Todo indica que el que apuesta al dólar no pierde

El gobierno cede en la batalla de la pesificación y busca contener presiones sobre la paridad cambiaria.

Se acelera la devaluación

Las expectativas de cambio sobre el rumbo económico del país con la llegada al gobierno del nuevo gabinete comienzan a desvanecerse entre los operadores del mercado. Los problemas de fondo en la economía argentina se mantienen y los mensajes que llegan desde la Casa Rosada no dan indicios de modificaciones en el rumbo de aquí al 2015. El Ministerio de Economía acelera la depreciación de la moneda corriendo detrás de la inflación para intentar sostener la competitividad de la producción. Es decir: nada que pueda torcer el rumbo sobre el cual va el Titanic. Frente a este escenario, dos premisas definen al dólar como el refugio más seguro para cualquier inversor poco avezado en estrategias de mercado. La primera de ellas: es uno de los activos más baratos que existen en el país. La segunda: tiene liquidez inmediata a la hora de colocarlo en el mercado. Temiendo una oleada masiva hacia el dólar el gobierno intenta frenar las expectativas de la demanda sobre el billete norteamericano. De ahí que desde la llegada de Axel Kicillof a la cartera de economía la tasa de devaluación sea del 7,5%. Anualizado este indicador alcanza un valor del 65%. Es decir que, de mantener el gobierno esta política monetaria durante todo el 2014, el dólar terminaría el año que viene en los 10,2 pesos. Como contraparte, el dólar marginal en esta primera parte de la era Kicillof estuvo contenido por la fuerte intervención del gobierno y subió tan sólo un 0,5%. La intervención de la Anses vendiendo títulos en dólares, sumada a la noticia de que el Estado compensaría a Repsol por la expropiación de YPF, frenó el camino alcista del blue que no llegó a superar con contundencia el nivel de los 10 pesos por unidad. Sin embargo, pocos son los analistas que apuestan a que esta tasa se mantendrá por mucho tiempo más. La batalla contra el blue bien podría comenzar a contarse como una más de las victorias pírricas de la administración Kirchner. Dos variables claves hay que tener en cuenta a la hora de analizar el movimiento del dólar marginal en el mercado: reservas y base monetaria. La historia muestra que el billete norteamericano siempre se movió por encima de la relación base monetaria/reservas. Hoy este escenario no se está dando. Hace unas pocas semanas el dólar blue tuvo una caída de 10 a 9 pesos apenas se supo del preacuerdo con Repsol. ¿Por qué? Porque se estimaba que ése sería el inicio del camino para acceder al crédito internacional que podría fortalecer las reservas y producir un giro importante en las expectativas. Sin embargo el mercado hoy está descartando esta posibilidad. La colocación de un bono de YPF en Estados Unidos es un camino válido para recomponer reservas. La empresa colocó días atrás 500 millones de dólares en el mercado internacional con un vencimiento de cinco años al 9%. Éste es el inicio de un programa con el que busca conseguir 5.000 millones de dólares. Pero así como YPF puede aportar dólares, muchos otros se van vía Enarsa por la importación de energía. Las proyecciones indican que seguirá agudizándose el drenaje por esta última vía. Otra fuente de reservas importante para la Argentina es la exportación de commodities. La campaña del 2013 no dio resultados muy positivos, con lo cual mucha de la actual cosecha se hizo con financiación. En cualquier caso, la lógica indica que todos los productores liquidarán lo mínimo indispensable ya que la constante devaluación del peso propone ese incentivo: ‘Si liquido mañana, consigo más pesos’. En lo que respecta a la emisión, el Estado argentino gasta más de lo que recauda y cubre esta diferencia imprimiendo pesos. Cuanto más pesos hay en el mercado, menos valen. Y esos pesos pueden comprar cada vez menos. ¿Cómo se puede limitar el crecimiento de la base monetaria? Gastando menos. ¿Qué parte de los gastos se podrían bajar? Todo apunta a los subsidios. Eso haría que el gobierno necesite imprimir menos pesos. Sin embargo, todos los que reciben subsidios deberían subir automáticamente sus tarifas para poder continuar siendo viables. En otras palabras, sacar esos subsidios es inflación automática. Conclusión: se está muy cerca del desencanto del arreglo de Repsol y de la “vuelta a la normalidad” en donde el dólar blue cotiza por encima de la relación de base monetaria y reservas. (Redacción Central)


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