Un cura repitió la versión que le dio una menor

Le contó con detalles cómo atacaron a las víctimas, algo que negó cuando la citaron a declarar en el juicio oral.

CIPOLLETTI (AC).- La versión de la menor Ana Cecilia sigue generando dudas. A un cura y a la directora de un hogar de Viedma les contó que presenció los asesinatos. Dijo que seis muchachos amigos de ella, vinculados al ambiente de la prostitución, levantaron a las chicas por la fuerza, las golpearon, violaron y mataron. Ambos le creyeron. Pero ante el juez, la adolescente dio dos versiones distintas y cuando declaró en el debate fue muy reticente. «Me contaron», fue lo único que lograron que dijera.

Ana Cecilia es la menor que desde los 9 años ejercía la prostitución y que tenía 13 cuando ocurrió el triple crimen. Es una de las dos testigos que será evaluada por una Junta Médica para determinar si tiene tendencias mitomaníacas o fabulatorias.

Uno de los relatos más completos de su versión los brindó ayer el sacerdote Miguel Antequil, de Viedma.

En tono pausado, claro, y con un notable acento francés, el cura contó que conoció a Cecilia cuando fue alojada en las Mini Instituciones, un espacio para los chicos en riesgo social, de Viedma. Las características del hogar hacían que la adolescente tuviera mucho contacto con la familia de la directora de la entidad, María del Carmen Cabrera. «Era una más de la casa», dijo. Así comenzó a conocerla.

Había pasado un año aproximadamente, cuando un día Cecilia pidió hablar con él, «como amigo». En medio de una caminata, le contó cuáles eran sus amistades en Cipolletti, y le nombró a «José Luis, Guillermo, El Chino» y otras personas. «Algunos vivían en casas lindas. Me dijo que eran seis, de entre 20 y 28 años, que iban a buscarla para pasar el tiempo con ellos. Tenía una gran amistad, y ayudaba a hacerles tatuajes. Ella no tenía. «Me llamaban la chica de las tetas limpias», me manifestó».

También en forma espontánea, le aseguró que un día (sería el domingo 9 de noviembre) fueron a buscarla en dos coches, «que habían pasado por San Luis y que se habían ido por el terraplén de las vías».

«Allí encontraron a las chicas (las víctimas) caminando. Las forzaron a subir a los vehículos y las llevaron a una casa que tiene una parte abandonada y otra habitada. Las separaron. A una la llevaron a la parte abandonada y como se resistían empezaron a golpearlas. No querían participar de la fiesta de droga y alcohol. A la que habían separado, la violaron con un palo».

Cecilia le dijo que se asustó, porque habitualmente llevaban a chicas de la calle y no pasaban esas cosas, no se resistían. «Me contó que se asustó tanto que se escapó y se fue corriendo unas 40 cuadras hasta su casa, con las zapatillas en la mano». Supuestamente la habían amenazado. Le habían dicho que iban a matar a sus hermanitos si hablaba, recordó el cura.

Cuando Antequil le recomendó que le dijera al juez todo lo que sabía, ella le respondió: «ya fui, y no me creyó».

En medio de la conversación le habló también de la escuela y de las fiestas que se hacían en Cipolletti. Había tres lugares: uno era atrás del cementerio, otro donde está la casa abandonada (sitio de la supuesta agresión) y otro que el sacerdote no recordó ayer. «Hay muchos detalles que contó sin que le hiciera preguntas. Estoy convencido que me dijo la verdad», afirmó Antequil.

Ayer también declaró Cabrera, la directora del Hogar. Al igual que el sacerdote, la mujer dijo que Cecilia no se desdijo cuando habló con ellos. Contó la versión siempre colocándose en el lugar de «testigo». Sin embargo en su segunda declaración ante el juez de instrucción y ahora en el debate aseguró que no vio nada, que le «contaron».

La misma reacción tuvo ante la directora y el psicólogo del Hogar Gabriela Mistral, donde estuvo antes. Primero les dijo que ella había participado de la reunión y luego que le comentaron.

Chironi le mostró fotos de casas y personas

CIPOLLETTI (AC).- El legislador Eduardo Chironi fue una de las personas que se contactó con Ana Cecilia en Viedma. Según relató ayer la directora de las Mini Instituciones, María del Carmen Cabrera, el diputado le mostró algunas fotografías a la menor.

Cabrera dijo que por la amistad que tiene con Chironi decidió contarle el caso. Quería proteger a la adolescente para que no corriera riesgos porque se había tomado la decisión de que debía regresar a Cipolletti.

La directora reconoció que ella faltó a una norma institucional recurriendo a ayuda externa, pero que lo había hecho porque «tenía miedo por la vida de Cecilia».

Cabrera había sido protagonista del cambio de la adolescente, luego de haberla incluido como un integrante más de su familia. Fue con contención y afecto como Cecilia logró retomar sus estudios. Estaba en cuarto grado cuando llegó a Viedma y en dos años logró rendir libre un curso y egresar de la primaria con buenas calificaciones.

La mujer declaró que ella estuvo en todo momento presente cuando la menor habló con Chironi. El legislador, integrante a su vez de la comisión legislativa del triple crimen, le mostró fotos «de casas y personas». Y «ella reconoció a alguien pero no sé a quién», afirmó la mujer.

Cuando vio las casas, dijo, la chica le contestó: «no le puedo decir nada, sólo le digo que esto no me gusta verlo».

Chironi, según Cabrera, le prometió conseguir protección para la adolescente y se contactó con el juez Pablo Iribarren. Ahora es posible que el diputado sea llamado a declarar.

Budén no sabe a quién creerle pero alivió la situación de Minervini

CIPOLLETTI (AC).- El ex concejal Felipe Budén alivió la situación del sargento Luis Minervini, al poner en duda la veracidad de los dichos de Deyamira Ruth Fuentes, la principal testigo que lo involucra en la causa conexa de encubrimiento. «No me quedó claro por qué el juez fue tan riguroso con él. Si el testimonio (de la mujer) no era el de una persona confiable, no me quedaba claro cuál era la verdad», aseguró.

Budén ofició de nexo para que Minervini pudiera presentar a la testigo ante el juez Pablo Iribarren. Según el imputado, Fuentes era la autora del llamado telefónico anónimo que sugirió la búsqueda de los primeros marginales. Sin embargo ante el magistrado, la mujer se desdijo y aseguró que Minervini le pidió que mintiera.

Budén no avaló algunos dichos de Minervini, como por ejemplo, cuando el procesado mencionó que Iribarren los había invitado a presenciar la declaración de Fuentes o la supuesta protección del Senado que según el policía le iban a dar a la testigo. Pero tampoco respaldó a la mujer.

Según el ex concejal, el día que Fuentes declaró y que detuvieron a Minervini él regresó a Cipolletti con la testigo. «Vea en el auto qué clase de persona es», dijo que le mencionó el juez.

Budén recordó que en el camino la mujer le aseguró que tenía relación con algunos efectivos como con «Torres y Conde» y que «pasaba informaciones a la policía». Sin embargo cuando Fuentes declaró en la audiencia, lo negó.

«Me dí cuenta que era una persona poco creíble. Caía en muchas contradicciones. Le hablé al juez y le hice este comentario. Me deja una serie de dudas», afirmó el testigo.

Budén añadió que no le quedó claro en la charla si ella había sido presionada por Minervini para declarar.

Sin embargo, el ex edil ratificó los dichos del policía González (quien acompañó a Minervini y Fuentes) al afirmar que el uniformado le contó en ese momento que cuando iban a Tribunales, Minervini detuvo el auto y se quedó hablando a solas con la testigo. Según Fuentes, fue en esa oportunidad cuando el imputado le dio detalles de lo que tenía que declarar con respecto al llamado.

El testimonio de Budén fue propuesto por la querella de la familia Villar. El testigo declaró que Minervini se acercó a él, cuando integraba una comisión evaluadora del triple crimen. Así comenzó la relación.

Añadió que el sargento imputado se presentó en el Concejo Deliberante y le dijo que tenía informes que había realizado sobre el tema de drogas. Al tomar conocimiento de ésto, Budén le pidió una reunión al ex ministro de Gobierno, Horacio Jouliá y al subsecretario de Justicia Fabio Rey.

El encuentro se concretó en las primeras semanas de 1997. El procesado habló sobre los informes de narcotráfico y contó que había tomado contacto con una persona que había hecho el llamado anónimo. Minervini mostró los tres cheques en blanco que supuestamente la mujer había recibido como forma de pago por el trabajo, según su versión. Los cheques eran de una cuenta cerrada del banco Río Negro.

Después Budén tomó contacto con el juez Iribarren y finalmente se concretó el encuentro en Roca. «El comentario que me había hecho (Minervini) es que Fuentes había realizado el llamado desde un teléfono público de un lugar cercano a la subcomisaría 69. Yo tomé esa información. Qué iba a juzgar si era veraz o no. Era el juez quien tenía que hacerlo».

Contó que cuando detuvieron a Minervini, el sargento le dijo que «le habían tendido una trampa».

Hoy, a pedido de la defensa, se hará un careo entre Minervini y Fuentes.


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