«Trasladarlos les limita las posibilidades»

Deseo por este medio hacer referencia a la carta de lectores del Sr. Jorge Funes publicada el 14/03/08.

Es lamentable que todavía haya quienes vean a la U9 como un fenomenal negocio inmobiliario e intenten disimularlo bajo una supuesta peligrosidad en su emplazamiento actual.

Con ello sólo dejan en claro el total desprecio que sienten por las personas, seres humanos, que están internos ahí, que sea cual fuere su condena la cumplen, muchos ya han tenido oportunidad de arrepentirse y buscan opciones laborales o intelectuales para cuando salgan ser útiles a la sociedad a la que en su momento causaron daño.

No es menos cierto que esta tarea, con ayuda que reciben del exterior, es más o menos fructífera de acuerdo al director de la unidad que está a cargo. Me refiero a las autoridades del Servicio Penitenciario Federal. Los hay quienes aplican con rigor todas las normas, pero también los hay quienes apuestan fuertemente a conceder algunas facilidades teniendo en cuenta el interés en resocializarse del interno, su historial de conducta, el tiempo que lleva detenido y muchos otros aspectos. Y son estos últimos los que han obtenido mejores resultados.

Todos, me incluyo, hemos cometido todo tipo de errores para con otras personas, instituciones, pero como no están vedados por ninguna ley, están librados a la propia conciencia. Y no somos ni más ni menos culpables que cualquiera que sí purga una condena por imperio de las leyes.

Los internos tienen familia, casi siempre carentes de los recursos para trasladarse a visitarlos. Es por ello que el soporte que reciban de quienes, desde el exterior, les traen oportunidades de completar sus estudios primarios o secundarios y los estimulan a la continuidad de una carrera universitaria, les compensa de cierta manera, positiva por cierto, muchas de sus carencias afectivas.

Entonces trasladarlos a cualquier otro destino, aunque sea otra unidad nueva dotada del máximo confort pero en lugares remotos, inhóspitos, con escasa infraestructura alrededor, les limita las posibilidades de superación personal, no contribuye en el proceso de resocialización, denigra su condición humana que con tanto esfuerzo tratan de recomponer.

No intento instalar un debate entre insensibles y tiernos, sólo quiero que todos hagamos una mirada interior, si no queremos acercarnos a los internos, por lo menos no saboteemos con comentarios ajenos a la realidad la tarea de muchas personas a las que sí les interesa recibir en la puerta del penal a un interno que sale en libertad y con un proyecto concreto de vida futura con compromiso, con responsabilidad, con la dignidad de haber revertido su conducta pasada. No es poco, y además es posible.

 

Inés M. Romero, DNI 5.594.536

Rawson


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