Tintín, un reportero trotamundos de cumpleaños

Un 10 de enero de 1929 se presentó por primera vez al público el personaje de Hergé.

BRUSELAS (DPA).- Con su inconfundible mechón sobre la frente y acompañado siempre de su inseparable e inmaculadamente blanco Fox Terrier (Milú), un intrépido reportero (Tintín) belga se lanzó hace 75 años a su primera aventura. Se fue entonces a la Unión Soviética, una gran desconocida para occidente, pero en el transcurso de los años viajó por casi todo el mundo. Tintín y Milú, los personajes inmortales del dibujante belga Hergé (Georges Remi), se presentaron al público por primera vez el 10 enero de 1929. Aquella fecha fue el inicio de un viaje de éxito… y de un negocio enorme. La aventura en la Unión Soviética se publicó entonces por entregas junto con los suplementos infantiles y juveniles del semanario en francés «Siglo XX».

Con sólo dos viñetas semanales, Hergé tenía que mantener la expectación de los amigos de Tintín y Milú. Un año más tarde, en 1930, la historia salió completa en el primer libro, al que seguirían otras 23 historias. La última se publicó incompleta en 1986, tres después de la muerte de Hergé. Al igual que el reportero, que viajó por casi todos los continentes, sus aventuras también se difundieron por todo el mundo y del «Tintín», en el francés original, surgieron Tintín, «Tim», «Tan Tan», «Tenten» o «Kuifje». Y «Milou», pasó a llamarse Milú, «Struppi», «Snowy», «Terry» o «Bobbie».

El colérico capitán Haddock (variante del bacalao), es el amigo paternal de Tin Tín y ha conservado su nombre en casi todos los idiomas. Posiblemente sus insultos hayan dado numerosos quebraderos de cabeza a los traductores. «Pepino» (cornichon) es pasable, pero «bastardo de un logaritmo» ya resulta más complicado y los traductores han tenido que recurrir a la imaginación.

Tintín, que cazaba a los malhechores y siempre luchaba por bien, es muy inteligente, dotado en idiomas, mañoso con la técnica, valeroso y siempre se le ocurre algún truco, casi como James Bond. Pero no tenía novia, ni familia ni hogar. Nadie sabe si Tintín es el nombre o el apellido y tiene un aspecto en el que no es reconocible su edad. Un par de puntos, una coma y una raya: así de simple esbozó Hergé a su héroe, pero lo hizo inconfundible.

La «línea clara» con los vistosos colores y casi sin sombra fue un modelo a seguir por muchos dibujantes de cómics. Hergé dejó que su reportero-detective participara de las experiencias contemporáneas, pero también se dejó llevar de los prejuicios de la época. «Tintín en el Congo» (1930), por ejemplo retrata a los negros en Africa de una forma que hoy en día no encajaría en lo políticamente correcto.

El propio autor nunca participó activamente en política, pero durante la época de la ocupación alemana trabajó para el diario francófono de Bruselas, «Le Soir», que estaba controlado por los Nazis. Con la liberación de Bruselas, a Hergé se le prohibió trabajar durante un tiempo. Su extensa obra sigue hoy estrechamente vigilada y exitosamente mercantilizada por su segunda mujer a través de una fundación.

Aparte de camisetas, tazas, relojes, toallas o llaveros con diferentes dibujos de las aventuras de Tintín, en las paredes de la estación de metro de Bruselas han sido inmortalizadas todas las figuras de la serie y en febrero, una moneda especial de 10 euros hará circular la fama del simpático reportero y su perro.


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