Un «Buenos Aires» en perspectiva
Antonio Birabent repasa su última propuesta discográfica
Además de grabar en el ND Ateneo su participación para el programa de Lito Vitale en los cierres de América Televisión, Antonio Birabent concluyó la filmación del clip «Montevideo» -que ya rota por canales de música- en un salón masculino «que tiene más de treinta años», aclara el cantante, compositor y actor, «donde personifico a un peluquero uruguayo exiliado. Este tema nació por amor a la ciudad de enfrente, por sus calles y su gente, surgió caminándola, recorriendo sus viejos bares».
«Montevideo» es el segundo corte de «Buenos Aries», octavo y último disco que presentó en febrero junto a la banda integrada por Leha, Pablo Silva y Luis Burgio, en el Teatro del Globo, al 1.100 de Marcelo T. de Alvear.
«Buenos Aires» rescata la energía de la canción recién gestada con un rock and roll simple, directo. Un trabajo con aires argentinos y rioplatenses, de ciudad, horizonte y naturaleza. Once canciones con la voz de Birabent en absoluto primer plano, que definen su espíritu franco, sutil y detallista; recorren paisajes de ambas orillas del Río de la Plata, profundizan en su particular manera de contar y cantar. Resultado de un par de viajes iniciáticos. «Algo de eso hay (responde Birabent mientras sonríe, cosa que no hace a menudo). Está bien visto. Es un disco de recorrido geográfico…»
– El interior también.
– Es verdad. Es el trabajo de una persona que recorre atenta y esa atención hace que los estímulos le provoquen sensaciones distintas y profundas. Entonces, tiene la particular situación de ser un disco de rock, de guitarras eléctricas, de gran energía, y al mismo tiempo con momentos cuasi folclóricos, que hablan de tierra, de viajes y de descubrimientos a través de ellos. La atención es un paso posterior a una decisión curiosa y despierta.
– Alguno de estos viajes debe haber sido sanador.
– Sí… (ríe). Hay una paradoja. El disco se llama «Buenos Aires» y de hecho soy un amante absoluto de la ciudad, pero parte de mi amor por ella proviene de saber que puedo irme y volver. Puedo sanarme, respirar otro aire en lugares básicamente argentinos. Como el de La Paz en Córdoba, muy cerca de Merlo, San Luis.
– Traslasierra.
– Justo por el que allí llaman Camino de la Costa: San Javier, Yacanto, La Población, La Paz. Como ves, soy casi una guía turística. Es un compacto hiperfederal, a pesar del título. Para nada porteñista, es urbano pero criollo, muy del terruño. De hecho, la canción «Todos queremos estar con todos», nació en El Bolsón, donde tengo familia que he ido a visitar. Generalmente escribo cuando estoy fuera de Buenos Aires.
– La distancia siempre ayuda.
– Hay palabras como ésa, claves para mí. Distancia… en «Cardinal», la canción «Tan fácil» dice que «la distancia es una falsa sensación». Una sensación ambigua; la distancia espacial y temporal. Tengo enorme curiosidad por el pasado de algunas cuestiones. Entre ellas, Buenos Aires, quiero saber cómo era antes…
– En Montevideo (justamente título del tema dos) encontrás la ciudad que fue hace cincuenta u ochenta años.
– No lo descubrí yo, Jorge Luis Borges ya lo dijo en un poema. Hace muchos años hablaba de Montevideo como la Buenos Aires que ya no está (se detiene unos segundos a pensar). Viajar da la posibilidad de tener perspectiva.
– Del lugar donde vivís y de vos mismo.
– Sin duda. Los anteriores discos los hice desde un espacio de introspección. «Cardinal» es un ejemplo claro de eso. Pero el último me lo propuse muy simple desde lo musical, esencial, primario. A partir de la letra se fue dando de un modo inevitable, lo hice menos auto-referencial, un poco más colectivo. Muchas personas, creo, pueden identificarse claramente con la descripción de «Altas cumbres», de «Montevideo» o de «Vacaciones en el faro». Es un trabajo más social.
– La banda, una elección, seguro, no pesa como tu voz y el relato. Está, es el colchón que te sostiene, pero hasta ahí…
– Yo estaba acostumbrado, te diría que en todos los compactos precedentes siempre ha habido más música, teclados, máquinas, cuerdas, mucha instrumentación. «Cardinal» tuvo cuerdas, trombón, corno francés, maquinitas, percusión, guitarra eléctrica, acústica, bajo, una pléyade de instrumentos. Ahora hay sólo eléctrica, bajo y batería. Punto. La voz, entonces tiene mucho más hueco. Es un disco muy cantado.
– Más contado.
– Cierto, pero hay mucha melodía. Yo he sido más hablador, en los siete trabajos previos («Todo este tiempo», «Morir y matar», «Azar», «EP», «Anatomía», «Anatomix» y «Cardinal») hay más percepción de alguien que habla. Ahora hay más canto y la voz destaca de una manera que antes no lo hacía. Es bueno tener, construir una visión propia de un disco, por lo general se acostumbra a la gente a que el cantante, yo en este caso, haga el mapa. A mí me divierte mucho más cuando alguien me propone su lectura propia. Como público que soy de la música, también, me sucede y me agrada ese ejercicio.
Eduardo Rouillet
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