Ulises Dumont es un honorable desocupado

Como domina el inglés, bromea el actor, piensa hacer un trámite con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires para lograr la concesión de un quiosco de flores en el cementerio británico. Augura que cada vez habrá protagonistas más jóvenes en la televisión vernácula hasta llegar a programas de bebés con chupete balbuceando, como se ve en los EE. UU. Exito es una palabra «farandulera» que no lo completa ni le cierra, como cierta crítica.

NEUQUEN (AN).- Es calvo, claro, todo el mundo lo sabe, pero se las arregla. Usa un sombrero negro y ropas también oscuras. En conjunto arma una extraña y llamativa estampa de caballero mayor.

Así vestido, nadie puede dejar de descubrirlo por las calles de Neuquén ¡Ey, ey pero si es Dumont! ¡Ulises, favor, déjenos sacar una foto! ¡Lo queremos Ulises! Y lo aman, es cierto, se ve y eso es bueno ¡vaya si lo es!

Una lo mira sentado esperando la pregunta y piensa que este gran actor se merece con largueza un país justiciero y de productores con cerebro, porque para comer cada día el aplauso de la gente no alcanza, «Gran hermano» sobra y otros descartables enlatados son mejor olvidarlos.

A Ulises, digamos , ¿por qué se lo somete a largos períodos de hambruna? Ese es más o menos el mal de muchos consuelo de ninguno.

El 2000 no fue el mejor de sus años, en salud y trabajo, pero pasa directamente a hablar de lo segundo. Fuera de grabador, se despacha a gusto.

Su redondito rostro está muy congestionado, con tos y pide disculpas por ello ¿Alergia? «¡No, qué va! Un resfrío padre de esos virósicos que me pesqué el año pasado y aún no me lo puedo sacar de encima».

– ¿En qué anda Dumont por estos días?

– Dado que domino el inglés, estoy haciendo un trámite con el Gobierno de la Ciudad para lograr la concesión de un quiosco de flores en el cementerio británico (risas).

-¿Piensa ganarse el puchero vendiendo con mímica?

– No… No… hablando en serio, como muchos de los colegas les pasa «Soy un desocupado». Pero tengo un proyecto dando vuelta para filmar una película en Barcelona. En eso, en eso ando, viendo qué sale, si retomamos «El enganche» que hicimos en Mar del Plata con Linda Peretz.

– ¿Con «Gran Hermano», «El bar», irreversiblemente está perdida la televisión para ustedes?

– Aguanto cinco minutos mirándolos. No entiendo qué es. En mi caso tengo algunas propuestas, pero no me convencen. Son tantísimas menos en tanto y en cuanto hay determinada televisión que no contempla a actores de cierta edad. La problemática se agota en los jóvenes».

– Y cada vez más jóvenes ¿o no?

– Siempre lo decía en broma, pero a medida que baja la edad de los protagonistas, el target, un día de estos vamos a tener actores con chupete haciendo abab-ababá-abuuuu-prrrrrrrrruffff. En los Estados Unidos ya hay un programa.

– «Agrandadytos» ya está.

– No, los de Agrandadytos ya son grandes (risas)

– Ulises, usted en un festival latinoamericano dijo que no hacía películas de éxito ¿Qué es éxito y ser exitoso o reconocido?

– Todo tiene que ver para mi con la palabra éxito y lo que significa para otros. Exito es una palabra totalizadora, éxito era Olmedo. Muchísimo talento, gran carisma con la gente y además muchísimo dinero en lo que hacía. Exito en todos los rubros, que uno no pudiera ni imaginárselo. Eso, con respecto a su profesión y que desgraciadamente terminó cayéndose desde un balcón ¿qué curioso no?

– ¿Entonces qué piensa?

– Eso. Entonces uno piensa ¿cómo es esto del éxito? ¿cuál es la presión para existir? ¿Que la gente me salude por la calle es éxito? En todo caso es una manifestación, que para mi es mayor que tener éxito ¿no? Y que la palabra que uno escuche habitualmente sea gracias por lo que uno hace. Pero quiero decir con esto, que por ahí éxito es una palabra «farandulera», que a mi no me completa y no me cierra

Ese olor a «mala lechita» de cierta crítica

Cualquiera que lee la crítica a filmes argentinos, sea por internet o en ciertas publicaciones, siente que prácticamente se los despedaza, se lo despelleja y deja en carne viva. Destrucción de la crítica, circuitos de comerciaización vedados, pocos subsidios. Los cineastas están acosados por varios frentes. Lo tratamos con Ulises.

-¿Cree que cierta crítica se ensaña y no mide con la misma vara a los autóctonos? ¿Que responde a intereses o presiones internacionales?

– No sé qué olorcito tiene algún columnista estrella de un diario, qué olorcito en cuanto a lo nuevo y lo viejo. Críticos que celebran de pronto que el Instituto no le pague más plata a Gina Lollombrigida para venir a «prestigiar» el festival de Mar del Plata y al mismo tiempo dicen: nadie niega el talento de fulano, pero convengamos que no están en el mejor momento de su carrera.

– ¿Es arduo remontar las críticas animosas que embarran la cancha desde el estreno en Baires?

– Por añadidura esta especie de mala lechita, pero aclaremos, los filmes no vienen al interior, no porque tengan mala crítica, sino porque un señor en Buenos Aires hace números y nunca llegarán. Digo que aquí es más sencillo filmar que estrenar.

– ¿Qué pasó en verdad con «Rosarigasino»de Rodrigo Grande, con Dumont-Luppi y el apuro para estrenarla en Mar del Plata?

– El apuro fue por tener parada la película desde más de un año, por un conflicto curiosamente con una distribuidora norteamericana. El Incaa dio un dinero para que se termine y llegue a tiempo. Curiosamente hay 50 películas dando vueltas y el festival no tiene qué estrenar.

– ¿Cómo se entiende?

– Que no tiene porque es una elección ir o no. Con esto quiero decir que allí no están las mejores películas argentinas. Aunque en este caso «Rosarigasinos» no se encuentra entre ellas, porque a mi juicio y entender es una muy buena película. Estar parado sin estrenar da sólo pérdida. (B.S)

¿»Nuevo cine» es la pobreza o qué?

Ulises Dumont llegó a Neuquén acompañando dos estrenos dentro del Festival del Nuevo Cine Argentino que se está desarrollando hasta el 4 de abril en esta capital. Es protagonista en «Cerca de la frontera» por eso nos visitó con el director Rodolfo Durán y en «El mar de Lucas» con la presencia del ahora cineasta Víctor Laplace. Está teniendo buena experiencia con «operaprimistas» como le llaman a los directores de un primer producto

Dumont tiene, sólo en el último tiempo, una lista de filmes interesantes como «Sólo gente» de Roberto Maiocco, «Yepeto» de Eduardo Calcagno a quien lo une varios compartidos trabajos.

– ¿Cómo se lleva con tan distintos directores?

– Con ellos bien. No así con los productores.

– ¿Cómo es eso? Nunca se habla de los productores

– Yo tengo muchas películas y muchos productores encima, entonces tengo discursos que me los sé. Son puntos de controversias. En general la figura del productor es una imagen sobrevaluada.

– ¿Y cómo los ve?

– Bueno, a fuerza de compartir proyectos y diferencias, nos conocemos bastante y nos llevamos, bueno… bien.

– ¿Qué es esto de «nuevo cine argentino»?

– No… No… Mejor charlemos sin grabador. No nos convence el nombre del festival en esta provincia. Prometieron cambiarle el nombre en próximas ediciones. Me pregunto si «nuevo cine» es sinónimo de pobreza, de la pobreza que tienen los directores en cuanto a recursos, si es un cine de pobreza y hasta de algo mugroso, inacabado por falta de recursos ¿Es eso el nuevo cine argentino? ¿Es acaso «Pizza, birra, faso» que tiene noventa mil pesos incobrables? Es «nuevo cine» que se filme con películas vencidas, que se vean pelos… No, mirá no quiero hablar de esto».

Después, con Rodolfo Durán se muestran felices de venir con sus películas, de estar con la gente, de que el Incaa y Cultura provincial y municipios los apoyen. «¡Por la vuelta!» dicen y se van.

Beatriz Sciutto


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