Turbulencias

Redacción

Por Redacción

Arnaldo Paganetti

Más allá del traspié de Néstor Kirchner, quien amenazó desde una tribuna con volver a entrar en default, esta vez con los organismos internacionales, y del fastidio de los poderosos de la tierra que mandaron decir que el FMI cortará el chorro si no paga los 3100 millones de dólares pautados para el 9 de marzo, hubo señales concretas que indican que la negociación con acreedores e inversores tiende a sacar a la Argentina de su anormalidad. Y eso que el trato inflexible del Grupo de los 7 y los retos de Horst Köhler al ministro Roberto Lavagna, debilitaron objetivamente la hasta ese momento férrea postura del patagónico frente a los que, sin distinción, denomina «fondos buitres».

Tras conocerse la conformación de un sindicato de bancos para encarar la discusión final con los tenedores de bonos que impulsan el embargo de bienes argentinos en el exterior, el resistido Merrill Lynch, de Estados Unidos, la UBS, de Suiza y Barclays, de Gran Bretaña, y antes de los anuncios de los aumentos de luz y gas para grandes consumidores y el arreglo con los franceses dueños de Aguas Argentinas (exigencias del Fondo), hubo alivio en la Rosada y se dieron por superados los cortocircuitos (serios, pese a que intentaron ser minimizados) entre el Presidente y Lavagna.

Los frentes abiertos son muchos, complejos y se desenvuelven en paralelo. En la disputa interna entre el ala política, tentada de la boca para fuera con «vivir con lo nuestro», y el ala económica -los pingüinos van por la cabeza de Guillermo Nielsen y se quejan del protagonismo excesivo del embajador en Washington, José Bordón-, Kirchner bajó una orden central: Argentina no puede comprometerse a desembolsar más de lo que produce, sin afectar a la masa social desamparada.

Si bien cargó contra los bancos y especuladores que se la pasaron «apostando en el casino» y advirtió que saldar más del 25 por ciento del total de la deuda a los bonistas sería incurrir en un «genocidio» popular, Kirchner terminó concediendo que será necesario mejorar esa oferta para – como enseñó Confucio – dar pruebas de sinceridad, fidelidad y buena fe.

Al parecer, más que atar la suerte de los demandantes al crecimiento nacional, se apelaría a un nuevo bono vinculado con los proyectos de inversión. De suerte tal que los reclamantes podrían recuperar, si todo marcha viento en popa, hasta casi un 40 por ciento de esos títulos. Los bonistas no tienen apuro y estiman que la agresividad de Kirchner, persigue la baja a 15 dólares de sus acciones que hoy están en 25 dólares por unidad en el mercado, ayudadas por el floreciente horizonte macroeconómico.

«Estamos creciendo. Eso inhabilita al FMI y a Estados Unidos a soltar la mano de un país que está saliendo de la crisis», razonó el canciller Rafael Bielsa, quien está un tanto al margen del meollo de la deuda externa, muy concentrado en la relación con Cuba y en encarrilar las soluciones que exigen los inmigrantes irregulares argentinos en España.

Una alta fuente gubernamental le dijo a «Río Negro» que el nuevo equilibrio económico y social no será instantáneo, sino que llevará años. Habrá medidas correctivas que irán de los 18 a los 36 meses, prácticamente hasta el final del presente mandato de Kirchner. Se distinguirá entre sectores pudientes y menos pudientes. Por ejemplo, hay empresarios a los que la debacle devaluatoria les permitió posicionarse y exportar a valor dólar, con insumos pesificados. «Ellos deberán cargar los costos sin trasladarlos a los consumidores locales», apuntó el jefe de gabinete Alberto Fernández.

«Esto ni siquiera es ideológico. Nuestro Presidente es progresista -se explicó- pero no es loco. Detrás suyo tiene tres espadas afiladas y entonces no es que no quiera, sino que no puede recular».

Lo que está haciendo el gobierno, además, es sincerar contratos que ya existen entre empresas productoras, de gas por caso, con privados que son grandes usuarios. Este tema introduce en la polémica desatada por la pretensión del gobernador de Neuquén Jorge Sobisch, de elevar el precio del fluido en boca de pozo.

Por supuesto, Nación no le reconoce a la provincia la potestad de fijar ese valor, y sostiene que las alternativas posibles y racionales llevarán tiempo, para no afectar a los sectores de más bajo recursos.

La propuesta de segmentación, que se hizo pública el viernes pasado en presencia del ministro Julio De Vido y del secretario de Energía, Daniel Cameron, se dirige a recaudar más entre los que más tienen, en el marco de una sana administración.

El reclamo de Neuquén, que produce el 33 por ciento del petróleo y el 50 por ciento del gas, es descalificado por Nación que dice que esa provincia, como Santa Cruz, triplicó por tres sus regalías petroleras (por el dólar), y duplicó las ganancias por sus recursos gasíferos. «El lamento de Sobisch no debería ser tan deplorable», exponen los patagónicos santacruceños que inundan los ministerios públicos de la ciudad de Buenos Aires.

Neuquén es un gran jugador exportador y privilegia a Chile. Por eso es catalogada como una provincia beneficiada tras la hecatombe del 2001.

Ahora, es cierto que la falta de inversiones o nuevas exploraciones son signos inquietantes. Máxime cuando desde Nación prevén para este año problemas con el suministro del gas.

En Economía consideran imperativo, en consecuencia, movilizar esa actividad. Paradójicamente, la Argentina no está en condiciones de soportar dos años de crecimiento al 7 por ciento, sin sufrir algún colapso a raíz de la sobredemanda de servicios.

Mecanismos de contención, como la construcción de un nuevo gasoducto, están en los planes oficiales que descuentan que el Banco Mundial, si el FMI aprueba las metas argentinas en marzo (sobrecumplidas, subrayan), irá desembolsando créditos por cinco millones de dólares.

El aumento del consumo, da pábulo a más inquietudes en esta Argentina para muchos incomprensible. También se exagera: los dirigentes hacen gala de sus habilidades para bailar en la cubierta del Titanic y sacar tajadas políticas.

Sin embargo, en materia de reservas gasíferas, se prendió una luz de alarma porque la disponibilidad bajó de 19 a 14 años.

Arnaldo Paganetti

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


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