Tiempo de hadas y dragones
El mágico mundo de Ciruelo se compone de seres fantásticos y distintas técnicas. Una muestra de un argentino que se consagró en Europa. Su obra puede ser visitada en el Palais de Glace.
BUENOS AIRES.- Cuatro años después de su primera exposición en Buenos Aires, a la que asistieron más de 50.000 espectadores, el artista Ciruelo -un argentino radicado desde hace más de una década en España que se ha transformado en uno de los referentes internacionales del llamado Fantasy Art- presenta en el Palais de Glace una serie integrada por dibujos, óleos, bocetos y petropictos.
El templo cultural de la calle Posadas luce en estos días como una recreación del universo que el inglés JRR Tolkien materializó en su célebre trilogía «El señor de los anillos»: imágenes de doncellas, guerreros, dragones y gnomos, surgidos de la inventiva de Ciruelo. Hay acrílicos, óleos sobre tela y dibujos, pero la estrella de la retrospectiva son los petropictos, una modalidad inventada por el artista en 1995 que consiste en acentuar con una técnica depurada (a base de aerógrafo y pincel, con pintura acrílica) las formas que las piedras sugieren con sus contornos y erosiones fortuitas.
Ciruelo emigró a España en 1987 y se instaló en el pequeño pueblo montañoso de Sitges, en Cataluña, donde trabajó para distintas publicaciones locales. Antes, se había dedicado a ilustrar varias de las portadas de las revistas «Fierro» y «Quiero Ser» y tapas de discos como la banda de sonido de «Hombre mirando al sudeste», de Pedr Aznar y «Fuego Gris» de Luis Alberto Spinetta, quien escribió sobre él «Con su cabeza de brujo/el arte de Ciruelo perfuma el lamento noctámbulo y frío».
Al poco tiempo de su llegada a España, el artista fue contactado por editoriales norteamericanas y se convirtió en un cotizado artífice de posters, tapas de libros, discos (entre ellos «The 7th. Song», del guitarrista norteamericano Steve Vai), cartas de juegos de rol y portadas de la trilogía «Chronicles of the Shadow War», del realizador norteamericano George Lucas como correlato de su filme «Willow».
El hito consagratorio de Ciruelo fue, sin duda, la publicación en 1990 de «El Gran Libro del Dragón», un libro dedicado por completo a la figura del dragón que lo consagró como uno de los dibujantes más emblemáticos del estilo conocido como Fantasy Art, una rama de la literatura de ficción en la que caballeros medievales y bellas mujeres se codean con dragones, magos, hadas, gnomos y elfos.
«El fantasy es un género anglosajón que se nutre de la cultura celta, de la mitología que inspiró a los pintores prerrafaelistas y de la literatura de JRR Tolkien», destacó.
Al artista no parece preocuparle el rango devaluado que en general se le asigna a su disciplina: «El arte es algo mucho más amplio de lo que mucha gente dice. Para mí, Moebius es tan alucinante como Miguel Angel», opinó. «Y la gente que hoy dice Arte, con mayúsculas, y que a lo demás lo mira con desprecio, no se da cuenta de que Miguel Angel o Leonardo Da Vinci trabajaban a pedido y que eran hiperrealistas. Hoy en día, si trabajás por encargo y sos hiperrealista, ya no sos artista, sos ilustrador»..
«Para mí comic es arte, ilustración es arte, escultura es arte, carpintería puede ser arte y cocinar puede ser un arte. Quizás, la definición de arte pueda ser: aquello en lo que una persona pone todo su amor y toda su voluntad para lograr lo mejor que pueda. (Télam)
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