Un anticipo cruel de los desafíos futuros

Era una mañana como otra cualquiera ante el puesto de reclutamiento del Ejército iraquí, ante el antiguo Ministerio de Defensa de Bagdad. Cientos de hombres jóvenes aguardaban en fila para alistarse voluntariamente a las Fuerzas Armadas. No es fácil encontrar trabajo en Irak pero el Ejército necesita hombres, sobre todo ante la retirada de las tropas estadounidenses, planeada para finales de mes. Un hombre vestido con uniforme salió de entre la multitud y comenzó a anotar los nombres de los que esperaban. Con la esperanza de ser admitidos, cada vez más personas se acercaban al uniformado. Pero lo que no pudieron ver fue el cinturón de explosivos que llevaba bajo la ropa y que pocos instantes después haría explosionar. Cadáveres de jóvenes ensangrentados, algunos de ellos con los formularios de alistamientos en las manos, aparecían esparcidos en el suelo frente a la sede militar en el centro de Bagdad. Pero algunos estaban tan desesperados por encontrar trabajo que regresaron horas después de ser atendidos en el hospital de las heridas sufridas en el ataque. El sangriento atentado mostró de nuevo que las Fuerzas de Seguridad se convierten cada vez en un objetivo más claro de los insurgentes. A finales de agosto, con la retirada parcial de los estadounidense, serán esos soldados quienes estén a cargo de la débil seguridad del país. Los 50.000 militares estadounidenses que permanecerán se dedicarán, a partir del 1 de septiembre, a entrenar a las fuerzas de seguridad iraquíes hasta fines de 2011, cuando deberán partir. La partida programada de los soldados estadounidenses preocupa a la alta jerarquía militar iraquí. El general Babaker Zebari, jefe de Estado Mayor, la consideró prematura, destacando que su ejército, compuesto por 200.000 hombres, no será capaz de asegurar su misión plenamente antes de 2020. El atentado contra el ejército se produce además en pleno bloqueo político, al día siguiente de que las dos principales formaciones iraquíes rompieran sus negociaciones para formar un nuevo gobierno. Estados Unidos ha estado presionando en vano para que los dirigentes iraquíes dejen de lado sus ambiciones y formen un gobierno que integre todas las tendencias.

Gregor Mayer / SAAD ABDUL-KADIR DPA y AP

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