Un debate esperado

Alicia Miller

Si durante años los excesos cometidos en el debate interno fueron el catalizador que diluyó las posibilidades electorales del justicialismo rionegrino, hoy la falta de diálogo tiene a ese partido esmirriado y reducido a la silueta de lo que fue: un conglomerado controvertido pero vigoroso.

Hace años que el Congreso del Partido Justicialista no se reúne. Pese a ser el máximo cuerpo de conducción partidaria, no deliberó para evaluar el último resultado electoral, que tuvo el signo ambivalente de negarle una vez más la gobernación y darle una pobre fuerza parlamentaria, pero -como compensación- brindarle un número interesante de intendentes.

La falta de un diálogo político franco en los cuerpos institucionales motivó a fines del 2004 la fractura del bloque de legisladores en dos bancadas: la «oficial», presidida por el pichettista Javier Iud, y la denominada «17 de noviembre», liderada por Marta Borda, esposa y primera espada de Juan Carlos Del Bello. Eso, sin contar la sangría que ya habían producido el MARA de Eduardo Rosso y el éxodo de peronistas al ARI, a Encuentro y a cargos en el gobierno radical.

En este tiempo, tampoco los intendentes justicialistas han mantenido su hábito de reuniones periódicas y orgánicas con autoridades del partido. Sólo encuentros esporádicos.

A esto se sumó el efecto de dispersión generado por la llamativa decisión del jefe comunal roquense, Carlos Soria, de pactar una división de ejidos colindantes del departamento de General Roca con su par de Cipolletti -el dirigente de Encuentro Alberto Weretilneck- sin consultar con el resto de los gobiernos municipales interesados. Asombró, porque entre ellos hay varios peronistas, como Ignacio Del Mazo, en Cinco Saltos, que trinan de descontento.

Si bien en Roca la gestión municipal y la inacción del radicalismo ayudaron a reorganizar el justicialismo, en otras ciudades las cosas no están nada bien. Como en Bariloche, donde el partido se consideró imbatible durante años.

El resultado es que, allí donde uno mire, hay dirigentes peronistas y militantes que lo son. Pero lucen como granos de maíz, como individuos o, en el mejor de los casos, como sectores. Distan de conformar un organismo con voluntad, con estrategia, con una entidad superior y diferente de la suma de sus partes.

Si en algún momento el peronismo pensó que era tan grande como para no caer nunca «en desgracia», haría bien en mirarse en el espejo del radicalismo nacional.

En fin, hoy tiene cita en Villa Regina, para analizar, como tema casi excluyente, la política de alianzas con la que enfrentará las elecciones parlamentarias de octubre.

El debate previo ha sido tan carente de ideas que parece reducido a una sola disyuntiva: Arriaga va a la cabeza de la lista de candidatos a diputados nacionales, o no. Ni un proyecto, ni una propuesta, nada más que eso.

En una y otra postura hay argumentos consistentes. Lo que falta, en todo caso, es un debate en el que cada uno escuche al otro con el ánimo de conciliar. Y se sabe que esta palabra implica transigir, ceder, estar dispuesto a dar un paso atrás para conseguir un objetivo de conjunto.

Para muchos, fue de Miguel Pichetto la orden de no convocar al congreso ni a reuniones multitudinarias. Quiere ser gobernador y cree que, para llegar al 2007 con un partido armado, debe evitar los excesos verbales de dirigentes que, sin mucho que perder, suelen utilizarlos como modo de instalación en la opinión pública.

Desde mediados del año pasado, fueron varias las expresiones públicas del senador en favor de «ideas y proyectos» y en contra de «internas furiosas». Lo que sucede es que este razonamiento lo lleva a una posición más extrema: impulsar que los candidatos a diputados nacionales sean definidos por acuerdo de unos pocos y sin elecciones internas. El empleo habitual de los comicios internos le ha permitido al peronismo aventajar al radicalismo provincial en democracia partidaria, mucho más afecto en el último tiempo a los acuerdos de cúpulas, hecho que -no obstante- no parece haberle generado demasiadas tormentas en su militancia. Claro que, por estar en el gobierno, el radicalismo dispone d cargos y recursos estatales suficientes para conformar a los díscolos. No es casual que el número de funcionarios, contratados, locaciones de servicios y todo otro método para emitir asignaciones a «troche y moche», estén llegando a límites inéditos.

Como aliado en esta cruzada, Pichetto lo cuenta a Carlos Soria, presidente del Congreso partidario, quien ha eludido convocar al máximo cuerpo de conducción partidaria por razones tan diversas como consecutivas. También aspira a ser gobernador, pero ambos han coincidido en unirse y dirimir más adelante quién encabezará la lista.

Como antagonista de ambos, se presenta Juan Carlos Del Bello, presidente del Consejo provincial, quien ha reclamado a cuatro voces la convocatoria del congreso.

Precisamente la actitud de Iud, de no generar un debate político en el bloque para definir un diagnóstico político provincial, determinar ejes y prioridades y distribuir funciones entre los legisladores, fue invocada por los disidentes a la hora de dar el portazo en la Legislatura. «Pasé un año yendo a Viedma para trabajar solo en mi escritorio. La gente no nos votó para eso», recuerda todavía uno de los integrantes del bloque «17 de noviembre».

Pero claro que toda postura tiene un porqué: Del Bello quiere ser diputado nacional y -tal vez por eso- blande el argumento de que la candidatura de Arriaga no pasaría una elección interna y ocasionaría una fuga de partidarios equivalente a los votantes que sumaría de sectores ajenos a la fuerza.

Muy cerca de su postura, aunque con perfil más bajo, están Remo Costanzo y su hijo, el legislador Gustavo Costanzo, quien estuvo a punto de irse con los disidentes aunque a último momento optó por permanecer en el esquema institucional.

En otro sector, aunque con algunos puntos de coincidencia, está Carlos Larreguy, quien lanzó su precandidatura a diputado nacional por las suyas y recibió una respuesta inesperada: voces cercanas a la conducción del partido le dijeron «que se baje» a través del diario.

Finalmente, un poco más allá, el sector gremial busca dar la imagen de poseer la militancia y el poder de convocatoria que otras líneas internas prefieren no poner a prueba. En pos de la precandidatura del dirigente del hielo Osvaldo Soliz, las 62 Organizaciones busca aglutinar a los disconformes y reclama el 33% de los cargos que el sindicalismo tuvo alguna vez en el reparto del Partido Justicialista, aunque las condiciones sociales, de empleo y de agremiación sean muy distintas de las que dieron origen a esa ecuación. La mano de Scalesi en este grupo lleva a suponer que el radicalismo, si bien lo niega abiertamente, alienta la hoguera que complica aún más el panorama de su principal opositor.

Mientras tanto, la UCR busca sacudirse sus propios problemas, que no son pocos. Allí, la desconfianza del gobernador ante el avance de sectores que especulan con tomar la iniciativa si se prolonga la modorra y el bajo perfil que conforman el «estilo Saiz», convierte el terreno en un tembladeral, donde todos se miran y murmuran en voz baja, esperando que el adversario dé el primer paso para comenzar a «orejear» las propias cartas.

Nada está definido. Pero hay quienes dicen que un allegado del gobernador dice que éste le dijo que… el intendente de Cervantes, Hugo «Cacho» Cuevas o, en su defecto, María Rosa Iémolo, la jefa comunal de Catriel, serán sus bendecidos para la candidatura a diputado nacional. Cuevas, más precisamente, sería su primer nombre y es obvio que, si el gobernador quiere que su palabra sea respetada, habrá de mantenerlo. Pero la primera reacción ya fue de sorpresa, por la escasa instalación política del bonachón intendente en el partido y en el electorado. «De Bariazarra también tenía perfil bajo, pero Pablo (Verani) lo impulsó en los actos, y ganó», dicen que dicen que dijo Saiz, ante la muda mirada de sus íntimos, que no se atrevieron a acotar que, «en los actos, Pablo era Pablo».

En fin, con «pases de factura» o madurez política, con barras bravas o militantes cívicamente impolutos, el peronismo volverá a debatir hoy, lo que constituye un acontecimiento de real trascendencia para esta cansina política provincial.

 

amiller@rionegro.com.ar


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