Un arma que pierde filo

WASHINGTON (AFP) – El presidente George W. Bush aprovechó el temor de los estadounidenses tras los atentados del 11 de setiembre de 2001 y continúa afirmando que él y los republicanos, contrariamente a los demócratas, ven la realidad que generaron esos ataques tal como es. Pero este punto de vista no es, o ya no es más, el de todos los estadounidenses.

Dos meses y medio antes de la renovación del Congreso, los sondeos indican que ya no creen tan firmemente que la amenaza terrorista deba hacer olvidar los demás temas. «Hoy se conocen los resultados de la reciente tentativa de la Casa Blanca de explotar el terrorismo con fines políticos», editorializaba The New York Times tres semanas antes del aniversario del 11 de setiembre. «Se terminó la época en que los estadounidenses tenían miedo del miedo mismo», agregaba. La prensa dio cuenta estos días de que Bush no da el brazo a torcer: sostiene que su principal deber es proteger a los estadounidenses y que ese combate se libra en todas partes, en Estados Unidos, en Irak y en Líbano.

Los atentados del 11 de setiembre transformaron una presidencia que acababa de comenzar. La noche misma de los ataques, Bush declaraba que el país estaba «en guerra contra el terrorismo». La necesidad de derrotar al terrorismo es invocada una y otra vez por Bush y los republicanos para enfrentar a los demócratas en las elecciones parlamentarias del 7 de noviembre y evitar un penoso final de mandato del presidente.

Los demócratas han hecho de los problemas en Irak, donde murieron alrededor de 2.600 estadounidenses, un tema central de la campaña y denuncian la pretensión oficial de poner en el mismo saco la guerra en Irak y la «guerra contra el terrorismo». El mensaje de los demócratas parece, sin embargo, abrirse paso. No solamente el 53% de los estadounidenses cree que haber iniciado la guerra fue un error, sino que 51% no ve ninguna relación entre esa guerra y la guerra contra el terrorismo, según una encuesta de opinión para The New York Times y la cadena CBS de televisión realizada a fines de agosto.

Entre el pos-11 de setiembre y la actualidad, la popularidad de Bush pasó, según Gallup, de cerca de 90%, un récord desde Franklin D. Roosevelt (1933-1945), a 40%.


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