Terminó en San Martín la «Semana del Che»

SAN MARTÍN DE LOS ANDES (ASM).- Ante un auditorio colmado de asistentes, Carlos «Calica» Ferrer, amigo del «Che» Guevara y compañero del segundo viaje por Latinoamérica, presentó en La Pastera su libro «De Ernesto al Che», en el que relata las experiencias que determinaron la transformación del joven Ernesto en el comandante Guevara.

La actividad tuvo lugar en el marco de «La Semana del Che», que comenzó en San Martín de los Andes el 31 de enero y que culminó el pasado viernes 5 de febrero. El objetivo de este ciclo de homenaje -que contó con gran participación de público local y turistas- fue evocar los días del verano de 1952 cuando Ernesto Guevara junto a su amigo Alberto Granado permanecieron en la villa neuquina durante su primer viaje por América Latina.

«Calica» narró con elocuencia sus aventuras junto a un joven Guevara y transmitió la esencia de un hombre idealista, más allá del mito en que el «Che» se ha transformado a nivel mundial.

«Cuando decidimos emprender el viaje, Ernesto me propuso ir por Bolivia. Cuando llegamos nos encontramos con la Revolución del Movimiento Nacional Revolucionario. Yo creo que ese fue el momento en que Ernesto empezó a gestar la idea de una revolución y luego el destino lo regresaría a Bolivia para cumplir su sueño revolucionario», contó.

Durante la charla y la proyección de fotos, muy poco conocidas de la infancia y la juventud de Guevara, el amigo del «Che» leyó una carta enviada por Alberto Granado desde Cuba, en la que recordaba su paso por La Pastera y saludó la iniciativa del museo patagónico. Sobre la personalidad de Ernesto, Ferrer dijo que «era un tipo aventurero, un lector innato, un humanista, una persona con muchos valores, que creía en la justicia y muy comprometido con la situación de opresión de los pueblos de Latinoamérica, que ya había observado en los distintos viajes».

Dentro del inagotable anecdotario de viaje con el «Che», recordó: «Nuestro viaje fue muy divertido. Una vez, en Bolivia, cruzamos en una barca a la Isla del Sol, con Ernesto y un marinero que oficiaba de todo. Nos agarró una tormenta en el lago Titicaca que casi no la contamos. El pobre tipo marinero se fue al rincón de la barca y le rezaba un poco a la Pacha Mama, otro poco a la Virgen, y así a todos los santos. No naufragamos pero estuvimos cerca? Finalmente llegamos bien. Lo curioso es que hace unos 4 años atrás regresé para realizar el recorrido que habíamos hecho y cuando nos embarcamos pregunté si alguien conocía a ese hombre que nos acompañó. Y ahí lo vi, era el mismo 50 años después, y se acordaba de nosotros. Tenía la misma balsa y con él me saqué esta foto».


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