Trece años de prisión por asesinar a su amigo

El crimen ocurrió en diciembre en Villa Ceferino. El acusado, "Juan Bigote", dijo que se defendió, pero según los testigos no hubo una discusión. La víctima recibió cinco

NEUQUEN (AN).- Juan Armando Rothen fue condenado ayer a 13 años de prisión por el asesinato de su amigo Oscar Pintos, ocurrido el 5 de diciembre del año pasado. El imputado dijo que el crimen ocurrió durante una pelea en la cual se defendió, pero según los jueces de la Cámara Primera, ni siquiera existió una discusión entre ambos.

Después de cometer el asesinato, Rothen (24 años) buscó refugio en la casa de una media hermana, a la que amenazó de muerte para que no le revelara a la Policía que estaba allí. Por esa coacción también fue condenado.

El crimen se produjo en la vivienda de Pintos, ubicada en República de Italia 2.376 en el barrio Villa Ceferino. Según la versión del imputado, al que todos conocen por el apodo de «Juan Bigote», la noche anterior fue a comprar bebidas y se encontró con «Osky» Pintos y otro joven que le ofrecieron un arma y un radiograbador robados. Rothen dice que les compró el arma en 50 pesos.

Se separaron y a las pocas cuadras, según Rothen, «se me acerca un hombre y me dice que yo y mis compañeros le robamos, que le sacamos un arma y un grabador. Le mostré el arma que ellos me habían dado, me dijo que era de él, y para no tener problemas se la di. Fui a la casa de Osky para dialogar, y él me pregunta dónde estaba el fierro, yo le digo que me lo sacó el dueño del arma. Me dijo que lo estaba chamuyando, me golpeó en la nariz y agarró un cuchillo, en el forcejeo yo le saqué el cuchillo y por el estado de la droga no me acuerdo si le pegué dos o tres puñaladas y ahí me fui».

Las puñaladas, según la autopsia, fueron cinco. Pintos murió a las cuatro de la tarde de ese día.

Para los jueces Luis Fernández, Mario Rodríguez Gómez y Carlos Sierra, esta versión no es creíble porque

hay testigos que la contradicen.

Dice la sentencia dictada ayer que según los vecinos «no existió solución de continuidad entre el ingreso de Rothen al lugar, la agresión y su salida inmediata. No se escucharon ruidos ni gritos. No existió un lapso de tiempo que permitiera entablar una discusión».

«Resulta evidente, en cambio, que Rothen se hizo presente en el lugar de los hechos ya decidido a concretar una agresión». Los testigos lo vieron dirigirse a la casa de Pintos «como nervioso o enojado».

Además, dos testigos escucharon al imputado decir «por culpa de estos giles me pegaron a mí». Como efectivamente tenía una lesión en la nariz, «debo arribar a la conclusión que si bien Rothen fue golpeado, no fue víctima de dicha agresión por parte de Pintos, sino fue agredido en un momento anterior a su ingreso a la casa del occiso», escribió el juez Fernández.

«Desecho de plano que haya existido una agresión previa por parte de Pintos, quien sólo atinó a defenderse frente a la brutal agresión, tratando de parar las feroces cuchilladas con sus antebrazos», agregó.


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