Un cordón de desechos malolientes rodea a Catriel

Catriel está "cercada" por basureros clandestinos, que los vecinos fomentan con su actitud de arrojar los desechos en las puertas de su ciudad. La ausencia del municipio es clara.

CATRIEL – Los alrededores de Catriel están plagados de residuos, escombros y chatarra, que conforman un desagradable cordón maloliente y potencial generador de focos infecciosos. Dos aristas son evidentes en esta problemática: una es la incomprensible actitud de los vecinos, que a pocos metros de los límites de la ciudad forman y «alimentan» los basureros clandestinos al tirar todo los que les sobra en sus hogares, y otra es la magra presencia del municipio, que no previene ni ordena los sitios en cuestión desde hace mucho tiempo.

La placentera costumbre de los catrielenses de recorrer en su tiempo libre los alrededores de la localidad de a pie, en bicicleta o en automóvil para detenerse en algún punto a tomar unos mates, se está tornando difícil y tortuosa: o aplican un poco más de energía para desplazarse más lejos, o se resignan a estar en contacto con la naturaleza … y la suciedad.

Las adyacencias de Catriel, dejando apenas atrás las viviendas que se ubican en los límites de la ciudad, están rebozantes de basureros clandestinos con su carga de residuos domiciliarios, chatarra y escombros. Las «picadas» y caminos de tierra que llevan por lo general a alguna chacra, puesto o bombeo petrolero, están bordeados por cantidades impresionantes de desechos en los que es evidencia su origen: provienen de las viviendas, porque se distinguen residuos de la preparación de alimentos, pañales, ropa y trastos viejos de los que con frecuencia se amontonan en cualquier patio hogareño.

Existe una zona específica, que muestra la complicada trama del problema de la basura y su disposición final que tiene la comunidad de Catriel. Es el sitio que se ubica entre el barrio Parque YPF y el basurero municipal, en donde se encuentra un transitado camino aledaño que corre bajo la línea de alta tensión, en dirección al autódromo local.

Los bordes de este camino son un verdadero pandemónium de bolsas de plástico, añeja chatarra, restos de materiales de construcción, residuos orgánicos en descomposición y todo lo imaginable. El sendero es el paso obligado para llegar hasta el autódromo o la zona conocida aquí como «el Valle de la Luna», agradables puntos cercados por pequeños cerros y abundantes en flora patagónica, a los que los vecinos acuden los fines de semana para dejar correr a sus hijos, practicar mountain bike, enduro, andar en cuatriciclos y pasar una tarde distendida.

Cerca se emplaza el basurero municipal; por lo tanto, cualquier vecino criterioso que deseara arrojar desechos podría recorrer unos metros más y depositar en un lugar legal los residuos. La realidad es muy distinta, y queda claro el poco compromiso comunitario y de conciencia ecológica que afecta a los catrielenses, porque la evidencia está a la vista.

Al cuestionable accionar de los habitantes de esta tranquila localidad se suma la ausencia del municipio, pues también es visible que los basureros clandestinos datan de hace mucho tiempo. No han pasado por allí máquinas, ni tampoco se han emplazado carteles prohibiendo la acción de arrojar basura.

Una recorrida de «Río Negro» por los basureros clandestinos permitió también detectar cajones de frutas y verduras en descomposición, arrojadas evidentemente por algún comerciante.

Aún el calor que traerá la temporada estival no arrecia sobre Catriel, pero es previsible que los focos infecciosos que rodean a la localidad serán el caldo de cultivo de las plagas de moscas e insectos de todo tipo que asuelan a sus habitantes. La disposición final de la basura en la ciudad es un tema que debería preocupar a funcionarios y vecinos en general.


CATRIEL - Los alrededores de Catriel están plagados de residuos, escombros y chatarra, que conforman un desagradable cordón maloliente y potencial generador de focos infecciosos. Dos aristas son evidentes en esta problemática: una es la incomprensible actitud de los vecinos, que a pocos metros de los límites de la ciudad forman y "alimentan" los basureros clandestinos al tirar todo los que les sobra en sus hogares, y otra es la magra presencia del municipio, que no previene ni ordena los sitios en cuestión desde hace mucho tiempo.

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