Un cuarto de siglo sin empleador, porque «no te reconocen»

Las peripecias de vivir sin tener cobertura social

NEUQUEN (AN).- Eduardo levantó la mirada, contempló las rejas desnudas y comenzó a pintar como lo viene haciendo desde hace 25 años. «Soy pintor de medio pelo para arriba», presume. Ahora, a los 48 años, asegura que casi toda su vida trabajó en negro porque «apatronado los sueldos son de hambre y no te recono-cen el trabajo» y como mecanismo de defensa tiene pensado formar una asociación que agrupe a los que desempeñan el oficio en la ciudad, para establecer pautas comunes en sus contratos.

Camina todos los días los cinco kilómetros que hay desde el barrio Islas Malvinas hasta Santa Genoveva, donde trabaja desde hace quince días. «Tengo que parar la olla solo porque mi esposa está desocupada», comenta. «Por este trabajito, agarro más de cuatrocientos pesos», afirma sin dejar de deslizar con destreza el pincela sobre la fría superficie de los hierros. «Tenemos que entregarlo lo antes posible».

Casado y padre de tres hijos, Eduardo forma parte de esa legión constituida por un 35% de asalariados neuquinos que trabajan en negro -al menos de la gente empleada en la capital y Plottier-, según los datos de octubre pasado que figuran en la Encuesta Permanente de Hogares que elabora el Indec.

Ese sector de casi 26 mil personas está al margen de los beneficios sociales que garantiza el empleo en regla: salario familiar, obra social, derecho a jubilación y pensión, seguro de accidentes de trabajo y de desempleo.

Eduardo es consciente de la precariedad laboral que lo rodea, pero lo sintetiza en una simple ecuación: «En las obras te pagan 120 pesos por quincena y además te «verduguean». Y a mi edad ya no te dan laburo». En consecuencia, ofrece sus servicios de pintor por su cuenta junto a dos muchachos conocidos. Además sostiene que de esa forma cuenta con más libertad y puede presentar sus propios presupuestos. «Te conviene más porque es una relación directa y la plata no se pierde en el camino», señala.

Sin embargo, admite que «la cosa se pone fea» cuando se enferma y tiene que postergar o resignar un encargo. «Son días perdidos, más lo que se gasta en medicamentos; es bravo -asegura-. Por suerte está el hospital». De todos modos, acepta el desafío de no contar con ningún beneficio social. «Hasta ahora, jamás tuve que golpear puertas para que me den algún subsidio», comenta.

Eduardo deja su timidez sólo cuando habla de su familia. Tiene dos hijas de 23 y 21 años cursando estudios terciarios y un hijo de quince en el secundario. Admite que «es difícil llegar a fin de mes y hay que rebuscárselas».

En un rápido vuelo por su historia, las anécdotas lo llevan en el tiempo a sus inicios en el oficio. «Empecé a los 16 años con un muchacho conocido que me enseñó», dice, y cuenta que «lo primero que hizo fue mandarme a lijar las paredes, el trabajo más duro».

No es analista económico ni adicto a las noticias bursátiles, pero los desajustes financieros los recuerda muy bien. «Una vez intenté vender ropa, pero me agarró la hiperinflación y el negocio se fue a pique», lamenta.

Ahora tiene en mente formar una asociación de «pintores de brocha gorda» en la ciudad de Neuquén para intentar equilibrar las tarifas y competir en igualdad de condiciones para que el cliente elija de acuerdo con la capacidad e idoneidad de cada pintor porque asegura que «la situación está tan mala que nos estamos matando entre colegas por conseguir un laburo».

La situación socioeconómica lo sacude. «Con 25 años de laburo hoy no tengo mucho, sólo mi terreno y mi casa», y la incertidumbre del futuro sin una jubilación lo preocupa porque su única carta de presentación es su trabajo.

Aún así, planifica construir unos pequeños departamentos en el fondo de su terreno para vivir del alquiler. Esta convencido de que «por más años de aporte, igual terminás en la calle golpeando los despachos de los funcionarios para que te aflojen cien pesos de jubilación, porque la plata no está».

Hay 60.500 neuquinos con problemas de empleo

NEUQUEN (AN)- Un estu-dio que realizó el Copade hace dos años estimaba que 60.500 neuquinos tenían problemas de empleo en la provincia. Esa fran-ja, que representa el 40% de la población económicamente activa, incluyó a las localidades del interior por primera vez en los cálculos.

Se determinaron tres grupos de departamentos con problemas de empleo. El de mayor proble-ma -donde, como en el caso de Catan Lil, el 45% de los habitantes estaba en esa situación- abarcaba los distritos con mayor incidencia de trabajo rural.

El segundo lugar lo ocupaba el departamento Minas, y en ese lote estaban también Loncopué, Aluminé, Ñorquín y Añelo. En cambio, los más urbanizados -entre ellos Neuquén, donde se realizan las encuestas de hogares- reflejaban menos dificultades a la hora de buscar y encontrar trabajo. En ese grupo estaban también Lácar, Los Lagos y Pehuenches. El segundo grupo, donde figuraban Chos Malal y Zapala, oscilaban en una franja entre el 25 y el 15%.


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