Un cuartel que se llenó de dolor

CIPOLLETTI (AC).- El dolor se instaló en el Cuartel. Hacía cuatro años que Mario Ricardo Diaz, un joven albañil de 22 años, colaboraba con los Bomberos Voluntarios de Cipolletti. Ya era cabo. Y reconocido y querido por sus compañeros, quienes se turnaban para acompañarlo.

En la madrugada de ayer Diaz recibió la peor noticia de su vida: la muerte de su mujer de 19 años y de su pequeña beba de ocho meses, nada menos que en un incendio.

«Se le va a brindar atención psicológica», dijo Osvaldo Lavezzo, jefe del Cuartel. No será el único que tendrá asistencia. Todo el equipo recibirá contención teniendo en cuenta que el resto de los bomberos también conocía a las víctimas «y fue un golpe muy duro» acudir a un hecho así.

Lavezzo estaba consternado, como el resto del grupo. Ayer por la mañana se constituyó en el barrio San Sebastián B, donde ocurrió el incendio, para realizar las pericias.

Tomó datos, pero dijo que esperará a que Diaz se recupere un poco y pueda brindar información respecto de la distribución de los elementos y muebles en la casa a fin de tener un panorama más claro que ayude a determinar qué sucedió.

Las hipótesis son dos. Una, que el fuego comenzó por una salamandra que se había encendido tiempo antes como calefacción (aunque aseguran que luego se apagó); o bien, por un cortocircuito.

Esta última presunción se alimenta también por el hecho de que hubo un bajón de tensión que notaron los vecinos, entre ellos, Julio Sosa, hermano de la víctima.

Por tratarse de una toma, el cableado también es precario, aéreo, y obviamente mucho más riesgoso.

El jefe comentó que cuando recibieron el llamado a las 0.12 de ayer diciendo que había un incendio en el barrio San Sebastián B, no se sabía que la vivienda afectada era la de Diaz.

«Salieron sin tocar la sirena para ir más rápido», enfatizó el comisario. En la autobomba iban Diaz y dos compañeros más.

Cuando llegaron, se toparon con la peor imagen. La casilla de Diaz se había desplomado por el fuego y en su interior estaban los cuerpos calcinados de su joven mujer María José Sosa (19) y de su pequeña beba «Loli», de ocho meses.

Nadie podía controlar al joven bombero, que intentaba ingresar entre las brasas a rescatar a su familia, que ya estaba sin vida.


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