Tras 17 años, Ortega volvió ala presidencia de Nicaragua

El líder sandinista pregona un discurso más moderado. Preocupa a EE. UU. su cercanía con Chávez.

MANAGUA.- El ex guerrillero Daniel Ortega, otrora enemigo de Estados Unidos, asumió ayer la presidencia de Nicaragua, casi 17 años después de haberla perdido en las urnas, ante la presencia de 14 jefes de Estado y de gobierno, 61 delegaciones de todo el mundo y cerca de 300.000 nicaragüenses.

La ceremonia de traspaso de poderes de Ortega, realizada en la Plaza de los No Alineados de la capital nicaragüense, se realizó cerca de hora y media más tarde de lo previsto debido al retraso de Hugo Chávez, quien juró ayer como presidente en Venezuela para un nuevo mandato 2007-13.

El regreso al poder del líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), vencedor de las elecciones del 5 de noviembre, ha devuelto a este pequeño país de 5,4 millones de habitantes, 70% de ellos en la pobreza, a la primera plana de la información mundial.

La primera presidencia de Ortega en Nicaragua (1979-90), a la que llegó mediante la revolución sandinista que puso fin a 45 años de dictadura de la dinastía de los Somoza, estuvo marcada por un conflicto bélico azuzado por Estado Unidos para derrocarlo.

Su pasado de guerrillero antiimperialista aliado al bloque socialista y su amistad con el presidente venezolano ha reavivado los rescoldos de la Guerra Fría en la región. Pese a su cambio de imagen y discurso político, en el que preconiza “paz, trabajo y reconciliación”, forjados en los 16 años pasados en la oposición, el sandinista, de 61 años, sigue suscitando resquemores en Washington, que intentó impedir su victoria en las urnas en noviembre.

Desde su elección, Ortega intentó tranquilizar a Estados Unidos, a inversores y empresarios, así como al 62% del pueblo nicaragüense que no lo votó por miedo a una vuelta al pasado belicoso, y a los organismos financieros internacionales, con los que cuenta para dar un giro social a años de política económica neoliberal.

Entre los más pobres, Ortega suscita esperanza. “Esperamos trabajar en paz, tranquilos, queremos vivir felices al lado de nuestros hijos y nuestra familia”, declaró José Marcial Díaz, un ex combatiente del ejército, llegado del norteño departamento de Matagalpa a Managua. Aunque gobernará con el ex dirigente de la contrarrevolución Jaime Morales, un ponderado político de derecha, en la vicepresidencia, el líder sandinista no ha renegado de sus viejas amistades, sobre todo Fidel Castro, el líder cubano convaleciente y gran ausente en este día histórico, o Chávez, quien aspira a convertirse en el principal soporte económico del nuevo gobierno de Nicaragua.

“El gran problema de Ortega será cómo equilibrar la influencia de Chávez”, aseguró un influyente analista político nicaragüense. Chávez y Ortega firmarán hoy varios acuerdos de cooperación y la adhesión de Nicaragua a la Alternativa Bolivariana para América Latina y El Caribe (ALBA), que auspician Venezuela, Cuba y Bolivia.

Managua, vigilada por más de 7.000 soldados y agentes de seguridad, congregó por unas horas buena parte del ‘eje del mal’ visto desde Washington, que envió una delegación de bajo perfil a Nicaragua. (AFP)


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