Ultima etapa de un atípico juicio laboral

La despidieron sin causa y se negó a cobrar la indemnización.

CENTENARIO (ACE).- «Mi nombre en la fábrica no se puede mencionar», dijo María Inés Cabrera, una operaria de Pastora Neuquén SA que desde hace dos años pelea por volver a su trabajo. Lo hace con manifestaciones y planteos judiciales, mientras en su casa vende comidas y tortas para sobrevivir hasta que llegue el tiempo de volver a las máquinas.

Su caso es el de un despido sin causa de un empleado que no acepta la indemnización.

En el ámbito judicial existen tres antecedentes similares en el país: el de una operaria de Pepsico que fue reintegrada al trabajo el año pasado en Buenos Aires, el de un obrero de la ex empresa de Jabón Federal también en Buenos Aires y el de la esposa de un gremialista de Banco Hipotecario de Viedma.

La apelación tramitada por Pastora Neuquén ante la Justicia, comenzó a resolverse en los últimos días, porque el primero de los jueces ya comenzó a redactar su voto.

«Me despidieron por reclamar y me depositaron la indemnización en el banco. Yo pedía los 224 pesos del decreto presidencial, y como no consideré justo que me tuviera que ir por reclamar nunca retiré el dinero de la indemnización. No sabía cuándo, pero estaba convencida de que iba a ganar», dijo María Inés.

El año pasado un fallo de primera instancia ordenó su reincorporación. La empresa apeló y ella no volvió a su puesto, aunque confía ciegamente en que el regreso es «cosa de tiempo».

María Inés tiene 38 años, está separada y vive con sus hijos Agustín de siete, y Facundo de cinco. Ellos conviven con la pelea de su mamá.

María Inés trabajaba en el turno de las 22 a las 6 de la mañana y el 30 de marzo del 2004 cuando iba a «fichar», su tarjeta estaba retenida en la oficina de personal, donde la esperaron con un acta, una escribana, dos supervisores y testigos que dieran cuenta que la empresa la cesaba «sin causa».

Cuando salió de la textil, se cruzó a Zanon –en el Parque Industrial– y buscó asesoramiento. «Yo sabía que no iba a aceptar el despido», dijo convencida al tiempo que reconoció que no pensó que el proceso iba a ser tan duro y tan largo.

Decidida a no bajar los brazos, fue a ver Catalina Balaguer, una operaria despedida por Pepsico en el 2004 y reinstalada un año y medio después mientras su caso se discute en la Corte Suprema. «Quise saber cómo hizo ella, con hijos y todo, para soportar un año y medio fuera del trabajo». La respuesta fue que para llegar al final la debía guiar el convencimiento, no el despecho, ni revancha. Luego le recomendó hablar con sus compañeros para no pelear sola y apoyarse en organizaciones solidarias.

María Inés dijo que resistió estos dos años porque encontró respaldo en sus compañeros de trabajo. «El miedo los mantenía al margen en la fábrica, mi nombre no se podía mencionar, pero después del trabajo siempre venían a casa, llamaban, se hacían reuniones, me venían a ver cómo estaba todo», concluyó.

Reincorporación frustrada

CENTENARIO (ACE).- Lo único que espera en estos días María Inés Cabrera, es un nuevo fallo que confirme que debe volver a las máquinas en la fábrica textil.

«Cuando salió el fallo (a favor de la reincorporación) mi casa se llenó de gente a las 8 de la mañana, todos venían a saludarme. Cuando comenzó el juicio, en la fábrica hicieron sonar algunas bocinas, golpeaban las manos y se hacían gestos a la hora en que empezaban las audiencias», recordó María Inés.

Tras la sentencia de reincorporación, se presentó a trabajar en el turno de las 14, pero la empresa apeló, y por ello no se le permitió el ingreso.

Ese día la acompañaron organizaciones sociales y Madres de Plaza de Mayo, los operarios que salían de su turno se quedaron fuera del portón y los de la noche, que habían salido a las 6, también asistieron.

«Eso fue fuerte», recordó María Inés.


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