos son chapas, tirantes, cosas para construir, para poder aunque sea poner el techo y venirnos acá como podamos”, agrega Marcos, antes de despedirse y agradecer –insistente– por la nota y por las fotos. “Gracias, gracias por venir”. Para quienes deseen ayudar a esta familia su dirección es Mitre 2318 (por la mañana hay gente) o a los teléfonos 421058 ó 15254882.


César Izza

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