Tres gruesas contradicciones
La realidad sigue ganándole al relato. Después del anuncio del plan oficial para recaudar dólares mediante otro blanqueo impositivo, el mercado volvió a mostrar su desconfianza con otra escalada del billete verde. Es que en la conferencia de prensa del gabinete económico quedaron en evidencia la improvisación y las contradicciones de medidas que se toman a diario. Como nueva postal de la impotencia oficial, la ofensiva del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, exigiéndoles a los “cambistas amigos” que para fin de mes el dólar blue baje a $6,50 sólo generó chistes y cataratas de tuits. El proyecto de ley, que ayer llegó al Senado con más “retoques” de último momento, queda en contradicción con tres supuestos ejes de la política económica oficial. • La pesificación de la economía. La propia presidenta había lanzado una “batalla cultural” para que los argentinos dejaran de pensar en dólares e hicieran sus transacciones en pesos. Al menos, ése fue el justificativo de los sucesivos endurecimientos del cepo cambiario (a operaciones inmobiliarias, atesoramiento, extracciones en el extranjero), donde se ha tratado casi de conspiradores contra la república a quienes permanecían fieles al billete verde y se presentaban como panaceas los nuevos instrumentos para ahorrar en pesos, como los bonos de YPF. El derrumbe del mercado inmobiliario le dio un baño de realidad al equipo económico y en el nuevo paquete figura el Cedin, certificado que permite invertir en propiedades conservando el valor en dólares. Pero deja pensando a los posibles inversores cuándo será el próximo viraje en “u” de las políticas oficiales. El otro bono, el Baade, pretende atraer inversiones hacia el sector energético, concretamente YPF. Además de reconocer que la petrolera estatal no logra financiamiento externo a tasas de mercado, premia a quienes traigan dólares de dudoso origen para apoyar la maltrecha política energética local. Batalla perdida. • La “implacable” lucha contra la evasión. Después de años de prometer cárcel a los evasores, de exigir el pago por gastos o empleados “presuntos” y de usar las deudas con la AFIP como arma de “escrache” a quienes cuestionan el modelo, el organismo impositivo permite que quienes desde el 2007 sacaron casi 80.000 millones del circuito hacia el exterior, en cajas de seguridad o en el “colchón”, sin contribuir a la seguridad social o pagar impuestos, puedan blanquear divisas obtenidas en un mercado considerado “ilegal” para ser usados en una economía que arrastra meses de estancamiento por falta de inversiones y crédito accesible. La medida se suma al reciente plan de facilidades de pago hasta a diez años para quienes estaban “atrasados” en sus obligaciones tributarias. Los diarios y redes sociales estaban llenos ayer de comentarios e historias de personas que pagaron puntillosamente sus impuestos y ahora ven cómo los “vivos de siempre” nuevamente salen beneficiados. La sensación de estafa era la más común, por decirlo suave. • La lucha contra el lavado de dinero. A pesar de las afirmaciones de Ricardo Echegaray de que quienes tienen causas pendientes no podrán acceder a los beneficios del “blanqueo” (“ni Lázaro Báez, ni Magnetto, etc.”, dijo), los expertos no dudan de que el plan terminará siendo una gran aspiradora de dinero proveniente de actividades económicas clandestinas o la corrupción. “¿Usted cree que a Báez (o a cualquier otro) le va a costar mucho encontrar un perejil que por unos mangos le preste el nombre?, se preguntó ayer la extitular de la Unidad Antilavado Alicia López. La promesa oficial de no aplicar sanciones impositivas, administrativas ni penales a quienes traigan sus dólares ocultos va a contramano de leyes como la 26268, conocida como ley Antiterrorista, (sancionada en la presidencia de Néstor Kirchner) que endurece los controles sobre el financiamiento de actividades ilegales. De hecho, por vías informales tanto el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) y del Grupo de los 20 (G20) han mostrado su reticencia a este tipo de mecanismo amplio y confuso de recepción de fondos. Como coincidían ayer economistas (ver aparte), el tema de fondo es que, pese a los rimbombantes dichos sobre la “situación sólida” de las cuentas fiscales, el gobierno muestra con estas medidas su urgencia por engrosar las alicaídas reservas del Central y la falta de dinero para reactivar la economía. Ante la marcha y contramarcha de medidas, es difícil que inversores genuinos acepten la nueva invitación a “confiar en el modelo”, que sigue sin dar respuesta con un plan coherente a los que todos, menos el gobierno, advierten como raíz del problema: la inflación.
ANÁLISIS
La realidad sigue ganándole al relato. Después del anuncio del plan oficial para recaudar dólares mediante otro blanqueo impositivo, el mercado volvió a mostrar su desconfianza con otra escalada del billete verde. Es que en la conferencia de prensa del gabinete económico quedaron en evidencia la improvisación y las contradicciones de medidas que se toman a diario. Como nueva postal de la impotencia oficial, la ofensiva del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, exigiéndoles a los “cambistas amigos” que para fin de mes el dólar blue baje a $6,50 sólo generó chistes y cataratas de tuits. El proyecto de ley, que ayer llegó al Senado con más “retoques” de último momento, queda en contradicción con tres supuestos ejes de la política económica oficial. • La pesificación de la economía. La propia presidenta había lanzado una “batalla cultural” para que los argentinos dejaran de pensar en dólares e hicieran sus transacciones en pesos. Al menos, ése fue el justificativo de los sucesivos endurecimientos del cepo cambiario (a operaciones inmobiliarias, atesoramiento, extracciones en el extranjero), donde se ha tratado casi de conspiradores contra la república a quienes permanecían fieles al billete verde y se presentaban como panaceas los nuevos instrumentos para ahorrar en pesos, como los bonos de YPF. El derrumbe del mercado inmobiliario le dio un baño de realidad al equipo económico y en el nuevo paquete figura el Cedin, certificado que permite invertir en propiedades conservando el valor en dólares. Pero deja pensando a los posibles inversores cuándo será el próximo viraje en “u” de las políticas oficiales. El otro bono, el Baade, pretende atraer inversiones hacia el sector energético, concretamente YPF. Además de reconocer que la petrolera estatal no logra financiamiento externo a tasas de mercado, premia a quienes traigan dólares de dudoso origen para apoyar la maltrecha política energética local. Batalla perdida. • La “implacable” lucha contra la evasión. Después de años de prometer cárcel a los evasores, de exigir el pago por gastos o empleados “presuntos” y de usar las deudas con la AFIP como arma de “escrache” a quienes cuestionan el modelo, el organismo impositivo permite que quienes desde el 2007 sacaron casi 80.000 millones del circuito hacia el exterior, en cajas de seguridad o en el “colchón”, sin contribuir a la seguridad social o pagar impuestos, puedan blanquear divisas obtenidas en un mercado considerado “ilegal” para ser usados en una economía que arrastra meses de estancamiento por falta de inversiones y crédito accesible. La medida se suma al reciente plan de facilidades de pago hasta a diez años para quienes estaban “atrasados” en sus obligaciones tributarias. Los diarios y redes sociales estaban llenos ayer de comentarios e historias de personas que pagaron puntillosamente sus impuestos y ahora ven cómo los “vivos de siempre” nuevamente salen beneficiados. La sensación de estafa era la más común, por decirlo suave. • La lucha contra el lavado de dinero. A pesar de las afirmaciones de Ricardo Echegaray de que quienes tienen causas pendientes no podrán acceder a los beneficios del “blanqueo” (“ni Lázaro Báez, ni Magnetto, etc.”, dijo), los expertos no dudan de que el plan terminará siendo una gran aspiradora de dinero proveniente de actividades económicas clandestinas o la corrupción. “¿Usted cree que a Báez (o a cualquier otro) le va a costar mucho encontrar un perejil que por unos mangos le preste el nombre?, se preguntó ayer la extitular de la Unidad Antilavado Alicia López. La promesa oficial de no aplicar sanciones impositivas, administrativas ni penales a quienes traigan sus dólares ocultos va a contramano de leyes como la 26268, conocida como ley Antiterrorista, (sancionada en la presidencia de Néstor Kirchner) que endurece los controles sobre el financiamiento de actividades ilegales. De hecho, por vías informales tanto el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) y del Grupo de los 20 (G20) han mostrado su reticencia a este tipo de mecanismo amplio y confuso de recepción de fondos. Como coincidían ayer economistas (ver aparte), el tema de fondo es que, pese a los rimbombantes dichos sobre la “situación sólida” de las cuentas fiscales, el gobierno muestra con estas medidas su urgencia por engrosar las alicaídas reservas del Central y la falta de dinero para reactivar la economía. Ante la marcha y contramarcha de medidas, es difícil que inversores genuinos acepten la nueva invitación a “confiar en el modelo”, que sigue sin dar respuesta con un plan coherente a los que todos, menos el gobierno, advierten como raíz del problema: la inflación.
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