Tras la traumática restitución, el debate: ¿podía evitarse?

La violenta restitución de dos menores de 4 y 9 años a su padre, que un juez de Villa Regina llevó adelante con apoyo del grupo Bora hace unas semanas, disparó la polémica sobre la metodología usada. Opinan especialistas en derecho de familia.

SUSANA YAPPERT

sy@patagonia.com.ar

¿Noticia? ¿drama? ¿Desde qué lente observarlo? Su complejidad es abono de riesgos. Aun así, se trata de algo que amerita más preguntas, más respuestas, más profundidad.

Comencemos por el principio. El 7 de marzo, Carina (36 años, el apellido se omite para preservar a los menores) retiró a su hijo menor de la escuela en Villa Regina y cuando llegó a la casa de sus padres, donde reside, se encuentra con un patrullero y una mujer policía le dice que tiene que ir al juzgado porque el juez quiere hablar con ella. Ya en su despacho, Alberto Cariatore, titular del Juzgado de Instrucción nº 20, le informa que llegó una orden de un juez de La Pampa para que restituya a sus hijos de 9 y 4 años a su padre. Carina estuvo casada 9 años con un abogado, Marcelo, de quien se separó, atribuyéndole conducta violenta (ver entrevista)

Ambos residían en La Pampa hasta que la madre decidió regresar a su ciudad natal junto a su familia. Esto ocurrió este verano, pero el divorcio ya estaba consumado y homologado por el juez de Familia de Roca, Dr. Víctor Camperi. La mujer le explica al juez Cariatore que tiene la tenencia de sus hijos. Según aseguró, el juez no la deja salir de su despacho y le ordena que la pida por teléfono.

Acto seguido, se suceden horas de absurdo, tensión y violencia que marcan definitivamente a dos menores, seguramente a sus padres, familias respectivas, a varios magistrados del Poder Judicial y a parte de una sociedad.

 

«Estaba aterrado…»

 

Relata los acontecimientos Carina: «El juez no me dejó salir del despacho y llamé por teléfono a mi papá para que me trajera los papeles del divorcio. Mi papá m cuenta que afuera de casa hay tres patrulleros, la secretaria del juzgado y el padre de los chicos. Escucho llorar a mi hijo mayor, que pide hablar conmigo por teléfono. Estaba aterrado y me dice que si no voy para allá se va a matar. Le rogué al juez que sacara la Policía de allí porque mi nene estaba muy asustado. El juez ni me escuchó. Mi hijo mayor presenció actos de violencia del padre hacia mí y es muy sensible a los actos de violencia. El juez me gritó, me dijo que si no entregaba a los chicos

¿Es Cariatore un juez de Familia?

Lo es y seguramente, muy a su pesar. Esta situación amerita una reflexión aparte.

En julio de 2004 se conoció una resolución del Superior Tribunal de Justicia (325/04), según la cual el Juzgado de Instrucción número 20 de Regina, ampliaba su competencia. El 31 de agosto se inauguró el Juzgado de Instrucción, de Familia y Sucesiones. Tras cuatro años de espera, se cortaron las cintas y se puso en funciones al juez a cargo, Alberto Cariatore.

La medida, celebrada por la legisladora del bloque oficialista Ana Piccinini, fue largamente criticada. La medida que amplió la competencia de un juzgado originalmente para atender cuestiones del fuero penal, para obligar al juez que había ganado el cargo por concurso y debido a sus méritos y su especialización en la materia, a atender cuestiones de familia, fue calificada de «dislate jurídico».

Aquellos días, el Colegio de Abogados de Roca afirmó que la medida no sólo vulneraba disposiciones constitucionales sino que además era de «extrema gravedad institucional, ya que (el juez) fue designado en razón de su idoneidad, capacidad y antecedentes en la especialidad de derecho penal. Es una medida regresiva e implica desprecio por la especialidad del derecho de familia, que es nada menos que la profundización del saber en una rama del derecho de alta complejidad por su vinculación con el universo de los afectos humanos. Las consecuencias sociales y personales de este desacierto son impredecibles».

Lamentablemente, los hechos dieron la razón a aquella advertencia. Un especialista en derecho constitucional, docente de la UBA, opinó al respecto: «Es una barbaridad que, si estás formado en una especialidad, te obliguen a dedicarte a otra. Y Penal y Familia –en muchos aspectos– están en las antípodas en lo que refiere a procedimiento. De cualquier modo, la especialidad de este juez no lo justifica en su mal proceder. No es posible afirmar que actuó como un juez penal y se terminó, porque sabía que no se trataba de delincuentes. Está fuera de toda lógica que vos apliques esta medida porque sos juez, tenés formación y se supone que sentido común». Acto seguido, este abogado se pregunta: ¿será verdad que el juez le dijo a la señora «¿ve que le podía sacar a sus hijos?». Pues –responde– si fue así, estamos ante un caso de abuso».

«No olvidemos –opinó la legisladora de la UCR, María Inés García– que esto es una consecuencia de la fragilidad del sistema».

Veamos este punto. «Yo creo que el juez tenía otros recursos y que incluso no tenía por qué acatar la orden del juez. Creo que, por ejemplo, debió sentarse con la familia, analizar la situación, pedir auxilio a especialistas, pedir ayuda a Promoción Familiar. Independientemente de los procedimientos, creo que el juez no pudo dimensionar la gravedad del acto, porque, en realidad, lo más temible es que actuó de manera violenta pudiendo haberlo evitado. La mujer se había visto obligada a refugiarse en la casa de sus padres luego de una separación, es decir, había un drama familiar».

¿Puede un juez de Familia acudir al Bora?

«Un Juez puede recurrir a la fuerza pública -responde un magistrado de la provincia, que prefiere no dar su nombre- pero vayamos por partes. ¿Qué motivó al Juez a acudir al Bora? ¿Puede haber considerado que la situación era verdaderamente compleja, que estaba en peligro algún miembro de la familia, que ante una situación tan desesperante alguno de los protagonistas podía tomar una medida extrema, como el suicidio o el asesinato? Puede haber considerado tal situación. Pero este ejemplo es muy útil para recordar que todos los temas de familia son asuntos extremadamente complejos. Se trata del mundo de los afectos. Una especialidad que tiene aristas psicológicas, sociológicas, culturales. Y, por lo tanto, cualquier ejecución reclama todo el auxilio de la interdisciplina. Y ante la ausencia de personal, hay toda una gradualidad a seguir en el procedimiento y por sobre todo nunca se puede subordinar el interés superior del menor».

Según este especialista en derecho de familia, este es el primer justificativo que debía haber considerado Cariatore para rechazar el pedido de su colega.

¿Puede un juez rechazar una orden de otro?

Sí. Todos los especialistas consultados explican que un juez puede rechazar cualquier pedido de otro juez. Y, tratándose de un caso en el que están en juego derechos personalísimos, el juez que recibe la orden puede poner límites claramente.

En tal sentido, un especialista en la materia y juez de familia que prefiere resguardar su nombre explica: «Desde el aspecto técnico, la orden de restitución se dirige a la parte, no al juez. Existe un convenio de colaboración entre magistrados pero otro juez de ningún modo le puede dar una orden a otro juez.

Otro aspecto que no puede ser desatendido es el criterio de razonabilidad. En este caso puntual están los intereses superiores que son los del chico. Si hay que restituir a un menor, hay que ver cómo actuar, si se contradicen estos intereses superiores, el magistrado puede negarse a llevar a cabo la restitución. Y para ello hay varias alternativas. El juez habría dicho que habló con la familia. Podría haber hablado también con el juez de la Pampa para evitar la utilización de la fuerza pública y plantearle que se trataba de un caso de alta complejidad debido a la resistencia que la familia. Antes de recurrir al Bora, podría haber mandado a la policía provincial con un oficial de justicia, explicando en detalle la situación. Un juez de familia tiene que estar capacitado para poder calmar a la otra parte, explicarle que puede tratarse de una situación temporaria, que tiene derecho de visitar a sus hijos, puede actuar con apoyo psicológico… Si el juez atendía a la complejidad de la situación, si la entendía, se podría haber excusado. Todos podemos equivocarnos, errar espantosamente, pero en este caso es obvio que ameritaba el pedido de ayuda a auxiliares, la asistencia de la asesora de menores. Y este juez no tomó recaudos para proteger a los chicos. Su accionar fue desproporcionado, abusivo a todas luces. ¡Estaba frente a una madre con sus hijos! Esto es lo primero que hay que atender. Recibir un oficio de otro colega no significa actuar bajo el régimen de la obediencia debida. Uno puede decir no y basta».

En igual sentido se expresó Nilda Nervi, defensora del Pueblo de Río Negro. «Cuando interviene la Justicia, la Defensoría no interviene pero, en este caso, iniciamos acciones de oficio porque repudiamos el procedimiento llevado a cabo por el juez. Creemos que la violencia se pudo evitar, antes de llegar a esta situación de debieron usar todas las herramientas y recursos humanos que la justicia tiene a su disposición; usar la mediación, hablar con las partes, escuchar a los padres y a los hijos».

¿Luego de lo actuado, puede ser sancionado?

«Sí, es posible que se le aplique alguna sanción. Pero esto no vuelve las cosas para atrás, no sana a esos chicos, ni el dolor de la madre, ni cambia los flaquezas del Poder Judicial provincial», agregó un colega suyo.

El juez Alberto Cariatore afronta ahora pedidos de juicio político por parte de legisladores del bloque Encuentro y por parte del Observatorio de Derechos Humanos de Roca.

Carina, la mamá de los chicos, declaró ante el auditor del Poder Judicial y desde que el Bora irrumpió en su casa, no volvió a ver a sus hijos.

«El mayor lloró y me preguntó '¿por qué me hacen esto?'»

Carina es de Regina, al igual que su familia. Estuvo casada 9 años con Marcelo, un abogado de quien dice haberse separado por su conducta violenta.

–¿Cómo fue el operativo?

–En la madrugada sentimos como una explosión, rompen la puerta unos hombres encapuchados. Cuando mi nene menor los ve, pega un salto para ir a upa mío. Dos tipos me lo arrancan de los brazos, el nene comienza a gritar y le tapan la boca. Llega el nene mayor y se queda paralizado del miedo cuando ve que dos tipos me sujetan con fuerza. También se lo llevan al mayor, que llora. Mis padres se despiertan y a mi hermano lo sujetan en el baño. Llega el juez y me dice: «¿Vio señora que se los podía sacar a los chicos ?»

–¿Qué hizo ?

–Vino una ambulancia y cuando reaccioné vi que los nenes no estaban. Me informan que están en la Comisaría. Voy y el juez no me deja verlos. Le digo que voy a hacer una denuncia y me dice 'Bueno, pero les da un besito, no los toca y se va porque si no, no los va a querer soltar'. Cuando veo el mayor llora y me pregunta ¿Por qué me hacen esto ? Yo les explico que su papá se los va a llevar y que hable con él para que los deje estar conmigo. Le pido a la Policía que me dejen ir a buscar ropa, los chicos estaban con piyama. Desde entonces nos los veo. Fui a Santa Rosa y no me permitieron verlos. Sí hablé por teléfono, el más chico me dijo que se sentía mal, que le dolía el corazón, luego me enteré que estaban resfriados y con nebulizaciones.

– ¿Qué denuncia concretamente sobre su ex pareja?

–Maltrato. En una oportunidad mi hijo contó que después de una operación que tuvo de apendicitis salieron a comer a un restaurante y el nene vomitó. El padre se puso furioso y lo llevó de vuelta a casa y en castigo lo dejó un rato afuera. Después dijo que cuando él hacía pis y el pis caía fuera del inodoro lo hacía limpiar el piso con la lengua.

–¿Cómo reacciona cuando le dice que se van a quedar acá ?

–Me amenaza y me arremete. Pero unos días más tarde me llama y

me dice que lo había pensado y que creía que era una buena decisión. Pero me pide llevar a los chicos a La Pampa el 20 de febrero, porque es el cumpleaños de su mamá. Cuando los viene a buscar le digo que el domingo los chicos tienen que estar acá porque empiezan las clases. A las 20 del domingo me llama y me dice que no me los va a devolver

–Había denunciado los actos de violencia de su marido?

–Yo fui una mujer víctima, que tardé en salir del círculo del violento. Claro que hice las denuncias, la última fue cuando me lastimó delante de mis chicos. Ese fue para mí el fin. Me acuerdo que un comisario me dijo que no vuelva a casa porque los golpeadores siempre prometen que van a cambiar y no cambian. Yo volví, incluso me prometió que iba a hacer un tratamiento psicológico para tratar su violencia. Pero nada cambió. Luego de estos hechos que relaté, hice la denuncia de sus amenazas y de los malos tratos de su padre hacia mis chicos.


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